Autor: admin 14 enero 2008

Francisca Aguirre: Nanas para dormir desperdicios

Hiperión, Madrid, 2007

Nadie que conozca un poco los entresijos de la vida literaria (¡curiosa expresión esta, la de vida literaria!) puede ignorar que la correlación calidad-dimensión pública es, con mucha frecuencia, puramente circunstancial, artificiosa. Y que en algunos (bastantes) casos, el silencio tampoco es un indicador fiable. Por otra parte, yo, particularmente, descreo de ese poder inmanente del tiempo como antólogo infalible. Me ha parecido siempre una idea sospechosa de raigambre metafísica. La inercia, además, tiene un poder que establece valores con carácter poco menos que hereditario: se sigue diciendo pues se ha dicho… En fin, pensando en el cacareo mediático y reduciendo la cuestión a términos coloquiales, convendría recordar una vez más aquello de que «ni son todos los que están ni están todos los que son». Francisca Aguirre, nacida en 1930, y a la que por cronología se podría integrar en la Generación del 50, ha sido durante muchos años una presencia silenciosa en la poesía española. No es ahora el momento de analizar las causas de esa invisibilidad, solo de celebrar que al fin, tras una labor discreta pero fértil, su nombre empieza a sonar, por derecho propio, como un valor firme en nuestras letras.

Autor: admin 13 enero 2008

Gottfied Benn: Obras completas (3 vols.)

Calima, Madrid, 2007

Como autor, Benn (Mansfeld 1886-Berlín 1956) es deudor de ese tiempo trágico e inmisericorde de la guerra (sea ella cual fuere; la guerra es la definición de la contracultura por antonomasia). Tal circunstancia le supuso el ser adscrito por algunos, bajo dudoso fundamento —y la polémica continúa— a un bando interesado. No obstante, y casos solemnes hay que corroboran la inconveniencia de extender los juicios acerca de un escritor más allá del estricto contenido de su obra, considero que debemos contemplar su aportación, ética y estética, a través del prisma de la literatura. Él mismo se hizo eco, en una entrevista, del mal que la trágica contienda engendra en el hombre: «¿Qué es eso que vemos más allá de la tierra? Observemos un momento los últimos cien años, el siglo de Nietzsche, los laboratorios y las cárceles entre Liberia y Marruecos; así se presenta desde Dostoievski hasta Celine el espíritu en una posición de pura desesperación, sus gritos son más terribles, más atormentados y penosos que los gritos de un condenado a muerte. Son de tipo moral…».

Autor: admin 12 enero 2008

Inés Toledo: El final del cuento

Universos, Mieres, 2007

Al enfrentarme a la lectura de este primer libro de Inés Toledo (Oviedo, 1973), El final del cuento, me han venido a la memoria algunas de las performances que la compleja y controvertida artista francesa del body art Gina Pane llevó a cabo a lo largo de su vida. En sus representaciones la artista se autoinflingía heridas con cuchillas, tachuelas, espinas… que provocaban en el espectador sensaciones encontradas: aversión y atracción ante esta inmensa metáfora del dolor que, en caso de Gina Pane, era su cuerpo autolesionado.

Autor: admin 10 enero 2008

Laura Pollastri. El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino contemporáneo

Menoscuarto, Palencia, 2007

Que el microrrelato goza de muy buena salud ya no es, por suerte, una novedad, y tan importante como las antologías y obras individuales, e incluso premios literarios, es la continuidad y coherencia de editoriales como Menoscuarto, que se dedican no solo a la difusión sino también al estudio del género, como ocurre con el reciente libro de David Lagmanovich El microrrelato. Teoría e historia, donde se entremezclan importantes recapitulaciones teóricas y sugerentes propuestas con múltiples y gozosos ejemplos.

