Autor: admin 1 septiembre 2007

Enrique Fuster del Alcázar

En el capítulo 59 de la 2.ª parte de la gran novela de Cervantes, la pareja protagonista llega a una venta que «Don Quijote llamó así, fuera del uso que tenía de llamar a todas las ventas castillos». Con la llegada de la noche se retiran a dormir y desde su aposento oyen que, en la habitación contigua, separada por «un sutil tabique», dos huéspedes se disponen a leer la segunda parte de un libro titulado Don Quijote de La Mancha, escrito por un tal licenciado Avellaneda. Al oír que en ese libro se pinta a su protagonista desenamorado de Dulcinea, Don Quijote protesta airado en voz alta y así surge una jugosa conversación entre los cuatro personajes. Sancho afirma que la única crónica verdadera de sus hazañas es la escrita por Cide Hamete Benengeli.