Archivo de autor

El silencio roto de Carmen Laforet

sábado, marzo 21st, 2009

Inmaculada de la Fuente

Carmen Laforet sigue siendo la voz más misteriosa de la literatura española del siglo xx. Guardó para sí zonas de sombra, enigmas personales y literarios que no quiso compartir con nadie ni revelar en vida. Selló de tal modo algunos de sus secretos que ni siquiera ella misma se atrevió a abrirlos más tarde. Se replegó en el silencio en la segunda parte de su vida, años después de haber escrito Nada, un icono de la literatura de la posguerra, algunas novelas más, diversos relatos y libros de viaje. Pasó del resplandor a la penumbra por propia voluntad. Marcó a varias generaciones de lectores que quisieron saber más de una autora que les fascinaba y a la vez se les desvanecía, incitándoles a seguir su huella. Hasta dibujar en el imaginario colectivo una figura tan mítica como inalcanzable.

Nada obtuvo el primer premio Nadal (1945) y revolucionó no sólo el mundo literario sino la vida misma de Carmen Laforet. Cualquier historia de posguerra empalidece ante esta brillante y asombrosa novela escrita en 1944 por una universitaria de 23 años. En pocos días, se vio encumbrada como escritora de un talento singular, como si ya estuvieran en sus manos los logros que sólo consigue un autor maduro. En parte se debió a su juventud y a su condición de mujer, pero sobre todo a la inusual perspectiva desde que escribió Nada. Una nueva edición de Destino ofrece en estos días esta novela mítica que cada vez que se relee aporta algo inesperado, como si admitiera diversas lecturas. ¿A qué se debe tal milagro? Sin duda a la frescura de su prosa y al estado de gracia en que Laforet la escribió.

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No, no lo veo

jueves, marzo 12th, 2009

Richard Yates
Las hermanas Grimes
Alfaguara, Madrid, 2009

Los cinéfilos agraciados con el don de almacenar información inútil —lo que incluye a muchos o a casi todos— quizá recuerden una escena de Hannah y sus hermanas en que Barbara Hershey agradece a Michael Caine que le haya prestado un libro de Richard Yates titulado Desfile de Pascua. Bien, pues Desfile de Pascua y Las hermanas Grimes —novela objeto de la presente reseña— son el mismo libro. El motivo del cambio de título puede ser, quizá, que la novela está protagonizada por dos hermanas que se apellidan Grimes. Otro motivo puede ser que de esta forma el título suena más femenino, y como las mujeres son las principales clientas de las librerías…

Las tripas de la novela, eso sí, siguen siendo las mismas. Y es una suerte, porque se trata de una obra más que notable. Es comprensible que Barbara le agradezca a Michael el habérsela prestado.

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El Madrid de Cervantes

viernes, marzo 6th, 2009

Pedro García Martín

El Madrid al que allega el joven Miguel de Cervantes, endomingado merced a su recién nacida Corte, estaba cojo de orientación. Apenas poseía tres puntos cardinales: un palacio vetusto, un camino alargado y un curso fluvial más bien escaso.

La residencia soberana, asentada sobre solar moruno cerca de la plaza de Oriente, erigía su inmensa mole parda entre jardines solazados y huertas floridas. Escenario ameno que no era óbice para el deambular de duendes por sus frías estancias, el requebrar de amantes fantasmales por sus pasadizos misteriosos, el crujir de extraños ruidos que alimentaban el magín ya de por sí supersticioso del vecindario. La salsa de las hablillas, a día siguiente, en los corrillos de Las Losas de palacio.

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Javier Gomá. la educación del héroe

viernes, marzo 6th, 2009

Javier Fresán

A Javier Gomá Lanzón (Bilbao, 1965) le gusta hacer semblanzas. Me lo confiesa mientras comemos en el restaurante al que me invita, un gallego cercano a la Fundación Juan March, que dirige desde el año 2003. También yo intento retratarlo en medio de la animada conversación, y poco a poco se dibuja el perfil de un hombre apasionado, con una curiosidad desbordante. De vocación totalizadora, capaz de explorar las vidas paralelas de Goethe y Rosseau mientras sus hijos juegan a fútbol en el salón de casa. Quienes visiten la Fundación lo encontraran sentado en la primera fila del auditorio, con una carpeta en la mano. Me cuenta que es el capítulo o la conferencia en la que trabaja en ese momento; quiere tenerlos siempre cerca, un poco a modo de amuleto. Tras sus estudios de Filología clásica, se licenció en Derecho en sólo tres años y fue número uno en la oposición a Letrado del Consejo de Estado. «Un lugar maravilloso, al que sólo hay que ir los jueves, aunque se trabaja mucho más». Durante el resto de la semana, se doctoró en Filosofía y comenzó a escribir Imitación y experiencia (Pre-Textos, 2003; Crítica, 2005), primera piedra de un proyecto filosófico de largo alcance, que ya había vislumbrado durante su adolescencia. Con esta obra ganó el Premio Nacional de Ensayo, hecho más o menos insólito —recalcó la prensa— si consideramos que se trataba del primer libro de un filósofo de menos de cuarenta años, sin posición académica estable. Después vino Aquiles en el gineceo (Pre-Textos, 2007), una reflexión en clave mitológica sobre los estadios de la experiencia de la vida. Es precisamente este concepto, de cuya desatención filosófica se lamentaba Ortega, el que conduce una tetralogía de la que nos ofrecerá una nueva entrega, Ejemplaridad pública, en septiembre de este año.

