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Novedades en Crisis de Papel

  • A la altura de las circunstancias  Simon ArmitageAvión de papel. Poemas escogidos 1989-2014Traducción, prólogo y notas de Jordi DoceImpedimenta. Madrid, 2024. La poesía sigue un movimiento pendular: tiende a acercarse o a alejarse lo …
  • Ensueño napolitano  Juan Antonio González IglesiasNuevo en la ciudad nuevaVisor. Madrid, 2024. En la corte de los antiguos virreyes de Nápoles, había siempre un acompañamiento de poetas. Como Garcilaso, como Aldana, com …
  • Contra el tiempo  Miguel Sánchez-OstizGeografía de la venturaSelección y prólogo de Alfredo RodríguezBartleby Editores. Madrid, 2024. El deliberado silencio o la ruidosa polémica que acompañaron a muchas de las obras …

Novedades en Café Arcadia

Autor: admin 7 noviembre 2008

Antonio Moreno

Para la escritora Jan Morris una imagen de la felicidad sería marchar en automóvil por alguna carretera solitaria de Castilla; conducirlo acompañada por no recuerdo qué música, alguna pieza jazzística tal vez, o puede que algún concierto de Mozart, aunque no importa mucho ser precisos en este punto, porque el contenido de esa representación de la dicha tampoco cambiaría demasiado.

La vida de Jan Morris —nacida en 1926, hoy aún vive— resulta bastante singular. Fue, entre otras cosas, oficial británico del 9.º Regimiento de Lanceros de la Reina —cargo que hoy nos evoca los tiempos de un Kipling, más que los de la propia Morris—, corresponsal del Times, y también formó parte de la expedición que por vez primera coronó el Everest, en 1953. En 1972, a los cuarenta y seis años de edad, cambió de sexo en Marruecos, donde fue intervenida. Entonces debió divorciarse de la mujer con la que tuvo cinco hijos y con quien, según informaron los periódicos, ha vuelto a casarse este mismo año, el 2008, puesto que en realidad nunca había dejado de convivir junto a su familia. El deseo de las dos ancianas es que cuando mueran las entierren cerca de su casa, bajo un epitafio que rece: «Aquí hay dos amigas, al final de una vida juntas». Tras su metamorfosis, Morris continuó viajando y escribiendo excelentes libros de viajes y de historia. De todo esto habla la escritora en Conundrum (1974), el absorbente libro autobiográfico —en 1976 se tradujo al español con el título de El enigma— en donde refiere su trayectoria vital hasta aquel momento.

Autor: admin 6 noviembre 2008

Antonio Colinas

Ascendiendo en la tarde por una empinada escalera de piedra alguien me dice que ha sido recientemente excavada y que la han datado en el siglo i. Viene orillando entre ruinas el valle del Cedrón desde el Monte de los Olivos. Dicen que con toda seguridad fue la que Él subió aquella noche de su detención hasta estas alturas donde se hallaba la casa de Caifás.

Como en tantos otros lugares sagrados o históricos de esta tierra aquí lo verdaderamente auténtico es el subsuelo: aljibes, canales, grutas y cavernas. Ahora, otra gruta, los restos de una posible prisión y en la pared de roca una mancha como de sangre con figura humana.

Autor: admin 5 noviembre 2008

Isaías Lerner

Después de la revolución militar que sacó del poder al presidente Perón en 1955, las universidades argentinas, y en particular la de Buenos Aires, comenzaron un periodo de recuperación y renovación que, por lo menos en la de Buenos Aires, supuso la reincorporación de muchos docentes que el régimen peronista había excluido ya sea por razones políticas o por mero favoritismo; la confirmación de otros, y el nombramiento de nuevos catedráticos que, por complejos motivos, habían permanecido hasta entonces al margen de la docencia universitaria.

Autor: admin 4 noviembre 2008

En las quebradizas páginas de los viejos periódicos se conserva, mejor que en ninguna otra parte, el rostro del presente. Asomarse a ellas es subirse a la máquina del tiempo, dejar de lado las deliberadas o involuntarias deformaciones de la historia. Una mañana de noviembre de 1912, mientras contemplaba el escaparate de una librería, fue asesinado José Canalejas, presidente del Consejo. No había entonces Internet, ni televisión, ni siquiera radio, pero a las pocas horas ya los diarios ponían en las atónitas manos de los madrileños los principales pormenores de la tragedia. Sucesivas ediciones irían añadiendo nuevos detalles. La crónica del Heraldo de Madrid, una anónima obra maestra del periodismo informativo, mantiene intacta toda la desasosegante emoción de aquellos instantes. Ninguna reconstrucción literaria podría igualarla en intensidad.

Autor: admin 3 noviembre 2008

Vicente Duque

¡Y cómo soportaría yo ser hombre si el hombre no fuese también poeta y adivinador de enigmas y el redentor del azar!

