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Novedades en Crisis de Papel

  • A la altura de las circunstancias  Simon ArmitageAvión de papel. Poemas escogidos 1989-2014Traducción, prólogo y notas de Jordi DoceImpedimenta. Madrid, 2024. La poesía sigue un movimiento pendular: tiende a acercarse o a alejarse lo …
  • Ensueño napolitano  Juan Antonio González IglesiasNuevo en la ciudad nuevaVisor. Madrid, 2024. En la corte de los antiguos virreyes de Nápoles, había siempre un acompañamiento de poetas. Como Garcilaso, como Aldana, com …
  • Contra el tiempo  Miguel Sánchez-OstizGeografía de la venturaSelección y prólogo de Alfredo RodríguezBartleby Editores. Madrid, 2024. El deliberado silencio o la ruidosa polémica que acompañaron a muchas de las obras …

Novedades en Café Arcadia

Autor: admin 21 enero 2009

Silvia Ugidos
Sentar cabeza
Trabe, Oviedo, 2008

Hay prosas que están hechas Hay prosas que están hechas para curar y la de Silvia Ugidos es una de ellas. Se parece a una gasa de seda, ayuda a desinfectar el alma de la melancolía que va dejando el vivir fatigado descubriéndonos de nuevo el mundo, los paisajes: Venecia en el vagabundear de una gata, el universo entero en el baso de agua que alguien se toma en una terraza en el Lido, los transeúntes, vecinos y demás ralea de una plaza alicantina, la vida como naufragio para poder alcanzar Capri y un Nápoles visto con la ironía justa, esa que no anda muy lejos del cariño; una estatua descabezada más sabia que un oráculo. Todas esas cosas y un completo bestiario —gatos, palomas, gorriones, perros callejeros, callejeros sin perro y algún humano de vez en cuando— pasan alegres o líricas por las páginas de Sentar cabeza, la obra de quien nunca la sentará porque hacerlo significaría, no les quepa ninguna duda, dejar escapar por el desagüe el líquido amniótico que mantiene viva la imaginación.

Autor: admin 21 enero 2009

Mario Vargas Llosa
El viaje a la ficción. 
El mundo de Juan 
Carlos Onetti
Alfaguara, Madrid, 2008

En nuestras letras, y en comparación con los países de nuestro entorno cultural, se ha tomado poco en cuenta la critique d’ècrivain, pese a que disponemos de una sólida tradición desde finales del xix y principios del xx. El ensayismo o la crítica literaria de Clarín, Unamuno, Azorín, Baroja, Antonio Machado, Juan Ramón, Cernuda, Bergamín, Guillén, Salinas, etcétera, siempre me ha parecido muy sugestiva —además de oxigenante y hasta purgativa para con determinados excesos— y aleccionadora porque nos ayuda a leer la literatura guiados por una interpretación que, a la agudeza crítica, le suma una envidiable elegancia y precisión expresiva. Además, el ensayo literario firmado por grandes escritores, aparte de proponernos nuevas y fecundas aproximaciones a la obra de un autor, suelen contener reflexiones estéticas de indudable interés. Mario Vargas Llosa pertenece a esta especial estirpe de escritores que transitan por esa otra cara de la literatura pues, desde el principio de su trayectoria, ha ido simultaneando la creación narrativa con la reflexión crítica, con varios libros dedicados al estudio de autores u obras tan distintos como Joanot Martorell y su Tirant lo Blanc, Gabriel García Márquez, Flaubert y Madame Bovary, el proceso de creación de su propia novela La casa verde en la deliciosa Historia secreta de una novela, sin olvidar ese iluminador ensayo teórico que contienen las Cartas a un joven novelista, ni los más recientes La verdad de las mentiras y La tentación de lo imposible.

