Silvia Ugidos
Sentar cabeza
Trabe, Oviedo, 2008
Hay prosas que están hechas Hay prosas que están hechas para curar y la de Silvia Ugidos es una de ellas. Se parece a una gasa de seda, ayuda a desinfectar el alma de la melancolía que va dejando el vivir fatigado descubriéndonos de nuevo el mundo, los paisajes: Venecia en el vagabundear de una gata, el universo entero en el baso de agua que alguien se toma en una terraza en el Lido, los transeúntes, vecinos y demás ralea de una plaza alicantina, la vida como naufragio para poder alcanzar Capri y un Nápoles visto con la ironía justa, esa que no anda muy lejos del cariño; una estatua descabezada más sabia que un oráculo. Todas esas cosas y un completo bestiario —gatos, palomas, gorriones, perros callejeros, callejeros sin perro y algún humano de vez en cuando— pasan alegres o líricas por las páginas de Sentar cabeza, la obra de quien nunca la sentará porque hacerlo significaría, no les quepa ninguna duda, dejar escapar por el desagüe el líquido amniótico que mantiene viva la imaginación.