Pere Gimferrer
Tornado
Seix Barral, Barcelona, 2008
«Volverán los oscuros venecianos / de tu balcón sus versos a colgar…» Sí, lo confieso: la lectura de Tornado de Pere Gimferrer es una reincidencia. Quizás pertenezca yo a esa legión de lectores que por inercia, o por el canto de sirena de los antiguos oropeles, se obstina en no negarle al poeta catalán el beneficio de la duda. Y eso que Amor en vilo más que una Razón de amor, o un envío etéreo, era todo un peso pesado; un argumento, en sí, inapelable.
Pero vayamos a Tornado, al libro que ahora nos deleita. Digo bien, deleite, pues las moradas del placer pueden ser muchas y la comicidad es una de ellas. ¿O es que acaso es posible leer en clave de erotismo versos como «el bronce y el badajo que me propones», «yo quisiera vivir para que me empales», «y en tus nalgas de oro un polvorín», «me descalzan los labios de charol de tu vulva» y etcétera? Un auténtico jardín de las delicias, ya digo, pero pasado por la óptica más delirante del Bosco.