Autor: admin 21 enero 2009

Antonio Cabrera
El minuto y el año
Ediciones La Palma, 
Madrid, 2008

Pocos libros me han emocionado tanto como este último libro publicado por Antonio Cabrera, escritor nacido en Medina Sidonia (Cádiz) en 1958, pero ubicado hace años en un pueblo de Castellón, La Vall d’Uixó. Antonio Cabrera se dio a conocer como poeta con En la estación perpetua, publicado en el año 2000 por la editorial madrileña Visor tras ganar el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe. Ese mismo año ganaría también el Premio Nacional de la Crítica. Un año más tarde apareció en las librerías su segundo libro de poemas, de tema ornitológico, titulado Tierra en el cielo y publicado por la editorial valenciana Pre-Textos. En 2004 publicó en la editorial Visor Con el aire, libro que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla y el Premio de la Crítica Valenciana. Además de dedicarse a la poesía, Antonio Cabrera ha ido colaborando en varios periódicos (ABC, El País, Levante-EMV) y ha traducido a Gianni Vattimo (Poesía y ontología, Universidad de Valencia, 1993) y a Josep María de Segarra (Los pájaros amigos, Pre-Textos, 2003).

Autor: admin 21 enero 2009

Alejandro Duque Amusco
A la ilusión final
Renacimiento, Sevilla, 2008

Una década tardó Alejandro Duque Amusco en publicar poemas después de Donde rompe la noche, de 1994, con el que ganó el premio Loewe en su vii edición. Hizo su reaparición con dos plaquettes: Briznas, que recogía, precisamente, un conjunto de haikus desgajados «accidentalmente» del libro premiado, y En el olvido del mundo, breve muestra donde se adelantaban tres de los poemas del presente libro.

Tampoco A la ilusión final ha venido solo, pues lo acompaña una antología, la primera, que, bajo el título de Lírica solar, supone una buena ocasión para repasar los poemas que el autor considera significativos dentro de su obra y comprobar que el nuevo libro es una gozosa continuación de un mundo y de una forma de expresarlo que se revelaron muy personales desde sus libros más tempranos.

Autor: admin 21 enero 2009

Josep M. Rodríguez
Raíz
Visor, Madrid, 2008

«No es poeta aquel que no ha sentido la tentación de destruir o crear otro lenguaje», escribió Octavio Paz. Esta tentación se ha convertido, en la poesía española última, en un claro proyecto ambicioso y necesario, y para bien o para mal, el lenguaje de la poesía está cambiando, lo cual trae también consigo que determinados discursos literarios se vayan volviendo obsoletos, además de un cierto desconcierto crítico y lector. Pero sobre todo nos brinda una belleza nueva, otra intensidad. Una de la voces que viene protagonizando ese proyecto es la de Josep M. Rodríguez (Súria, Barcelona, 1976); su obra, sobre todo desde Frío (Pre-Textos, 2002) y La caja negra (Pre-Textos, 2004), encabeza una nueva manera de afrontar con acierto dilemas estéticos como la conciencia de lo real, las identidades del yo o la expresión de las emociones y los afectos. Con su nuevo poemario, Raíz (Visor, 2008), ganador del VII Premio Emilio Alarcos, Rodríguez desarrolla y termina de delimitar un rico territorio y un paisaje de enorme singularidad.

Autor: admin 21 enero 2009

Julia Barella
Aguas profundas
Huerga & Fierro, Madrid, 2008

Dos son los recuerdos más inmediatos del mar: su olor, que nos persigue desde la distancia, y su sonido. El sonido del mar que siempre va más allá de la simple evocación poética. Pero, ¿qué ocurre cuando ese sonido se vuelve un silencio elocuente, un lenguaje que no miente y es espejo de nuestra propia lucidez? Cuando eso ocurre encontramos este último libro de Julia Barella: Aguas profundas, editado recientemente por la editorial madrileña Huerga & Fierro.

Es un poemario que se inicia con un viaje, un viaje hacia lo que acaba de perderse, un viaje que se guía por las huellas de un éxodo, una marcha por el desierto que podría tener reminiscencias bíblicas, pero que la autora reinterpreta. Comienza este libro diciendo: «Elijo el desierto para que nada me distraiga, / en él ha dejado su huella el mar / y un ancla con inscripciones». La voz poética, delicada y sincera, se sitúa en un paisaje que no es antesala de algo nombrado que se espere, sino que es fiel testigo de algo extinto, como esa ruina que resiste al paso del tiempo no para ser contemplada, sino para recordarnos que solo ella sobrevive, no nosotros. Las ruinas a las que se refería alguna vez André Malraux en su museo imaginario no son este paisaje. Este libro se inicia en la muerte de lo que ya no está. Una doble extinción donde la voz poética inicia su íntima peregrinatio. Del desierto presente parte hacia un mar antiguo que es la memoria y la soledad; imagen acertada, ya que la propia inmensidad del mar es la figura que mejor podría definir nuestra propia condición solitaria.