Autor: admin 9 enero 2008

Fernando Ampuero: Puta linda

Salto de Página Madrid, 2007

Pocos temas tan manoseados en literatura como el de la prostitución femenina. Esta novela de Fernando Ampuero, que trata sobre el primer proyecto de novela de un joven que trata de abrirse camino profesionalmente como escritor, parte precisamente de una conversación entre el protagonista y su mejor amigo en el que analizan la pertinencia de realizar una novela sobre la que él denomina una puta linda. Tal vez resulten innecesarias estas veladas disculpas, esta consulta al lector, por utilizar una materia narrativa tan socorrida, o, como reflexiona Luis Alberto, el protagonista, por abordar un terreno «lleno de tópicos desde el punto de vista narrativo», «minado». Innecesarias sobre todo en una novela tan breve. Dejando a un lado el talento literario de que pueda hacer gala un escritor para ir sorteando esas «minas» que llenan un determinado lugar —París, Nueva York, Venecia—, un determinado tema —la prostitución, el amor, un conflicto histórico como la guerra civil española o la II Guerra Mundial—, la aplicación de determinada técnica —Deus ex machina, estructura circular, manuscrito hallado— o un tipo preciso de personaje —un detective, un mayordomo, una prostituta—, todos estos tópicos tienen hoy una pléyade de nuevos puntos brillantes, creados por la civilización, por las transformaciones históricas, económicas y culturales, para explotar por el escritor intrépido y avispado. Por lo tanto, en lo relativo a este dilema inicial, considero que Fernando Ampuero es un escritor intrépido, aunque haya optado por la cautela de exponer al lector sus razones.

Autor: admin 8 enero 2008

Aloma Rodríguez: París tres

Xordica Editorial, Zaragoza, 2007

No hace falta haber leído mucho para haber leído muchos libros que transcurren en París. La mitología sobre esa ciudad lleva siglos funcionando, y la han convertido en el epicentro de muchas cosas, y, particularmente, en un escenario predilecto para pintores, escritores o cineastas. Después el arte, haciendo el camino de vuelta, ha condicionado la vida de los que crecieron viendo esos cuadros, leyendo esas páginas, admirando esas películas. De uno de los personajes de la última novela del extraordinario escritor suizo Urs Widmer, se dice que «A París fue porque todo el mundo tenía que vivir una temporada en París» (El libro de mi padre, Barcelona, Salamandra, 2oo6, p. 46), y en esa exageración hubo y hay una verdad. París ha sido el destino anhelado por generaciones enteras de poetas, fotógrafos o músicos, en varios momentos de los doscientos últimos años, y eso hace que, al menos en cierto sentido, lo siga siendo de vez en cuando, sin necesidad de ser demasiado mitómano, esnob o infantil.

Autor: admin 5 enero 2008

Guillermo Martínez: La muerte lenta de Luciana B.
Destino, Barcelona, 2007

Si la novela policíaca es para algunos una metáfora perfecta de la ciencia, para Guillermo Martínez (Bahía Blanca, Argentina, 1962) lo que cuenta no son «los hechos, por supuesto, no la sucesión de cadáveres, sino las conjeturas, lo que debe leerse por detrás». Esta clave permitía interpretar su anterior novela, Los crímenes de Oxford, en la que un doctorando y un viejo lógico oxoniense se veían envueltos en la investigación de una cadena de asesinatos con apariencia de muertes naturales, y los juegos del lenguaje de Wittgenstein y el teorema de Gödel justificaban muchos excursos por los laberintos del significado: «La verdad como una circunferencia y los intentos humanos por alcanzarla como una sucesión de polígonos inscritos, con más lados cada vez, aproximándose en el límite a la forma circular. Es una metáfora optimista, porque […] la verdad también podría ser irreducible a la serie de aproximaciones humanas».

Autor: admin 4 enero 2008

Masuji Ibuse: Lluvia negra
Libros del Asteroide, Barcelona, 2007

Reseñar una buena novela es un trabajo fácil. Reseñar un clásico no es siquiera trabajo: el eco de sus páginas va dictando la reseña, acomodando las palabras por sí mismas. Así resulta con Lluvia negra, la narración de las consecuencias inmediatas de la bomba atómica de Hiroshima.

La historia central gira en torno a Yasuko, sobrina de Shigematsu Shizuma, que es objeto de toda clase de habladurías entre los vecinos. Estos rumores llegan a los sucesivos pretendientes de la joven, la cual se ve rechazada porque supuestamente está enferma de la radiación. Los pretendientes de pueblos vecinos envían emisarios para informarse sobre la joven Yasuko, y ante la eventualidad de que tenga la «enfermedad de la radiación» rechazan cualquier enlace. Semejante injusticia causa el enfado de Shigematsu, que decide iniciar la redacción de un diario en el que narrará sus impresiones de aquel 6 de agosto de 1945, y los días que sucedieron hasta la rendición de Japón, para acabar con los rumores, enseñarlo al siguiente pretendiente, y demostrar que él sí estuvo enfermo, pero que Yasuko no ha mostrado ningún signo de hallarse afectada por la enfermedad.