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Martínez y la censura (Pequeña historia de un artículo censurado y vetado sobre León)

jueves, marzo 5th, 2009

Andrés Trapiello

El escrito que el lector va a encontrar a continuación es la tercera versión de uno que fui enviando sucesivamente a la revista Paradores, que edita la editora Hachette por encargo de la empresa Paradores Nacionales, de titularidad pública, y que la revista Paradores y la Dirección de la empresa tuvieron a bien rechazarle a uno otras tres veces.

Quizá valga la pena relatar aquí la modesta peripecia; quién sabe si acabará teniendo más interés moral este proemio que interés literario pueda tener el articulito.

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BRACK

jueves, marzo 5th, 2009

Marcelo Casarin

En el día recién amanecido, se levanta un tenue vapor que pareciera nacer de la nariz de Brack. El animal bufa, salta y lloriquea pidiendo que lo liberen de la correa, para salir a toda velocidad a devorarse los campos.

Es el primer día de la temporada y mi padre se calza los borceguíes parsimoniosamente: se demora como si no le importara, aunque sabemos que detrás de esa mirada imperturbable él también siente ansiedad, y quiere estar caminando entre los surcos de lo que fue el sembradío, y hoy será nuestro coto de caza. Claudio y yo estábamos listos desde la noche anterior, y ahora tenemos la misma excitación de Brack, aunque por dentro. Pero Brack, él está transformado: gime y tironea, suplicando que lo suelten y lo dejen salir a buscar las perdices que le han sido vedadas por tanto tiempo. «Ojo —dice mi padre— nada de cargar las armas antes de cruzar el alambrado, sujeten al perro porque atropellará el campo como un loco, tranquilizálo Mauricio mientras yo termino de cambiarme».

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No existe lo imposible

martes, marzo 3rd, 2009

Bruno Mesa

No existe lo imposible: el poema lo niega

Luis Feria

Saber que solo lo efímero nos muestra el sentido preciso de las cosas; que la felicidad es el agua que a nadie sacia; que para estar entero sobre el mundo hay que estar con el hombre, pero también con la tierra, con el pájaro, con el álamo y hasta con la silla y la almohada y la cebolla; que la alegría basta, que no podemos pedir más de lo que ella nos da; que el cuerpo amado es un buen cautiverio; que hay algo hermoso y paradójico en ser cada uno diferente y otro, y a la vez ser, tarde o temprano, lo mismo todos; que la vida es una demencia, y que solo podemos pedir una cosa: que esa demencia nos ofrezca su mano y nos lleve con ella.

De eso y de mucho más nos habla la irreverente y afortunada obra de Luis Feria, y yo no sé si es mucho o poco. Sé que a mí me basta su prodigio.

¿Puedes hacerle un poema al charco, al libro, a la uva negra o al poema mismo, y que ese poema venga como recién nacido, vestidito de fiesta para que tú lo leas, como si nadie hubiera escrito antes cosa alguna sobre el charco, el libro, la uva negra o el poema? Será ese el milagro de Feria.

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La mirada furiosa de Horacio Castellanos Moya

lunes, marzo 2nd, 2009

Andrés Pau

La producción narrativa de Horacio Castellanos Moya (Tegucigalpa, 1957) ha alcanzado —aun en España, donde algunos de sus libros permanecen inéditos— tal importancia que consideramos urgente una aproximación al conjunto de su obra. Siquiera sea un esbozo de análisis del corpus narrativo del escritor salvadoreño nacido en Honduras; aunque tal vez deberíamos escribir escritor centroamericano, una definición también inexacta, si tenemos en cuenta que Horacio Castellanos Moya se ha definido en más de una ocasión como apátrida.

Si observamos el aparato crítico que se ha aproximado a los libros de Horacio Castellanos Moya hasta el momento, encontramos el persistente dominio de tres palabras: violencia, cinismo y oralidad. Tres conceptos que, en mayor o menor grado, sobrevuelan los comentarios críticos, las ponencias en congresos, los trabajos académicos, incluso las entrevistas que ha ido concediendo el propio autor al hilo de la aparición de cada una de sus obras. Violencia, cinismo, oralidad: tres palabras que sugieren, garantizan diríamos, una producción dura, nada propensa a las concesiones; una narrativa eléctrica y electrizante, sin demasiados vendajes morales que coarten su expresividad, a menudo desencajada; una narrativa, en fin, donde los personajes se expresan de viva voz y aun a gritos, para retratarnos —o al menos morir en el intento— la cruda realidad, si es que la realidad existe y se puede aprehender con palabras, de ese pequeño y delgadísimo istmo que la humanidad conoce como Centroamérica.