Autor: admin 21 enero 2009

Francisco Alba
El contrario
Pre-Textos, Valencia, 2008

Trece años ha tardado Francisco Alba en publicar su segundo libro de poesía, después de llegar a unos pocos lectores con el primero, Teoría de la culpa (1995), libro que contenía algunos excelentes monólogos dramáticos, donde se daba voz a Kepler, Pascal o Giordano Bruno.

La actitud de Alba en este segundo poemario es la del incorregible nihilista, la de un hombre que no atisba una sola luz entre la oscuridad. Sus maneras en el poema van de lo socarrón a lo desolado, de la parodia al estremecimiento, con efectividad desigual. Su paisaje es siempre un paisaje en ruinas; la fuente de sus poemas son las infinitas lecturas, las agrias lecciones de la historia; los seres humanos somos en este libro poco más que unos simios confusos y sanguinarios.

Autor: admin 21 enero 2009

Pere Gimferrer
Tornado
Seix Barral, Barcelona, 2008

«Volverán los oscuros venecianos / de tu balcón sus versos a colgar…» Sí, lo confieso: la lectura de Tornado de Pere Gimferrer es una reincidencia. Quizás pertenezca yo a esa legión de lectores que por inercia, o por el canto de sirena de los antiguos oropeles, se obstina en no negarle al poeta catalán el beneficio de la duda. Y eso que Amor en vilo más que una Razón de amor, o un envío etéreo, era todo un peso pesado; un argumento, en sí, inapelable.

Pero vayamos a Tornado, al libro que ahora nos deleita. Digo bien, deleite, pues las moradas del placer pueden ser muchas y la comicidad es una de ellas. ¿O es que acaso es posible leer en clave de erotismo versos como «el bronce y el badajo que me propones», «yo quisiera vivir para que me empales», «y en tus nalgas de oro un polvorín», «me descalzan los labios de charol de tu vulva» y etcétera? Un auténtico jardín de las delicias, ya digo, pero pasado por la óptica más delirante del Bosco.

Autor: admin 21 enero 2009

Orhan Pamuk
Otros colores
Mondadori, Barcelona, 2008

Este libro de fragmentos, de perfiles de instantes, puede leerse gratamente como coda a su evocativo Estambul. Ciudad y recuerdos. Los lectores de Pamuk volverán a reconocer la textura de la ciudad por la que viajaron de la mano de un niño que se iba haciendo mayor. De nuevo es la ciudad —Estambul— la excusa para hablar de sí mismo, de su narrativa, de la identidad compleja del yo individual y el yo colectivo.

Estos fragmentos apuntalan el todo de una autobiografía. Salvo para los cegatos sin remedio, la vida nos va insinuando los detalles, los pliegues inadvertidos de que está hecha y sin los cuales no podría explicarse en su extraña plenitud. Pamuk los retoma en este libro, cosa que agradecen las finanzas de sus editores y, de paso, sus muchos lectores.

Autor: admin 14 enero 2009

Gianni Stuparich
La isla
Minúscula, Barcelona, 2008

El tema de la enfermedad recorre todas las edades de la literatura universal. Tanto así que la ósmosis ha dado lugar a una ubérrima exégesis en consonancia. Unas veces, los personajes enfermos fueron instrumentos narrativos para individualizar y recortar el mundo. Otras, por lo que la escritura tiene de catarsis, el trasfondo de la enfermedad sirvió de desaguadero de padecimientos personales: la epilepsia de Dostoievsky recayó más de una vez sobre sus personajes, el tormento que le infligía su tuberculosis llevó a Kafka hasta Gregorio Samsa y su fábula de alienación. En cualquier caso, el censo es largo y divergente e integraría a autores como Thomas Mann, Moliére, Tolstoi, Byron, Nietzsche, Allende, Cela, Baroja, Màrai, Pasternak, Onetti, Saramago o Philip Roth. España, siempre hiperbólica, aportó hace cuatro siglos a Alonso Quijano, el enfermo mental por excelencia de la ficción universal. De la cosecha nacional más reciente persisten en la memoria el desgarrador y sublime Mortal y rosa de Francisco Umbral; Con mi madre, de Soledad Puértolas, y La piedra en el corazón, de Luis Mateo Díez.