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Novedades en Crisis de Papel

  • Colección de nubes   José Miguel ViñasLos cielos retratadosViaje a través del tiempo y el clima en la pinturaCrítica. Barcelona, 2024.  “Los pintores son notarios de la historia”, se afirma en este libro, redactado con …
  • El humor, la poesía    Jaime García-MáiquezLa humana cosaPrólogo de Luis Alberto de CuencaRenacimiento. Sevilla, 2024. Jaime García-Máiquez es un poeta paradójico: muy de escuela, con claros y reconocidos maestros, y a l …
  • Qué hacer con la poesía   Raquel LanserosEl sol y las otras estrellasVisor. Madrid, 2024. La poesía es imprescindible; la mayoría de los libros de poesía que se publican son perfectamente prescindibles. O dicho con otras pal …

Novedades en Café Arcadia

  • Los papeles perdidos: Galdós en Aldeanueva   1GRANDES ESPAÑOLES Allá por 1910 o 1911, dos jóvenes periodistas  –Luis Antón del Olmet y Arturo García Carraffa– tuvieron la idea de publicar una serie de libros biográficos sobre “Los grandes es …
  • Los papeles perdidos: El misterio de la Quinta    1MARTINHO DA ARCADA En una esquina se encuentra sentado Fernando Pessoa. Su postura es muy semejante a la del famoso cuadro de Almada Negreiros. Una taza de café sobre la mesa, un cigarrillo en una …
  • Coraje y alegría: El arte de perder  Sábado, 22 de junioLOS NUEVOS MÁRTIRES Hojeo el periódico mientras llegan los amigos con los que he quedado para comer. Cuando llegan, no puedo por menos de comentarles una noticia.             —Di …
Autor: admin 27 enero 2006

Paul Auster: Ciudad de cristal
Novela gráfica adaptada por Paul Karasik y David Mazzuccheli
Anagrama, Barcelona, 2005

“La primera escena del libro coincide con algo que me ocurrió en la época en que vivía solo. Una noche sonó el teléfono y la persona que llamaba me preguntó por la agencia de detectives Pinkerton. Por supuesto le dije que se había equivocado de número, pero la noche siguiente me llamó la misma persona e hizo la misma pregunta. Esta segunda vez, cuando colgué el teléfono me pregunté qué habría ocurrido si hubiera dicho que sí. Ese fue el origen del libro, luego yo continué a partir de ahí.” Así explica Paul Auster en una de las entrevistas publicadas en Experimentos con la verdad la génesis de Ciudad de cristal.

Autor: admin 26 enero 2006

Charlotte Carter: Negra melodía de blues
Traducción de María Corniero
Siruela, Madrid, 2006

Después de El Dulce veneno del jazz (cuyo título original es Rhode Island Red) irrumpe de nuevo en el panorama de narrativa policiaca la autora neoyorkina Charlotte Carter, creadora de su álter ego femenino, la soñadora, sexy y divertida Nannette Hayes, una saxofonista callejera, afroamericana, francófila y protagonista de las dos entregas en clave negra.

Si en la primera novela, las melodías de Thelonious Monk se intercalaban con los sueños, amores y sospechas de Nannette y un extraño asesinato ocurrido en la Primera Avenida que se repetiría en toda Nueva York hasta hacerla parecer un tablero de Guija, en Negra melodía de Blues, París rebosa de nocturnidad, de música callejera y bajos fondos, siempre bajo el halo mágico de la luz reflejada en el Sena.

