Autor: admin 21 enero 2009

Josep M. Rodríguez
Raíz
Visor, Madrid, 2008

«No es poeta aquel que no ha sentido la tentación de destruir o crear otro lenguaje», escribió Octavio Paz. Esta tentación se ha convertido, en la poesía española última, en un claro proyecto ambicioso y necesario, y para bien o para mal, el lenguaje de la poesía está cambiando, lo cual trae también consigo que determinados discursos literarios se vayan volviendo obsoletos, además de un cierto desconcierto crítico y lector. Pero sobre todo nos brinda una belleza nueva, otra intensidad. Una de la voces que viene protagonizando ese proyecto es la de Josep M. Rodríguez (Súria, Barcelona, 1976); su obra, sobre todo desde Frío (Pre-Textos, 2002) y La caja negra (Pre-Textos, 2004), encabeza una nueva manera de afrontar con acierto dilemas estéticos como la conciencia de lo real, las identidades del yo o la expresión de las emociones y los afectos. Con su nuevo poemario, Raíz (Visor, 2008), ganador del VII Premio Emilio Alarcos, Rodríguez desarrolla y termina de delimitar un rico territorio y un paisaje de enorme singularidad.

Autor: admin 21 enero 2009

Francisco Alba
El contrario
Pre-Textos, Valencia, 2008

Trece años ha tardado Francisco Alba en publicar su segundo libro de poesía, después de llegar a unos pocos lectores con el primero, Teoría de la culpa (1995), libro que contenía algunos excelentes monólogos dramáticos, donde se daba voz a Kepler, Pascal o Giordano Bruno.

La actitud de Alba en este segundo poemario es la del incorregible nihilista, la de un hombre que no atisba una sola luz entre la oscuridad. Sus maneras en el poema van de lo socarrón a lo desolado, de la parodia al estremecimiento, con efectividad desigual. Su paisaje es siempre un paisaje en ruinas; la fuente de sus poemas son las infinitas lecturas, las agrias lecciones de la historia; los seres humanos somos en este libro poco más que unos simios confusos y sanguinarios.

Autor: admin 21 enero 2009

Orhan Pamuk
Otros colores
Mondadori, Barcelona, 2008

Este libro de fragmentos, de perfiles de instantes, puede leerse gratamente como coda a su evocativo Estambul. Ciudad y recuerdos. Los lectores de Pamuk volverán a reconocer la textura de la ciudad por la que viajaron de la mano de un niño que se iba haciendo mayor. De nuevo es la ciudad —Estambul— la excusa para hablar de sí mismo, de su narrativa, de la identidad compleja del yo individual y el yo colectivo.

Estos fragmentos apuntalan el todo de una autobiografía. Salvo para los cegatos sin remedio, la vida nos va insinuando los detalles, los pliegues inadvertidos de que está hecha y sin los cuales no podría explicarse en su extraña plenitud. Pamuk los retoma en este libro, cosa que agradecen las finanzas de sus editores y, de paso, sus muchos lectores.

Autor: admin 14 enero 2009

Toni Montesinos

A Rita Varela

Cual aéreo travelling cinematográfico, la parte sur y el perfil derecho de Manhattan se convierten en una de las panorámicas más absorbentes, más mentirosas y perfectas, que se pueden contemplar desde el cielo. Por la ventanilla de un pequeñísimo avión que ha salido de Filadelfia rumbo al aeropuerto de La Guardia y que a esas alturas de travesía ya vuela muy bajo, se divisa la ciudad de una forma inolvidable, excepcionalmente limpia y serena. Son toneladas de cemento y vigas organizadas en edificios, tras una estatua isleña con el brazo levantado y el rectángulo verde del parque, que se clava en la memoria para siempre de ese modo irreal que el recuerdo intensifica, con las ganas de volver donde se estuvo no en una futura y nueva oportunidad, sino en aquella misma que se vivió, como si uno pudiese, a lo antiheráclito, embriagarse en el mismo río dos veces.

Autor: admin 13 enero 2009

Ana María Reviriego

Los grandes ausentes de este viaje serían los libros, yo para no irme huérfana, el último día, como la maleta ya rebosaba y no se podía llevar más, eché mano a la estantería y cogí uno al azar, era el libro de poemas Alas, de Inma Chacón, me pareció un buen título pensando que dentro de dos horas echaría a volar por los aires hasta Singapur, así que lo metí deprisa en el bolso de mano y se vino conmigo. Saliendo de Frankfurt, donde habíamos hecho escala, se me ocurrió abrirlo y me encontré con una foto mía y de mi hijo (al que iba a ver) en Dresde, de espaldas a la catedral y al río, y el primer poema en que Inma le dice a Dulce que se volvió a Vietnam y el segundo regálame Berlín, demasiadas coincidencias para yo no pensar que todo tenía que ver con la buena estrella que preveía para este viaje, a mi cabeza acudieron las palabras bueno y bien, de golpe. Seguro que sería el signo del viaje.

