Los idiomas comunes
Laura Casielles
Hiperión,
Madrid, 2010
Hay quien piensa que la presencia de una voz nueva en la poesía ha de ser una irrupción: lo joven, lo nuevo ha de llegar con todas las pretensiones. Hay algo de cierto en eso. Pero la realidad es que casi siempre se queda en un intento, en ganas de romper. Podría citar nombres de poetas que llegan pidiendo un sitio sólo porque son jóvenes. Y en realidad no hacen más que repetir esquemas prescindibles de ruptura. A veces se escudan en una supuesta Postmodernidad cuando ni siquiera saben de qué están hablando. Les parece que es un cajón de sastre donde todo vale. Uno de los preceptos es que no admiten casi nada de lo que ya está hecho, ni como obra ni como pensamiento crítico. Piensan que eso también les favorece. Si un crítico no valora lo positivamente que quisieran su obra se evaden con reflexiones negativas sobre dicho crítico. En realidad, eso es más frecuente, no sólo se da en autores jóvenes y primerizos. Pero normalmente se entra en un debate que no anula la crítica. Estos poetas, en cambio, niegan lo que no les complace y, también con frecuencia, montan sus propios círculos donde tratan de dar la vuelta a la cuestión.