Archivo de noviembre, 2008

Del cuaderno de Jerusalén

jueves, noviembre 6th, 2008

Antonio Colinas

Ascendiendo en la tarde por una empinada escalera de piedra alguien me dice que ha sido recientemente excavada y que la han datado en el siglo i. Viene orillando entre ruinas el valle del Cedrón desde el Monte de los Olivos. Dicen que con toda seguridad fue la que Él subió aquella noche de su detención hasta estas alturas donde se hallaba la casa de Caifás.

Como en tantos otros lugares sagrados o históricos de esta tierra aquí lo verdaderamente auténtico es el subsuelo: aljibes, canales, grutas y cavernas. Ahora, otra gruta, los restos de una posible prisión y en la pared de roca una mancha como de sangre con figura humana.

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Borges, profesor

miércoles, noviembre 5th, 2008

Isaías Lerner

Después de la revolución militar que sacó del poder al presidente Perón en 1955, las universidades argentinas, y en particular la de Buenos Aires, comenzaron un periodo de recuperación y renovación que, por lo menos en la de Buenos Aires, supuso la reincorporación de muchos docentes que el régimen peronista había excluido ya sea por razones políticas o por mero favoritismo; la confirmación de otros, y el nombramiento de nuevos catedráticos que, por complejos motivos, habían permanecido hasta entonces al margen de la docencia universitaria.

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Canalejas ha sido asesinado esta mañana en la Puerta del Sol

martes, noviembre 4th, 2008

En las quebradizas páginas de los viejos periódicos se conserva, mejor que en ninguna otra parte, el rostro del presente. Asomarse a ellas es subirse a la máquina del tiempo, dejar de lado las deliberadas o involuntarias deformaciones de la historia. Una mañana de noviembre de 1912, mientras contemplaba el escaparate de una librería, fue asesinado José Canalejas, presidente del Consejo. No había entonces Internet, ni televisión, ni siquiera radio, pero a las pocas horas ya los diarios ponían en las atónitas manos de los madrileños los principales pormenores de la tragedia. Sucesivas ediciones irían añadiendo nuevos detalles. La crónica del Heraldo de Madrid, una anónima obra maestra del periodismo informativo, mantiene intacta toda la desasosegante emoción de aquellos instantes. Ninguna reconstrucción literaria podría igualarla en intensidad.

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Nuestro nuevo infinito. Notas sobre una teoría de la interpretación en Nietzsche

lunes, noviembre 3rd, 2008

Vicente Duque

¡Y cómo soportaría yo ser hombre si el hombre no fuese también poeta y adivinador de enigmas y el redentor del azar!

(Así habló Zaratustra, «De la Redención»)

… apariencia y fuego fatuo y danza de fantasmas

(La gaya ciencia, aforismo 54)

Maestro de la sospecha

«Maestro de la sospecha» llamó Michel Foucault a Nietzsche. El epíteto hace referencia a esa dimensión del pensamiento nietzscheano que durante mucho tiempo ha permanecido eclipsada por las grandes cuestiones del superhombre o el eterno retorno, cuestiones impregnadas por toda una literatura crítica posterior —sobre todo cuanto atañe al ideal del superhombre— de ciertos atavismos románticos, deudores de una concepción todavía metafísica de una historia poco o nada coherente con la concepción que se hacía el propio Nietzsche de esa misma historia, y de la cultura de la selección que la construye, como valor. El filósofo sería el creador de valores, y entre ellos se incluye a la misma construcción conceptual llamada «razón», en realidad un largo proceso degenerativo en el que se han ido afirmando los ideales nihilistas, los que niegan todo cuanto es fiel al «espíritu de la tierra». El consenso de los sabios, de todos aquellos que desde Sócrates se empeñaron en implantar de manera permanente «contra los apetitos oscuros» una luz diurna —se afirma en Crepúsculo de los ídolos— es una expresión de decadencia. El impulso ascendente de la razón no es sino la fórmula invertida de una enfermedad, un método de sanación que agrava lo que pretende corregir. De la sospecha, que aquí es sospecha de las construcciones de la razón, se deriva, casi instintivamente, el gesto del hermeneuta, del «perforador», del «horadador», del «socavador» de los bajos fondos que hurga «hacia abajo, hacia el fondo, hacia adentro, / hacia cada vez más profundas profundidades».

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El mito de Don Juan

domingo, noviembre 2nd, 2008

Rosa Navarro Durán

Los griegos crearon su religión con tanta riqueza imaginativa que los mitos que la forman se han convertido en uno de los pilares fundamentales de nuestra cultura; se han recreado en todas las artes, y seguirá haciéndose porque la sola evocación del nombre de uno de sus personajes lleva consigo su historia; así el creador, si quiere, no tiene que contar nada, porque el lector, el observador o el público, sabe ya de qué le está hablando o qué está traduciendo al lenguaje de la música o de las otras bellas artes. Los mitos se viven además cotidianamente en formas muy diversas: dando nombre a vivencias o a complejos; podemos ser Narcisos o tener un Edipo, y todos somos sufrientes Sísifos si no hemos conseguido imaginar una forma estimulante de llevar una y otra vez la enorme piedra a la cima del monte de nuestro diario discurso vital.

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Proclamación de la sonrisa (Acerca de los aforistas hispánicos del siglo XX)

sábado, noviembre 1st, 2008

Manuel Neila

A finales de los años cuarenta, Juan Ramón Jiménez se extrañaba de que el aforismo, tan popular en España bajo la forma de refranes y sentencias, y tan frecuente en la escritura de algunos clásicos españoles, «no sea semilla propia de más escritores españoles contemporáneos, como lo ha sido y lo sigue siendo en la escritura jeneral europea». Al mismo tiempo, declaraba haberlo cultivado desde sus diecinueve años, es decir, desde el año inaugural del siglo, y reclamaba «la satisfacción disgustora de escitarlo de diferente manera en la escritura española contemporánea». Respecto a la escasa incidencia del género aforístico en la literatura española de su tiempo, no parece que el lírico de Moguer estuviera en lo cierto, a juzgar por el número y la calidad de nuestros aforistas, que a la sazón ya habían hecho públicas algunas de sus obras más significativas. Respecto a su primacía y a su influencia posterior como aforista, solo admite la comparación con el innovador Ramón Gómez de la Serna, que pretendía haber creado en 1910 la greguería, esa suerte de aforismo alado y risueño.

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