Autor: admin 11 enero 2009

Alfonso López Alfonso

VIDA Y LITERATURA

A finales del siglo i a. C. el mayor de los poetas latinos, Virgilio, estaba a punto de terminar la Eneida, una obra épica y fundacional que reescribía la historia de Roma hasta los albores imperiales. El escritor no se encontraba del todo contento con el resultado, sentía que a lo escrito le faltaba algo, que le faltaba precisión, exactitud, que debía ser más fiel a lo que había inventado, y por eso decidió embarcarse para conocer las costas griegas que tenían una presencia desencadenante en su epopeya. Su plan no salió bien: llegar a Atenas, encontrarse con el autonombrado hombre-dios o emperador Augusto, coger una insolación y regresar del viaje con la muerte susurrándole plácemes al oído fue todo uno, pero el caso es que a Virgilio algo le había incitado a ir más allá de su imaginación, a atornillarla, si se quiere, a una realidad algo geológica. Eso es lo que ahora nos interesa.

Autor: admin 6 enero 2009

Antonio Rivero Taravillo

Poco es lo que sabemos, aún hoy, de Serafín Fernández Ferro, el joven gallego que robó el corazón a Luis Cernuda y le inspiró uno de los mejores poemarios de su primera época, Donde habite el olvido. Y, sin embargo, ya hay un buen número de datos, dispersos aquí y allá, que juntos permiten alcanzar una imagen más o menos fiel de aquel muchacho que también llegó él mismo a componer poesía y que tras alternar con varios miembros de la Generación del 27 y luchar en la guerra civil, y ser actor en Sierra de Teruel, la película de André Malraux en la que colaboró Max Aub, se trasladó a México a llevar una vida oscura y relativamente pronto truncada. Las siguientes páginas son el ordenado acopio de todas esas informaciones fragmentarias, en parte recopiladas en 1999 por Miguel Longo Fermoso, más la incorporación de investigaciones recientes entre las que se incluyen las realizadas por el periodista mexicano Antonio Bertrán, que ya ocupó hace pocos años la atención de los estudios cernudianos al localizar en la Guadalajara de Jalisco al amor crepuscular de Cernuda, el culturista Salvador, protagonista mudo de «Poemas para un cuerpo». Son, en definitiva, los capítulos, aún en el aire, de lo que podría dar para una sugerente novela.

Autor: admin 5 enero 2009

Luis Pérez Ortiz nació en León (1957), pero emigró a Madrid en 1965. Es licenciado en Bellas Artes y Filosofía, así como profesor y pintor muy esporádico. Se gana la vida haciendo de ilustrador profesional (firma: LPO), especializado en artículos de opinión y caricaturas de escritores. Ha publicado las novelas La escondida senda (1998), Apuntes de Malpaís (1998), Balneario de almas (2000), las tres en la editorial Lengua de Trapo, y Anonimato (2006, en la ovetense editorial Laria), así como diversos artículos y relatos, entre ellos «La retribución», en el volumen colectivo Daños colaterales (2002, Lengua de Trapo). Fue miembro fundador de la revista intermitente de creación Massaconfusa.

Autor: admin 4 enero 2009

Santiago Beruete

ERATO, INSULA POETARIUM

… pero cuando el Estado toma a su cargo a los artistas, 
triunfa el mal gusto.

(Ernst Jünger)

Se ha escrito que los poetas son pésimos gobernantes. Tal vez como reacción a esta tesis, citada con frecuencia desde los tiempos de Platón, surgió entre los pensadores utópicos del Renacimiento la idea de que una república gobernada por poetas no solo sería más armoniosa sino también más justa. Siguiendo las enseñanzas de esta nueva filosofía, una caterva de versificadores y coplistas, capitaneados por Mario Aleixandre, protagonizó el primer y único intento que recuerda la historia de fundar una república de las letras. Esta ciudad, bautizada en honor de la musa de la poesía con el nombre de Erato, ocupaba una de las islas del lago Trasimeno.

Autor: admin 3 enero 2009

Eduardo Halfon

La culebra desapareció rápido bajo unos cojines. Maite inmediatamente se llevó a los tres niños al dormitorio principal, en el segundo piso, mientras Jorge, con su hierro nueve en las manos, se encerró en la salita —para que esta vez, según gritó desde adentro, no se le escapara— y empezó a tirar los cojines y a remover los muebles y a gruñir obscenidades. Arriba escuchaban los alaridos. Maite tenía en los brazos a Jorgito e intentaba calmarlo. Gaby hablaba del color pardo de la culebra, de su tamaño y posible veneno, de los sitios exactos donde la habían visto, de las razones por qué seguía metida en la casa después de tantos meses.

—Podría ser una cantil o quizás una coral —dijo—, cuyo veneno es muy parecido con el de las cobras. ¿Sabías tú eso, mami? Pero no creo que sea una coral. Es demasiado gordita.