Autor: admin 24 enero 2006

Benjamín Prado: Mala gente que camina
Alfaguara, Madrid, 2006

No creo que haya que darle muchas vueltas a la cuestión para concluir que Mala gente que camina, la hasta ahora última novela publicada de Benjamín Prado, es, por muchas razones, una obra notable. Así lo sugiere su asunto de fondo —el robo de los hijos de presas republicanas por las autoridades franquistas en la inmediata posguerra para entregarlos a familias afectas al régimen—, pero no en menor medida la manera en que se aborda ese sombrío tema mediante las indagaciones casi detectivescas de un profesor de literatura de un instituto que, si en principio sólo busca investigar en torno a Carmen Laforet para pronunciar una conferencia en Estados Unidos, resultará favorecido por el azar, encarnado en la madre de un alumno, que le traerá la posibilidad de acercarse a la interesantísima figura —quizás sobre todo por ficticia— de Dolores Serma, militante de la Sección Femenina, colaboradora de Mercedes Sanz Bachiller en las labores del Auxilio Social, pero también, y sorprendentemente, autora de Óxido, una olvidada novela de alcance simbólico que parece denunciar las humillaciones sufridas por esos niños y madres derrotados no sólo en la contienda civil sino en la vida. Desde aquí, el intento de revelar las claves que ayuden a entender esta contradicción perfilará los trazos más generales de un relato cuyo desenlace se intuye, acaso, más de lo que debiera y es posible que demasiado pronto.

Autor: admin 23 enero 2006

José Carlos Rosales: El desierto, la arena
Fundación J. M. Lara, 
Sevilla, 2006

En el ya bastante lejano 1988 hablaba Muñoz Molina de El buzo incorregible, de José Carlos Rosales, como “el primer fruto de una audacia que sin duda se prolongará en otros libros futuros, no sé si más hermosos pero sí, tal vez, más radicales y más sabios”. Esos libros futuros que ahora son pasado se llamaron El precio de los días (1991), La nieve blanca (1995) y El horizonte (2003), en el campo de la poesía, y Mínimas manías (1990) en el de la prosa.

Un futuro pasado y, como se ve por las fechas, pausado que conforma una obra singular que alcanza el presente con este El desierto, la arena. Quiere convencernos el autor de la rareza del libro llamando la atención sobre lo más exterior, lo que nos llega de inmediato, que es el título, un título que contiene una coma, uso bastante raro en la poesía española, y el mismo José Carlos Rosales nos recuerda el antecedente de Cernuda: Un río, un amor… Pero más allá de la anécdota, de esta manía tan mínima como una coma, lo verdaderamente raro es su condición de libro reflexivo, de una profundidad que no abunda en la poesía actual, y menos aún expuesta con una claridad expresiva que evita el discurso lento y largo y aburrido en el que tantas veces cae una poesía que quiere “pensar”.

Autor: admin 23 enero 2006

W. N. P. Barbellion: El diario de un hombre decepcionado
Alba Editorial, Barcelona, 2006

Sin duda que, con ocasión de la atrocidad inédita que supuso la I Guerra Mundial, aparecerían en su momento en Inglaterra, como en los demás países en conflicto, testimonios autobiográficos en que los protagonistas contaban su experiencia increíble, en el frente o en la retaguardia.

Este del que quiero ocuparme aquí es, sin embargo, diferente a todos los demás. De entrada su protagonista, por razones de salud, no tuvo que ir al frente; y, aunque padeció —como casi todos— las privaciones que afectaron a la población civil, y su consiguiente angustia por él mismo y por sus seres cercanos, nada de todo eso ocupa en el texto un lugar particularmente relevante. Se alude a ello, desde luego, porque forma parte inevitable del paisaje vital al que en algún momento tuvo que enfrentarse el autor; pero ni es lo más decisivo en su relato, ni en ningún sentido lo caracteriza. Sentimos claramente, al leerlo, que lo que de veras es importante aquí podría haber ocurrido en cualquier otro tiempo, en cualquier otro sitio. Los accidentes externos, aunque sean del tamaño de lo que entonces (no para mucho tiempo, por desgracia) se llamó la Gran Guerra, pueden alguna vez ser su marco; nunca su sustancia.

Autor: admin 22 enero 2006

José Ignacio Foronda

Puede que dentro de unos cuantos años, cuando tengan hijos los hijos de mis hijos, no quede ningún pájaro en cielo y la Tierra sea un planeta aornos. Puede que entonces sólo crucen el aire sofisticadas máquinas, o que sólo puedan volar las personas que tengan las alas de la imaginación o que alcancen la levedad del sueño. Para ese tiempo sin plumas, para ese planeta sin pájaros, para ti, lector, que te aventuras por el cielo de papel de la literatura, escribo estas páginas con pájaros que vi volar o que otros escribieron. Y para esas personas que no conoceré pero que llevarán en algún eslabón de su código genético mi apellido, preparo este testamento, cofre de papel, tesoro de baratijas en el que nada se mueve si no es la sombra de un deseo: el vuelo.