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Prontuario provisional

domingo, marzo 1st, 2009

Felipe Benítez Reyes

AMOR. 1) Según Pavese, que anduvo a malas con él, la libido de un macaco. 2) El aventurero Agustín de Rojas, en El viaje entretenido, pone en boca del actor Miguel Ramírez esta apreciación: «El amor es rey absoluto de todo y verdadero señor del pecho, que pisa hierba y deshace palabras; que para él no aprovechan encantamientos ni conjuros, hacer imágenes, encender velas, decir oraciones al alma, formar caracteres en pergamino virgen; todos los hechizos del monte de la Luna, Tesalia, Colcos y Rodas, Pentaculos de Salomón y cuanta Geomancia hay, todo es nada llegado a querer de veras, que estas son las verdaderas hechicerías». 3) Según Groucho Marx, «lo malo del amor es que muchos hombres lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran unidos en santo matrimonio a una mujer con la que, en situaciones normales, no los pillarían ni borrachos». 4) Al entender de Luis Cernuda, «al amor no hay que pedirle sino unos instantes, que en verdad equivalen a una eternidad». 5) La Rochefoucauld daba por supuesto que «hay gente que no hubiera amado nunca si no hubiese oído hablar del amor». 6) Comeclavos, el personaje de Albert Cohen, propone estos tres extremos: «El amor no es la dama que te gusta, sino las cartas que le escribes», «El auténtico amor no es vivir con una mujer porque la quieres, sino porque vives con ella» y «El amor es la costumbre y no juegos de teatro» (y en esto último parece coincidir con el narrador de El diablo en el cuerpo cuando afirma que «no es en la novedad donde encontramos los mayores placeres, sino en la costumbre», aunque unas páginas después contradice este pronóstico optimista). 7) Divaguemos: cuando percibimos que en el amor nos va maravillosamente bien, significa que nos va maravillosamente bien, en eso no hay trampa posible: refulge el espejismo, la deslumbrante ofuscación que tiene los días contados, porque es como el cohete que asciende por el cielo nocturno, en la noche festiva, con la soberbia de querer explotarle a Dios en la frente, aunque luego desciende liviano, con su cascada púrpura de chispas mortecinas, con su llovizna ingrávida de estrellas moribundas… Etcétera. Y se apaga: bluf. Y, a partir de ahí, las cuentas empiezan a ser irregulares: la suma es una resta. Si damos por hecho que en el amor nos va muy bien, significa que nos va bien, porque si nos fuese muy bien, ni siquiera nos plantearíamos cómo nos va. Cuando nos vemos obligados a convencernos de que en el amor nos va bien, estamos ocultándonos que nos va regular. Cuando admitimos que en el amor nos va regular, hay que deducir que nos va mal. Cuando aceptamos que en el amor nos va mal, es que nos va muy mal. Si nos resignamos a asumir que nos va muy mal, no cabe duda: se trata ya de un infierno. Si reconocemos que nuestro amor es un infierno, es que se trata en realidad de ese infierno de máxima seguridad que está gobernado por un ente muy complicado: el Demonio del Demonio; un infierno, en fin, que excede los límites de la conciencia: en el lugar exacto en que una vez estuvo localizado un paraíso aceptable, dos alimañas se arrancan mutuamente el corazón y lo devoran con repugnancia. 8) Cuando las cosas se torcieron entre ellos, Francis Scott Fitzgerald le dijo a Zelda, el amor oficial de su vida: «Eres una escritora de tercera fila y una bailarina de tercera fila».

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Arkady Babchenko. Las montañas del Cáucaso

miércoles, enero 21st, 2009

Lino González Veiguela

Las situaciones difíciles intensifican los vínculos que nos unen a los demás hasta extremos que no creíamos posibles. Las situaciones difíciles también nos obligan a replantearnos dónde están nuestros límites, tanto en lo que se refiere a nuestras debilidades como a nuestras fortalezas. Esto se explicaría, en parte, porque las situaciones que nos ponen a prueba exigen de nosotros que nos olvidemos de muchos de nuestros comportamientos y modos de razonar habituales, de pronto superfluos, para concentrarnos en lo verdaderamente importante. En la guerra, según Arkady Babchenko (Moscú, 1976), lo verdaderamente importante es cómo conseguimos posicionarnos frente a cuestiones que en la vida civil, estando presentes, sólo se dan en niveles de intensidad tan bajos que podemos llegar a no apreciar siquiera su importancia: miedo, deber, valor, honor, camaradería, disposición al sacrifico…Esto por lo que respecta al haber de la guerra; en el debe, estaría todo lo demás: la sinrazón, las muertes absurdas, el caos, la barbarie…

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