Garnier Simmons: Sam Peckinpah: vida salvaje
T&B Editores, Madrid, 2007
Uno de los mejores cuentos de Flannery O’Connor lleva por título «Un hombre bueno es difícil de encontrar». En él, una familia georgiana decide viajar hasta Florida pese a los reparos de la abuela, que ha leído en la prensa que por ese estado anda un delincuente apodado el Desequilibrado, un tipo con el gatillo ligero y pocos reparos a la hora de llevarse a cualquiera por delante. Cuando en la ruta la familia sufre un accidente, quien los asiste es precisamente la banda del Desequilibrado, cuyos compinches van eliminando en un bosque cercano a la carretera, al que les hacen trasladarse, al hijo, los nietos y la nuera mientras el Desequilibrado mantiene con la abuela una conversación bastante trascendente acerca de Jesús, en la que ella se empeña en demostrarle al asesino que él no es más que una buena persona encubierta. Hay un momento en el que parece que está a punto de conseguirlo, él tiene la cara muy cerca de la anciana y le asoman las lágrimas cuando ella le dice: «¡Si eres uno de mis niños! ¡Eres uno de mis niños!», y justo en ese momento la abuela pone una mano sobre el hombro de su interlocutor, que reacciona disparándole tres veces. Cuando vuelven sus compañeros, el Desequilibrado les ordena que se lleven el cadáver al bosque junto a los demás y murmura: «Habría sido una buena mujer si hubiera tenido a alguien que le disparara cada minuto de su vida».