Autor: admin 24 noviembre 2007

José Luis Piquero: Abrigo Azul y otros poemas

La voluntad de no engañarse, la voluntad de no engañar caracteriza a la poesía de José Luis Piquero. Una poesía que sabe usar el lenguaje de todos los días de otra manera y contemplar las cosas cotidianas de manera distina, iluminar el mundo con una luz no usada.

De las relaciones sentimentales y de las relaciones familiares hablan estos versos. Nada nuevo. ¿Por qué, sin embargo, nos suena todo como si lo oyéramos por primera vez? Porque el poeta, que es un analista de los sentimientos, un investigador de la vida, no se deja engañar por ninguno de los consoladores tópicos con que nos ayudamos a sobrevivir.

Autor: admin 23 noviembre 2007

José Carlos Llop: La avenida de la luz

Lumen, Barcelona, 2007

La avenida de la luz, tras el no muy lejano La dádiva, es el nuevo libro de poemas de José Carlos Llop. Y ya en su primera composición, «Diciembre», nos ofrece alguna de las claves, o mejor procedimientos, de su poética: esa rápida enumeración cuya eficacia reside en la connotación de la palabra desnuda y cuidadosamente elegida (técnica que empleó magistralmente Borges, y muy diferente, por ejemplo, a la enumeración caótica de Neruda); esa forma insistente «de pensar en imágenes»; el biografismo; la sentimentalidad que envuelve el poema como una atmósfera ligera; el ajuste de cuentas, benévolo más que cruel, a veces irónico, con que se mira, inventariando, hacia el pasado… «Gomila Square» llama la atención por una curiosa proyección, o juego de desdoblamiento, que tampoco, en el contexto del autor, es imprevisible: «No es cosa rara verse sin ser / el que ves. No es visión de poeta, / sino algo que está en la esencia del ser». Tiene que ver también el poema con la peculiar mitología privada (¿generacional?) de Llop: fascinación por un dandismo con el signo de lo anticuado; la imaginería que proviene del cine de género, en blanco y negro preferentemente; ambientes urbanos entre la sordidez y el hedonismo; el halo romántico de ciertos nombres exóticos (Saigón); el decadentismo («Dicen que cuando acaba una civilización / la gente se entrega a la orgía / como forma de olvido y disolución del yo»); la nostalgia que es, en el fondo, una invención del pasado; la confrontación elegíaca de dos tiempos distintos que son asimismo dos rostros y dos ciudades distintas; la fe, a pesar de todo, en la palabra, en una función, no sé si absurda o mágica, de la poesía. «Entre Oriente y Occidente» rinde tributo a esa moda (o quizás algo más, dada su persistencia) del cultivo del haiku en la poesía española. De las cuatro composiciones una de ellas está escrita en catalán y solo la última, «Lunas», conjuga armónicamente dos aspectos del haiku tradicional: lo cíclico y lo sentimental que, en este caso, guarda una estrecha correlación simbólica con lo primero. Lunas, en fin, a cuyo doble influjo se someten tanto la naturaleza como los sentimientos: hielo a punto de romper en llanto. Un poema como «Aniversario» se inicia, a modo de monólogo interior (no dramático) con la primera persona del singular para pasar inmediatamente a la segunda persona. Me parece más un descuido que atañe a la coherencia textual que un recurso orientado hacia un efecto distanciador, a la expresión de ese extrañamiento con que se manejan las nociones de tiempo, especialmente pasado y futuro. Llamativas son asimismo algunas amplificaciones o redundancias relacionadas con metáforas a las que el uso, el tópico, ha lexicalizado: «Y el presente es agua entre las manos: / se escapa demasiado rápido». «El paseo de Fragonard» sí utiliza esa técnica, tan recurrente en la poesía moderna (Eliot, Cernuda) del correlato objetivo. Nada que ver en cualquier caso con aquella pedantería irritante (culturalismo, decían) a la que nos acostumbraron algunos Novísimos. El poema (casi no importa el nombre del personaje que le presta voz) tiene la frescura de aquello que se relaciona con la vida, con algunas imágenes vivas del pasado, y también, por añadidura, con la humedad telúrica y la omnipresencia ¿simbólica? del agua. Por otra parte, si es convencional el marco que sirve al tema (el locus amoenus, el idilio que sí conecta con la pintura de Fragonard), no lo es tanto esa perspectiva que podríamos llamar erotismo de la memoria, o erotismo de viejo: «Supe de su trémula densidad, / de la fruta ofrecida, de lo oculto / desvelado. Y temblé / cuando ella comenzó a orinar».