Archivo de junio, 2008

Henry James: Italian Hours

viernes, junio 27th, 2008

[Traducción de Hilario Barrero]

Henry James (1843-1916) un neoyorquino nacido en Washington Place que se nacionalizó inglés, autor de novelas como The Portrait of a Lady, The European, Washington Square y The Bostonians visitó Italia entre los años 1872 y 1909 escribiendo varios ensayos que aparecieron en diversas revistas de la época y que más tarde fueron reunidos en un libro de viajes titulado Italian Hours publicado en Boston y Nueva York por la editorial Houghton Mifflin el 20 de noviembre de 1909. Se trata de un libro clásico sobre Italia y, de una manera especial, sobre Venecia que no solo no ha perdido interés sino que, en ocasiones, parece recién escrito. En Italian Hours encontramos arte, religión, política, sociedad y vida cultural. Además de ser una guía que nos ayuda a perdernos para así encontrar la Venecia que todos buscamos, es también una obra literaria de un autor de la categoría de Henry James.

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Trenes hacia la nada

jueves, junio 26th, 2008

Iñaki Abad: Los malos adioses
Siruela, Madrid, 2007

El que un hombre llegue a una ciudad, en busca de alguien, sea aquella escenario o protagonista de la narración, es un esquema clásico de thriller con trasfondo político, que había utilizado con maestría Graham Greene en El factor humano (1950) y El tercer hombre (1950). En la novela que ahora nos ocupa, a un miembro del servicio secreto español, Fernando Sanmartín de Mayorga, protagonista también de la anterior novela del autor, El hábito de la guerra (2002), lo mandan a Nápoles con una doble misión: buscar a Isabel Varela, agente desaparecida, y cesar al responsable del espionaje en el sur de Italia, Tomás Salvador.

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Impresiones tunecinas

miércoles, junio 25th, 2008

Ricardo Martínez-Conde

Dicen que en estos días se puede observar en nuestro cielo marino del norte peninsular las nubes de nácar. Son unas nubes melancólicas, blandamente blancas, de un movimiento apenas perceptible —su aparente quietud no expresa movimiento a la mirada, pero sí la sensación de vida, otra forma de movimiento—. Son más propias del norte boreal, pero tal vez debido a los desconsuelos de la atmósfera, aquí se pueden apreciar en ocasiones.

En Túnez, un país también próximo al mar, no se aprecian estas nubes de rara hermosura ingrávida, pero sí otras de una virginidad casi alegre; menudas, distantes, parecen sonreír en ocasiones, y otras entoldan el cielo en un tono más prosaico-para proteger el paisaje del sol desnudo y persistente, aunque en febrero estemos todavía lejos de la canícula. Lo que puede decirse de este país enclavado en la costa sur del mar de la cultura, el Mediterráneo, es que es un lugar que guarda con respeto, dentro de la actualidad más cotidiana, la nostalgia de otras culturas. Hay, en sus construcciones, en el gesto de sus gentes, como un vivir horizontal propenso a un equilibrio realista, a una armonía dentro de lo que, obviamente, han de ser los intereses propios de un pueblo activo, apacible en el trato, intrínsecamente comercial…

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El placer por la palabra

sábado, junio 21st, 2008

José Ricardo Morales. Postrimerías

Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 2007

Existen ciertos libros que solo necesitan de un índice para cautivar el deseo de cualquier lector: La corrupción al alcance de todos, Las horas contadas, Recomendaciones para cometer el crimen perfecto… son solo una pequeña muestra del último teatro de Ricardo Morales, recogido aquí bajo el título de Postrimerías. Siete textos en los que la mera presentación de los hechos ya es de por sí sugerente, útil, eficaz; porque independientemente de lo que nos podamos encontrar, ya estamos ante una gran idea: tres personajes que debaten acerca de quién es el hombre al que deben enterrar; una mujer que dice hablar con los verdaderos actores de su drama: el público asistente; un hombre que habla solo junto a su cama, en medio de una calle desierta, en el vacío distante de la noche; una momia que medita sobre el poder y la ambición… Teatro de la sorpresa y la palabra, del símbolo, donde el texto cobra primacía ante la acción: un teatro en brazos de la renovación y el compromiso.

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Antes del fin

sábado, junio 21st, 2008

Michel Lefebvre Kessel-Moral. Dos reporteros enla guerra civil española

Traducción de Glòria Roset Arissó. Inédita Editores, Barcelona, 2008

Si escribo Belle de Tour es probable que el lector asocie al título de la novela los nombres de Luis Buñuel o Catherine Deneuve antes que el del autor de la misma, Joseph Kessel (1898-1979). Y sin embargo, en el periodo de entreguerras del pasado siglo, este hombre —hijo de un médico judío de origen lituano, que pasó su infancia en los Urales y estudió en París— se ganó prestigio y fama a una edad muy joven, tanto en el ámbito de la crónica periodística o el reportaje de actualidad como en el terreno narrativo, cosechando amplio éxito con su primera novela L’èquipage (La tripulación), de 1923, a la que seguirían Les coeurs purs, La Rose de Java, Uneballe perdue, Le Tour du malheur y unos cuantos más.

