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El despertar a la vida

martes, julio 15th, 2008

Soledad Puértolas: Cielo nocturno
Anagrama, Barcelona, 2008

Un grupo de jóvenes, chicos y chicas, semidesnudos, alegres, risueños, casi eufóricos, se bañan en un río rodeado de frondosos árboles. Suroeste de Francia, 1962. Se abrazan, se tocan, se salpican, juguetean. Es una imagen poderosa, cine en estado puro, rebosante de optimismo, de vitalidad, de elegante sensualidad. Pertenece a Los juncos salvajes, espléndida película de André Techiné, quizá su mejor obra junto a Los ladrones, con unos soberbios y contenidos Catherine Deneuve y Daniel Auteil. Y esa imagen, la de la película, me viene a la memoria después de leer esta nueva novela de Soledad Puértolas, tan vital, tan llena de vida. El despertar a la vida de una muchacha que pasó sus primeros años en un colegio de monjas y que, de repente, tras abandonarlo, se encuentra con las revueltas sociales de un país, el nuestro, que surgen en los sectores más liberales, universitarios principalmente, después de estar acribillado durante cuarenta años por una infame dictadura, la dictadura franquista.

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Memoria fiel

lunes, julio 14th, 2008

Cristina Grande: Naturaleza infiel

RBA Libros, Barcelona, 2008

«Sólo se inventa mediante el recuerdo», decía el francés Alphonse Karr. Sin embargo, la desigual manipulación de los recuerdos aleja a la buena literatura de la que no lo es. Predominan los fraudes con vitola de novela que sólo son relatos, más o menos bien expuestos, de experiencias que no trascienden, de anécdotas familiares que podríamos encontrar en la biografía de casi cualquiera que se propusiera escribirla. Por el contrario, ejemplos de feliz fusión entre ficción y memoria nos remontan a Homero y excederían el espacio de esta reseña. Es la habilidad de injertar recuerdos —ficticios o no— dentro de una historia, cual hilo invisible que vertebra lo narrado, lo que realmente discrimina y a la postre nos depara una lectura estimable.

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Mutatis mutandis

domingo, julio 13th, 2008

Varios autores: Mutantes. Narrativa española de última generación.
Selección y prólogos de Julio Ortega y Juan Francisco Ferré Berenice, Córdoba, 2007

El mutante es el que muda, el que toma otro estado o forma; esto, extendido a la práctica literaria, sería condición sine qua non de todo escritor, que, recibiendo la herencia genética de la tradición, crea un nuevo cromosoma, un nuevo organismo. ¿Son los jóvenes autores españoles capaces de producir mutaciones artísticas de relieve? La presente antología pretende responder a esta pregunta, tan inevitable de hacer en cada generación, tan delicada de plantear, por otra parte, si no se fundamenta en un criterio homogéneo que dé corporeidad al conjunto que se propone.

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La nostalgia como neuralgia, o el encanto y el riesgo de los retornos

sábado, julio 12th, 2008

Ana Rodríguez Fischer

El viajero camina «entre sus propias alergias y descompensaciones», según sostiene y nos muestra Claudio Magris en su periplo por el Danubio. Por eso a los Ulises modernos los vemos hurgando en el fondo propio para pescar una razón o un deseo a menudo relacionados con la autobiografía y el pasado familiar, muy especialmente si por sus venas corre sangre de exilio, destierro o emigración. Por eso algunos parten hacia un lugar desconocido, impulsados por un sentimiento atávico, según nos muestra, por ejemplo, Paul Theroux en la Patagonia, lugar que además de entrañar la promesa de un paisaje desconocido y la ocasión de una experiencia de libertad, o de ser «la parte más austral de mi propio país, el punto de destino perfecto», era también un modo de completar el viaje que había querido hacer su bisabuelo, un italiano emigrado a la Argentina en 1901.

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El mar, el mar, el mar

sábado, julio 12th, 2008

José Luis García Martín

Solo, en el muelle desierto, esta mañana de verano… Así comienza la «Oda marítima», de Álvaro de Campos. No estoy yo solo esta mañana de verano en la dársena de San Agustín, entre las vías y las grúas, mientras espero para embarcar a bordo del Creoula. Con igual impaciencia aguardan el momento de iniciar su primera singladura los instruendos, los alumnos de la Universidad Itinerante de la Mar.