Autor: admin 20 enero 2006

Israel Paredes Badía

Gaston Berlemont regentaba The French House, un pub situado en el barrio londinense del Soho, concretamente en Dean Street. Allí sigue, casi con el mismo aspecto que entonces a tenor de las referencias gráficas que se pueden cotejar. Su nombre no ha pasado a la historia de la literatura en mayúsculas, si no más bien como ejemplo del azar y la causalidad que en ocasiones operan dentro de ella. En verdad, su nombre es escasamente conocido. Sin embargo, ahí está. No pide a gritos el sitio que merece, que de alguna manera ya lo tiene, aunque, insisto, en minúsculas, más que nada porque ya no está entre los vivos; tampoco sus herederos parecen dispuestos a reclamarlo, quizá porque nada pueden sacar.

Autor: admin 19 enero 2006

Miguel d’Ors

(Posdata prologal: en el aeropuerto de Madrid subo al avión que va a conducirme a Nápoles. Mi asiento es el 2C, pasillo. Cuando doy con él, compruebo que en el 2D, ventanilla, hay un inconfundible italiano —un hombre maduro con una de esas caras cuatrocentistas, como de condottiero, que tanto abundan en aquel país— y que el sitio que me corresponde lo ha ocupado con su equipaje de mano. Tímida y cortésmente le insinúo al hombre que aquella es mi plaza, y que el equipaje la azafata le exigirá que lo coloque dentro del compartimento destinado a tal efecto. El tipo pone una cara muy expresiva que quiere decir “Bah, qué más da”, se levanta con su bolsa y uno y otra pasan con gran dignidad a los asientos 3C y 3D, detrás de mí. Al cabo de un momento vuelve a levantarse y se instala con su bolsa en los 1A y 1B, en la primera fila. Qué individuo más especial, digo para mis adentros.

Autor: admin 17 enero 2006

Marco Antonio Iglesias

La extraña figura del marqués de Valero de Urría fascinó en su día a quienes tuvieron el placer de conocerle y sigue fascinando hoy a quienes, degustadores de exquisitas rarezas literarias, nos hemos aventurado a bucear en las páginas más olvidadas del Parnaso. Conste que al decir “Parnaso” no me refiero aquí al habitado por las nueve musas quevedescas, ni al que cantara Cervantes en su célebre Viaje cuando “llegó al Parnaso, y fue del rubio Apolo / agasajado con serena frente”. No. Este es el Parnasse francés del siglo xix, o refinada escuela poética —helenismo, culto a la Belleza, desdeñosa impasibilidad y verso aristocratizante— que bebió en Baudelaire y tuvo en Leconte de Lisle, en Léon Dierx y en José María de Heredia a sus vates más eximios. Lo que es aquí, apenas estuvo representada por un par de diplomáticos (Juan Valera, Antonio de Zayas) y nuestro excéntrico marqués: renombrado bohemio en el Oviedo “regentado” por Clarín y quizás el parnasiano español más consciente de serlo.

Autor: admin 15 enero 2006

Carlos Ramos

Ganar el Pulitzer suele ser el resultado de una larga trayectoria en el ojo público. Obtenerlo es casi siempre la culminación de una carrera brillante. Jhumpa Lahiri consiguió en el año 2000 algo extraordinario: lo ganó siendo joven y con su primer libro. Sus amigos enloquecimos con la noticia. Ella parece que no.

El primer indicio que tuvimos quienes la conocíamos de que Jhumpa podía tener por delante una carrera como escritora fue justo al acabar su doctorado, mientras disfrutaba de una beca de creación en Provincetown (Cape Cod, en la costa de Massachusetts), y todos andábamos, con distintas intensidades, preocupados por el futuro y sus incógnitas. En poco tiempo, encontró un agente, vendió su libro Interpreter of Maladies (Intérprete de emociones, Ediciones del Bronce, 2000) y publicó una historia en The New Yorker. Era el año 1998 y lo mejor estaba aún por llegar. La colección se publicó en 1999 y fue recibida con entusiasmo por críticos y lectores. En abril de 2000, la bomba: el Pulitzer.