Archivo de marzo, 2009

BRACK

jueves, marzo 5th, 2009

Marcelo Casarin

En el día recién amanecido, se levanta un tenue vapor que pareciera nacer de la nariz de Brack. El animal bufa, salta y lloriquea pidiendo que lo liberen de la correa, para salir a toda velocidad a devorarse los campos.

Es el primer día de la temporada y mi padre se calza los borceguíes parsimoniosamente: se demora como si no le importara, aunque sabemos que detrás de esa mirada imperturbable él también siente ansiedad, y quiere estar caminando entre los surcos de lo que fue el sembradío, y hoy será nuestro coto de caza. Claudio y yo estábamos listos desde la noche anterior, y ahora tenemos la misma excitación de Brack, aunque por dentro. Pero Brack, él está transformado: gime y tironea, suplicando que lo suelten y lo dejen salir a buscar las perdices que le han sido vedadas por tanto tiempo. «Ojo —dice mi padre— nada de cargar las armas antes de cruzar el alambrado, sujeten al perro porque atropellará el campo como un loco, tranquilizálo Mauricio mientras yo termino de cambiarme».

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No existe lo imposible

martes, marzo 3rd, 2009

Bruno Mesa

No existe lo imposible: el poema lo niega

Luis Feria

Saber que solo lo efímero nos muestra el sentido preciso de las cosas; que la felicidad es el agua que a nadie sacia; que para estar entero sobre el mundo hay que estar con el hombre, pero también con la tierra, con el pájaro, con el álamo y hasta con la silla y la almohada y la cebolla; que la alegría basta, que no podemos pedir más de lo que ella nos da; que el cuerpo amado es un buen cautiverio; que hay algo hermoso y paradójico en ser cada uno diferente y otro, y a la vez ser, tarde o temprano, lo mismo todos; que la vida es una demencia, y que solo podemos pedir una cosa: que esa demencia nos ofrezca su mano y nos lleve con ella.

De eso y de mucho más nos habla la irreverente y afortunada obra de Luis Feria, y yo no sé si es mucho o poco. Sé que a mí me basta su prodigio.

¿Puedes hacerle un poema al charco, al libro, a la uva negra o al poema mismo, y que ese poema venga como recién nacido, vestidito de fiesta para que tú lo leas, como si nadie hubiera escrito antes cosa alguna sobre el charco, el libro, la uva negra o el poema? Será ese el milagro de Feria.

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La mirada furiosa de Horacio Castellanos Moya

lunes, marzo 2nd, 2009

Andrés Pau

La producción narrativa de Horacio Castellanos Moya (Tegucigalpa, 1957) ha alcanzado —aun en España, donde algunos de sus libros permanecen inéditos— tal importancia que consideramos urgente una aproximación al conjunto de su obra. Siquiera sea un esbozo de análisis del corpus narrativo del escritor salvadoreño nacido en Honduras; aunque tal vez deberíamos escribir escritor centroamericano, una definición también inexacta, si tenemos en cuenta que Horacio Castellanos Moya se ha definido en más de una ocasión como apátrida.

Si observamos el aparato crítico que se ha aproximado a los libros de Horacio Castellanos Moya hasta el momento, encontramos el persistente dominio de tres palabras: violencia, cinismo y oralidad. Tres conceptos que, en mayor o menor grado, sobrevuelan los comentarios críticos, las ponencias en congresos, los trabajos académicos, incluso las entrevistas que ha ido concediendo el propio autor al hilo de la aparición de cada una de sus obras. Violencia, cinismo, oralidad: tres palabras que sugieren, garantizan diríamos, una producción dura, nada propensa a las concesiones; una narrativa eléctrica y electrizante, sin demasiados vendajes morales que coarten su expresividad, a menudo desencajada; una narrativa, en fin, donde los personajes se expresan de viva voz y aun a gritos, para retratarnos —o al menos morir en el intento— la cruda realidad, si es que la realidad existe y se puede aprehender con palabras, de ese pequeño y delgadísimo istmo que la humanidad conoce como Centroamérica.

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Prontuario provisional

domingo, marzo 1st, 2009

Felipe Benítez Reyes

AMOR. 1) Según Pavese, que anduvo a malas con él, la libido de un macaco. 2) El aventurero Agustín de Rojas, en El viaje entretenido, pone en boca del actor Miguel Ramírez esta apreciación: «El amor es rey absoluto de todo y verdadero señor del pecho, que pisa hierba y deshace palabras; que para él no aprovechan encantamientos ni conjuros, hacer imágenes, encender velas, decir oraciones al alma, formar caracteres en pergamino virgen; todos los hechizos del monte de la Luna, Tesalia, Colcos y Rodas, Pentaculos de Salomón y cuanta Geomancia hay, todo es nada llegado a querer de veras, que estas son las verdaderas hechicerías». 3) Según Groucho Marx, «lo malo del amor es que muchos hombres lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran unidos en santo matrimonio a una mujer con la que, en situaciones normales, no los pillarían ni borrachos». 4) Al entender de Luis Cernuda, «al amor no hay que pedirle sino unos instantes, que en verdad equivalen a una eternidad». 5) La Rochefoucauld daba por supuesto que «hay gente que no hubiera amado nunca si no hubiese oído hablar del amor». 6) Comeclavos, el personaje de Albert Cohen, propone estos tres extremos: «El amor no es la dama que te gusta, sino las cartas que le escribes», «El auténtico amor no es vivir con una mujer porque la quieres, sino porque vives con ella» y «El amor es la costumbre y no juegos de teatro» (y en esto último parece coincidir con el narrador de El diablo en el cuerpo cuando afirma que «no es en la novedad donde encontramos los mayores placeres, sino en la costumbre», aunque unas páginas después contradice este pronóstico optimista). 7) Divaguemos: cuando percibimos que en el amor nos va maravillosamente bien, significa que nos va maravillosamente bien, en eso no hay trampa posible: refulge el espejismo, la deslumbrante ofuscación que tiene los días contados, porque es como el cohete que asciende por el cielo nocturno, en la noche festiva, con la soberbia de querer explotarle a Dios en la frente, aunque luego desciende liviano, con su cascada púrpura de chispas mortecinas, con su llovizna ingrávida de estrellas moribundas… Etcétera. Y se apaga: bluf. Y, a partir de ahí, las cuentas empiezan a ser irregulares: la suma es una resta. Si damos por hecho que en el amor nos va muy bien, significa que nos va bien, porque si nos fuese muy bien, ni siquiera nos plantearíamos cómo nos va. Cuando nos vemos obligados a convencernos de que en el amor nos va bien, estamos ocultándonos que nos va regular. Cuando admitimos que en el amor nos va regular, hay que deducir que nos va mal. Cuando aceptamos que en el amor nos va mal, es que nos va muy mal. Si nos resignamos a asumir que nos va muy mal, no cabe duda: se trata ya de un infierno. Si reconocemos que nuestro amor es un infierno, es que se trata en realidad de ese infierno de máxima seguridad que está gobernado por un ente muy complicado: el Demonio del Demonio; un infierno, en fin, que excede los límites de la conciencia: en el lugar exacto en que una vez estuvo localizado un paraíso aceptable, dos alimañas se arrancan mutuamente el corazón y lo devoran con repugnancia. 8) Cuando las cosas se torcieron entre ellos, Francis Scott Fitzgerald le dijo a Zelda, el amor oficial de su vida: «Eres una escritora de tercera fila y una bailarina de tercera fila».

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