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Grossmann y Littel. Las utopías producen monstruos

viernes, julio 11th, 2008

Eugenio Fuentes

Una de las experiencias lectoras más estimulantes que se pueden abordar en estos meses de verano, cuando las vacaciones nos conceden más horas libres para los libros sólidos, es leer sucesivamente dos novelas grandes en tamaño y calidad, de largo recorrido y de profundo aliento: Vida y destino, de Vasili Grossman, y Las benévolas, de Jonathan Littell. Las dos tienen más de mil páginas y demuestran que la potencia y el músculo le vienen bien a la literatura. Las dos han sido comparadas a Guerra y paz por su temática bélica, por la amplitud geográfica y temporal de los acontecimientos, por la multitud de personajes, por la ambición totalizadora del relato y por la trascendencia última de sus temas: la vida, el destino, la muerte.

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Vernon Lee, o la vida como una jardinería

jueves, julio 10th, 2008

Jorge Ordaz

Cela est bien dit,» répondit Candide; «mais il
faut cultiver notre jardin.

(Voltaire)

AMISTADES

Su lista de amistades constituye una especie de Who’s who de grandes personalidades de la época: Walter Pater, Robert Browning, Edmund Gosse, H. G. Wells, George Bernard Shaw, Henry James, Edith Wharton, Bernard Berenson, Maurice Baring, Aldous Huxley, Mario Praz… Con todos tuvo sus más y sus menos; con algunos acabó rompiendo; con ninguno, a excepción de Baring, tuvo una amistad que pudiera considerarse como estrecha y prolongada en el tiempo.

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K. (José Manuel Benítez Ariza)

miércoles, julio 9th, 2008

La gata K. duerme en un sillón, a mi lado, hecha un ovillo. Una cosa es cierta: pese a su felina independencia, busca y solicita nuestra compañía. Tiene toda la casa para explorar, hay un calefactor encendido en otra habitación, hay cojines más mullidos en otras zonas de la casa, y una manta en la que arrebujarse, y diversos objetos más o menos peludos y blandos distribuidos en otros tantos lugares estratégicos, para su regocijo. Pero un inexplicable instinto gregario, contrario —creo— a sus instintos naturales, la lleva a permanecer junto a mí y cerca de lo que debe ser, para su curiosidad infinita y siempre alerta, una molestísima sucesión de ruidillos insidiosos e intrigantes, los que hago mientras escribo. De vez en cuando salta a la mesa y acecha los vaivenes del cursor sobre la pantalla luminosa del ordenador. O se da un garbeo tras el monitor, rozando el lomo con la rejilla tibia del aparato. Me da un poco de vergüenza confesarlo, pero, en tardes como esta, en las que estar aquí supone una especie de opción inconfesable por la soledad, ella me absuelve, me acompaña, me vacuna contra ese especie de olvido de uno mismo al que conduce la soledad buscada. La veo y asumo mis responsabilidades de animal gregario. Y le acaricio el lomo, aun sabiendo que ella es también una solitaria, y no siempre le gusta, y a veces intenta morder la mano que la mima.

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Las horas desnudas (Fernando Sánchez Alonso)

lunes, julio 7th, 2008

Primera hora: de la muerte y otros aspavientos

Construida con sillares gordos de arenisca y siglos, la sacristía de la colegiata de Toro ofrece pacientemente un cuadro que los visitantes suelen premiar, cuando lo ven —y dicho sea esto sin animus jodiendi—, ajustando una mirada de indiferencia o disgusto entre los párpados. En efecto, obedientes a los catecismos turísticos que les ordenan detenerse frente al prestigio de una mosca que descansa desde el siglo xv entre los pliegues nervudos del manto de la Virgen y que da nombre a la tabla pintada, o tal se cree, por Gerard David, los turistas agolpan sus mejores onomatopeyas delante del dichoso díptero. Luego, cuando han visto y examinado a la mosquita inmortal, se marchan en paz y en gracia de Dios. Poco les interesan los cantorales, la orfebrería y demás objetos que custodia la sacristía, ni tampoco el cuadro al que hacíamos mención en el introito. ¿Qué tiene? Bueno, dentro de los colores prietos y foscos, tiene un san Jerónimo —copia de una obra de José de Ribera—, sobresaltado por el jipío supitaño de la chiflata de un ángel y rodeado de los atributos que lo distinguen: el león, la calavera y el recado de escribir.

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Carlos Costán a la Intemperie (Julio José Ordovás)

domingo, julio 6th, 2008

En la confluencia entre el Coso Alto y el Coso Bajo de Huesca, conocida como Las cuatro esquinas, hay varios bares, y en uno de ellos he quedado con Carlos Castán. Es domingo y Carlos Castán ha salido a comprar el pan y el periódico. No hay ninguna diferencia entre los bares de las pequeñas y de las grandes ciudades españolas: todos son terriblemente ruidosos. Vamos al antiguo casino de la ciudad buscando un rincón tranquilo y, gracias a que hace una mañana espléndida y la gente está disfrutando de ella en las terrazas, lo encontramos en la sala de fumadores.

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