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Beber sueños

sábado, junio 21st, 2008

Álvaro Cunqueiro: El laberinto habitado

Edicións Nigra Trea, Vigo, 2007

Desde la muerte de Álvaro Cunqueiro (1911-1981) se han editado más de una docena de libros que reúnen artículos de su copiosa y dispersa producción. El laberinto habitado recopila y ordena los textos publicados por el autor en el semanario Destino entre los años 1961 y 1976, a excepción de los que anteriormente habían sido recogidos en libro. Cada colaboración en ese semanario consistía en un artículo y varias notas breves. En lugar de buscar la exhaustividad, quizás habría sido más acertado utilizar en la edición un criterio selectivo literario, que la descargara de los textos breves de menor interés. La editora atina al dejar para otra ocasión el reunir las colaboraciones más comprometidas de Cunqueiro en esa revista en el periodo 1938-1942.

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Felicidad parapléjica

sábado, junio 21st, 2008

Gilles Lipovetsky: La felicidad paradójica

Anagrama, Barcelona, 2007

Hay veces que da pudor escribir una crítica cuando bastan varios entrecomillados tomados del libro para que éste se explique por sí mismo sin necesidad de añadiduras vanas. Es este el caso de La felicidad paradójica de Gilles Lipovetsky. Aquí, en este ensayo implacable, rotundo, innegociable, aparecemos todos reflejados. ¿Todos? Pues sí: todos/toditos/todos.

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La levedad del ser

sábado, junio 21st, 2008

Juan Peña: Teselas

AE, Jerez, 2008

Últimamente parecen haberse puesto de moda las breverías poéticas, aforísticas y búdicas. Pues bien, acaso nadie, y no creo exagerar, domine estas distancias cortas como Juan Peña. Para ilustrar esta afirmación permítaseme una salida de tono: lean las Quadras que publicó Hiparión en 2006 (desprejuíciense de su autor, si les es posible), luego lean estas Teselas, y sabrán de qué les hablo.

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El árbol de la vida

sábado, junio 21st, 2008

Dionisia García: L’Albero (El árbol)

Levante Editori, Bari, 2007

A pesar de la tardanza en publicar sus poemas, Dionisia García (Fuente Álamo, Albacete, 1929), ya desde su primer título, El vaho de los espejos, publicado en 1976, nos mostraba con una voz rotunda y segura el germen en torno al cual giraría toda su obra posterior, que sería mucha, y notable. Aunque, eso sí, de alguna manera, al margen de las generaciones a las que por derecho pertenecía, obviada quizá por no haber publicado en la edad mítica de la veintena como el resto de sus coetáneos. Con una voz cotidiana, elegante, llena de matices, nos fue hablando de su entorno más inmediato, de la naturaleza de la vida y de las cosas y, sobre todo, dejó ya asentado con este título algunas de las constantes que iban a dar a la obra de esta gran poeta carácter de imprescindible a la hora de hacer un recuento de lo mejor de la poesía española: «el dominio de la palabra poética y el gusto, y el paladeo, de su significación», como tan acertadamente nos recuerda Francisco Javier Díez de Revenga en su interesante estudio «Dionisia García: verso y prosa de una escritora singular».

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Un rico en el ojo de la aguja

sábado, junio 21st, 2008

Upton Sinclair: Petróleo

Edhasa, Barcelona, 2008

El estadounidense Upton Sinclair (1878-1968) es conocido ante todo como el autor de La jungla, novela donde denunció las penosas condiciones laborales a que estaban sometidos los empleados de la industria cárnica de Chicago a comienzos del siglo xx.La repercusión del libro fue tal que llevó al presidente Theodor Roossevelt a promover un acta de control sobre el sector. Pero la producción literaria de Sinclair va mucho más allá. Fue un autor prolífico que tocó géneros diversos y rondó las noventa publicaciones, en las que se vieron reflejadas sus inquietudes sociales y políticas. Petróleo no se trata de una excepción.