(Así habló Zaratustra, «De la Redención»)

… apariencia y fuego fatuo y danza de fantasmas

(La gaya ciencia, aforismo 54)

Maestro de la sospecha

«Maestro de la sospecha» llamó Michel Foucault a Nietzsche. El epíteto hace referencia a esa dimensión del pensamiento nietzscheano que durante mucho tiempo ha permanecido eclipsada por las grandes cuestiones del superhombre o el eterno retorno, cuestiones impregnadas por toda una literatura crítica posterior —sobre todo cuanto atañe al ideal del superhombre— de ciertos atavismos románticos, deudores de una concepción todavía metafísica de una historia poco o nada coherente con la concepción que se hacía el propio Nietzsche de esa misma historia, y de la cultura de la selección que la construye, como valor. El filósofo sería el creador de valores, y entre ellos se incluye a la misma construcción conceptual llamada «razón», en realidad un largo proceso degenerativo en el que se han ido afirmando los ideales nihilistas, los que niegan todo cuanto es fiel al «espíritu de la tierra». El consenso de los sabios, de todos aquellos que desde Sócrates se empeñaron en implantar de manera permanente «contra los apetitos oscuros» una luz diurna —se afirma en Crepúsculo de los ídolos— es una expresión de decadencia. El impulso ascendente de la razón no es sino la fórmula invertida de una enfermedad, un método de sanación que agrava lo que pretende corregir. De la sospecha, que aquí es sospecha de las construcciones de la razón, se deriva, casi instintivamente, el gesto del hermeneuta, del «perforador», del «horadador», del «socavador» de los bajos fondos que hurga «hacia abajo, hacia el fondo, hacia adentro, / hacia cada vez más profundas profundidades».

Autor: admin 2 noviembre 2008

Rosa Navarro Durán

Los griegos crearon su religión con tanta riqueza imaginativa que los mitos que la forman se han convertido en uno de los pilares fundamentales de nuestra cultura; se han recreado en todas las artes, y seguirá haciéndose porque la sola evocación del nombre de uno de sus personajes lleva consigo su historia; así el creador, si quiere, no tiene que contar nada, porque el lector, el observador o el público, sabe ya de qué le está hablando o qué está traduciendo al lenguaje de la música o de las otras bellas artes. Los mitos se viven además cotidianamente en formas muy diversas: dando nombre a vivencias o a complejos; podemos ser Narcisos o tener un Edipo, y todos somos sufrientes Sísifos si no hemos conseguido imaginar una forma estimulante de llevar una y otra vez la enorme piedra a la cima del monte de nuestro diario discurso vital.

Autor: admin 1 noviembre 2008

Manuel Neila

A finales de los años cuarenta, Juan Ramón Jiménez se extrañaba de que el aforismo, tan popular en España bajo la forma de refranes y sentencias, y tan frecuente en la escritura de algunos clásicos españoles, «no sea semilla propia de más escritores españoles contemporáneos, como lo ha sido y lo sigue siendo en la escritura jeneral europea». Al mismo tiempo, declaraba haberlo cultivado desde sus diecinueve años, es decir, desde el año inaugural del siglo, y reclamaba «la satisfacción disgustora de escitarlo de diferente manera en la escritura española contemporánea». Respecto a la escasa incidencia del género aforístico en la literatura española de su tiempo, no parece que el lírico de Moguer estuviera en lo cierto, a juzgar por el número y la calidad de nuestros aforistas, que a la sazón ya habían hecho públicas algunas de sus obras más significativas. Respecto a su primacía y a su influencia posterior como aforista, solo admite la comparación con el innovador Ramón Gómez de la Serna, que pretendía haber creado en 1910 la greguería, esa suerte de aforismo alado y risueño.

Autor: admin 25 septiembre 2008

David Lynch: Atrapa el pez dorado

Mondadori, Barcelona, 2008

Poco parecen tener que ver el David Lynch cineasta con el que reflexiona por escrito sobre “Meditación, conciencia y creatividad”, que tal es el subtítulo de este volumen. Comenzamos a leer y nos sentimos decepcionados. Parece solo un libro más de autoayuda. Así termina: “Que todo el mundo sea feliz. Que todo el mundo esté libre de enfermedades. Que haya buenos auspicios por doquier. Que nadie conozca el sufrimiento. Paz”. Pero hay algo más que buenas intenciones en estas páginas de tono conversacional: inteligencia, sentido común, precisos apuntes sobre el cine y los mecanismos de la creatividad. Para crear historias oscuras hay que pensar claro; para dar vida a personajes fascinantes y atormentados, estar a gusto consigo mismo. El artista tiene la obligación de ser feliz. David Lynch pretende ayudarnos a conseguirlo. Aunque nos mostremos escépticos, no por eso perdemos el tiempo escuchándole.

L. D.

Autor: admin 25 septiembre 2008

Fernando Menéndez: Hilos sueltos

Difácil, Valladolid, 2008

Las pocas páginas de este libro bastan para contener tres libros distintos. El primero, a modo de prólogo, se titula «Notas sobre el aforismo» y lo firma José Ramón González. Sintetiza la bibliografía sobre el tema y formula dos o tres ideas particularmente fértiles. Los otros dos libros aparecen uno dentro del otro. El poeta Fernando Menéndez, que tanto gusta de las formas breves (toda su poesía tiende al haiku), entrevera los aforismos propios con una selecta colectánea ajena. No faltan los nombres bien conocidos —Valery, Cioran, Bufalino—, pero la mayoría son de autores escasamente frecuentados por el lector español: Longanesi, Merini, Bernasconi, Gervaso…

Autor: admin 25 septiembre 2008

Ana Rodríguez Fischer y Eric Lax: Conversaciones con Woody Allen

Lumen, Barcelona, 2008

Quizá sea este voluminoso libro, que al lector español le viene de perlas por coincidir su publicación en castellano con el estreno ibérico de Vicky Cristina Barcelona, toda una rareza que precisa de un juicio de valor exento de precipitación, el que más cerca esté de ofrecer todo lo que el cinéfilo siempre quiso saber sobre Woody Allen y nunca pudo preguntarle.