Autor: admin 18 noviembre 2007

El arte de la pobreza. Diez poetas portugueses contemporáneos. Edición y traducción de José Ángel Cilleruelo

Maremoto, Málaga, 2007

Cualquier criterio es lícito en el desbroce poético, siempre y cuando se explicite convenientemente y no se traicione ni falsee. En demasiadas ocasiones las ansias visionarias transforman las antologías en catres de Procusto, dejando fuera lo que no interesa por razones espurias o forzando entradas injustificadas.

En el caso que nos ocupa, desde el principio se nos avisa de que no estamos ante una panorámica, razón por la que se han dejado fuera significativos autores que no responden a la divisa motriz: «Transmitir algunos rasgos singulares y acaso novedosos». Esa pretendida originalidad ha querido encontrarla Cilleruelo en una especie de revivido arte povera a la portuguesa, justificado en la reacción que la nueva promoción de finales del noventa mostró «en contra de […] la “pobreza” expresiva (escasez metafórica, sintaxis diáfana y falta de arrobo en los asuntos)». Con todo, aclara que no se trata solo de una cuestión expresiva, sino sobre todo de «una condición y esencia de la experiencia estética del poeta contemporáneo». Para ello divide los diez autores escogidos en tres generaciones: los representantes de la poesía de finales de los sesenta y los setenta, caracterizados por el culturalismo y las referencias filosóficas; los de los ochenta, representantes del desarraigo generacional, y los de los noventa, quienes indagan en sus mundos personales y enjuician la existencia desde un presente radical, dejando como elemento de transición a los poetas de los noventa a Daniel Faria, por su mayor abstracción e introspección lingüística.

Autor: admin 22 mayo 2007

Al Berto: El miedo
Pre-Textos, Valencia, 2007

De Al Berto (Coimbra, 1948-Sines, 1997) se habían publicado ya en España, además de poemas sueltos en revistas como Clarín y Turia, dos libros de poemas: Una existencia de papel y La secreta vida de las imágenes. La antología de la que ahora me ocupo, El miedo, toma este título general de la tercera edición de la poesía completa del autor, publicada en 2005 por una editorial de Lisboa. Teniendo en cuenta el sentido de unidad con el que puede leerse toda la obra del poeta, no voy a hacer referencia aquí a los distintos libros representados sino a los núcleos temáticos más recurrentes y al procedimiento estilístico más común.

El mar, en esta poesía, libera desde un principio extrañas pulsiones asociadas tanto a la vida como a la muerte. Fascinación y terror. Conexión asimismo con uno de los emblemas del imaginario colectivo portugués. La erotización igual que la rapiña: “cuando excavaron tu vientre encontraron vestigios dormidos de otros pueblos / enigmáticos collares, perlas corroídas, aceros inmutables, / escritos de otra época, restos de insomnes navegaciones”. Pasolini, Genet, Willam Burroughs e incluso el Fassbinder de Querelle son algunos de los referentes que, aunque no sean nombrados explícitamente, se identifican en los poemas de más marcado signo erótico, porque desde la cosmovisión de Al Berto la sensualidad erotizante, de una u otra forma, contamina, enriquece, todos los aspectos de la realidad.

Autor: admin 26 enero 2007

Antonio Osório: El lugar del amor
Olifante. Zaragoza, 2006

Es uno de los poetas que más han destacado en la literatura portuguesa contemporánea. Nacido en 1933 y abogado de profesión (ha tenido un cargo equivalente al de presidente del Consejo General de la Abogacía en España), inició su andadura literaria con A raíz afectuosa (1972), y a partir de ahí ha desarrollado una amplia trayectoria poética, con títulos como A Ignorancia da morte (1978), Aforismos mágicos (1985), Planetario e Zoo dos homens (1990) o Crónica da Fortuna (1997). En el libro que ahora nos ocupa, El lugar del amor (1981), dividido en dos partes claramente diferenciadas (“A teia Dupla” y “A Felicidade da Pintura”) va elaborando una obra propia. Los primeros poemas son cortos y luminosos, tratan sobre el deseo y el amor, fundamentalmente, aunque también sobre la muerte. Reflexiona sobre temas en los que no habíamos reparado anteriormente, dándole la vuelta a los tópicos. Así, se profundiza en las relaciones entre el amor y el dolor. Podríamos ver en ellos cierta cercanía a Andrade. A veces habla de algunos descubrimientos, como la desfloración. En algunas ocasiones se acerca al epigrama clásico de la Antología palatina, o a los herméticos italianos. Podríamos calificarle como un poeta de línea clara: “Matriz / de remos que se agitan: / terreno de búsquedas, manipulaciones; / celda / donde no hay desespero; / el lugar del amor”. Como se nos señala en la introducción, se trata de una poesía declaradamente reflexiva y con pretensión de universalidad, que se va acrecentando a medida que la obra progresa.