La novela posee un arranque enérgico. Arnold Ross ha prosperado desde la condición de humilde carretero hasta la de productor independiente de petróleo. En compañía de su hijo, Bun, todavía un niño, recorre la California de inicios del siglo xx gestionando sus pozos y a la caza de nuevos yacimientos. Somos así testigos de la agitación producida por la explotación del oro negro: conflictos vecinales, compra-venta fraudulenta de tierras, competencia desleal entre compañías… El aparato documental que despliega Sinclair es notable. La perforación de los pozos, su explotación y el levantamiento del entramado industrial y social que se crea a su alrededor son descritos con detalle, ritmo e interés. Y mientras tanto va cobrando forma un personaje fascinante. Arnold Ross no se detiene ante nada ni ante nadie; buen conocedor del comportamiento humano, se sirve de las inclinaciones egoístas de los demás para lograr de ellos lo que desea. De este modo, y gracias también a su olfato para los negocios, su fortuna no cesa de aumentar. El personaje adquiere connotaciones bíblicas cuando, a la hora de hacerse con unos terrenos cuyo propietario es creyente devoto, improvisa un discurso en el que adapta el mensaje de las Escrituras a su propósito empresarial. Sus palabras hallan eco en un hijo del propietario, quien las adopta como guía para fundar la Iglesia de la Tercera Revelación. Arnold Ross ha inspirado una nueva religión.

Sin embargo la solidez narrativa desplegada por Sinclair se quiebra al adentrase en el segundo tercio de la novela. Tiene lugar en Rusia el alzamiento contra los zares y Bun, ya un adolescente, se siente atraído por el reformismo social. Dispone de un ejemplo más cercano del activismo proletario cuando, en vísperas de la entrada de Estados Unidos en la I Guerra Mundial, los trabajadores del petróleo se declaran en huelga a fin de que se regularice su situación. A partir de este punto la novela pasa a ser una interminable demostración de la sentencia bíblica: «Es más difícil para un hombre rico ingresar en el reino de los cielos que para un camello atravesar el ojo de una aguja». Y para Upton Sinclair el reino de los cielos adopta la forma del movimiento obrero.

Ahora Bun es el protagonista y su padre queda relegado a un segundo plano.

Se ha comparado a Upton Sinclair con Zola, pero mientras que el francés hace esclavos a sus personajes de un determinismo biológico, el determinismo que emplea el estadounidense es social. A pesar de sus buenas intenciones, Bun, rico heredero, se queda atascado en el ojo de la aguja al tratar de demostrar que es mejor que el camello de la célebre frase. En la universidad edita una publicación de propaganda socialista y sólo le salva de la expulsión la oportuna intervención de su padre. A sus amigos militantes detenidos los libera pagando las fianzas con el dinero del señor Ross. Dice creer en la causa obrera pero siempre dispone de la fortuna familiar para cubrirle las espaldas. Asiste a mítines de izquierdas donde «tenía el prejuicio de la serenidad y de la quietud. No esperaba que los trabajadores usaran maneras perfectas y hablaran un inglés impecable, pero ¿qué necesidad tenían de manotear y chillar? ¿No podían discutir sus ideas sin llamarse unos a otros «traidores a la causa» y «zafios esquiroles»?»; a renglón seguido frecuenta los salones de la alta sociedad y se codea con actrices de Hollywood, lo que le hace lamentar las tristes condiciones de vida de sus camaradas. Su indecisión y el plegarse una vez tras otra al parecer de los demás —su padre, sus sucesivas novias, los portavoces del izquierdismo moderado y también los del radica— lo vuelven un personaje antipático.

El continuo debate interno de Bun lleva al lector a desear que Sinclair hubiera arrinconado al personaje hasta que éste adoptara una decisión. Porque hay cosas muy interesantes que mientras tanto están ocurriendo. Se producen paros en los pozos, los trabajadores se enfrentan a rompehuelgas armados, hay debates internos entre moderados y radicales, hay detenciones, hay censura informativa. Y por otro lado está Arnold Ross, que ha dejado de ser un mero productor independiente para convertirse en un magnate del petróleo, lo que le permite adentrarse en la ciénaga de la corrupción política y mover hilos para comprar ni más ni menos que un presidente. Pero todo esto constituye tan solo un telón de fondo. El foco de atención de Sinclair es otro. Petróleo fue publicada en 1927 y su autor deseaba comprobar hasta qué punto el movimiento obrero podía conmover una conciencia a priori poco proclive a ello.

There Will Be Blood, la reciente adaptación al cine de la novela, guionizada y dirigida por Paul Thomas Anderson, resulta muy útil a la hora de valorar Petróleo después del tiempo transcurrido desde su publicación. En la película, la trama obrera ha desaparecido de un plumazo. Bun queda reducido a personaje secundario, el protagonismo recae sobre su padre y la narración abarca sólo el primer tercio del libro. Se exploran las motivaciones del buscador de petróleo y el precio moral que paga en su ascenso al olimpo de los negocios. Los sólidos resultados obtenidos por Anderson demuestran su sagacidad como adaptador y también, al actuar como contraste, lo mal que envejece la literatura política.

Jon Bilbao