Autor: admin 6 mayo 2007

José Luis Atienza

lo largo de dos años, se conmemora en Francia —y en el mundo— el 150 aniversario de Madame Bovary. Dos años, con la buena excusa de que si la célebre novela de Gustave Flaubert vio primero la luz, en seis entregas, en la Revue de Paris, entre octubre y diciembre de 1856, en una versión expurgada gracias a los inútilmente calculadores oficios de Maxime du Camp, la edición definitiva, no censurada y en volumen, no llegaría al público hasta abril de 1857, después de que el autor hubiese sido absuelto, el 7 de febrero, de la acusación, a pesar de la preventiva tijera de Du Camp, de ofensas a la moral. El ruido causado por el juicio constituyó una impagable publicidad para la ópera prima de Flaubert, que obtuvo así su único auténtico éxito de ventas: el editor Michel Lévy vio, con gozoso asombro, cómo la generosísima primera tirada de 15 000 ejemplares se agotaba en menos de dos meses.

Autor: admin 5 mayo 2007

Ana Rodríguez Fischer

En un memorable cuento de Henry James, “La casa natal” —incluido en el volumen Lo más selecto (1903) y perteneciente, por lo tanto, a su etapa de madurez— encontramos una exquisita y lúcida crítica de lo que a lo largo del xix, pero muy especialmente en el último tramo de aquel siglo, llegó a ser ineludible práctica de todo viajero culto y snov que pretendiera alardear de su condición: la visita al “lugar del genio” y, mejor aún, a la casa natal de los grandes hombres, de conservarse y haber sido habilitada para esas muestras y exhibiciones. En su relato James disecciona con hilarante y perversa maestría el turbio y múltiple engranaje de motivos e intereses (tanto lucrativos como panegíricos) que impulsaban este tipo de operaciones a través de la figura de Morris Gedge, quien en su juventud había regentado “una pequeña escuela privada de las que se conocen como preparatorias, y sucedió que había acogido bajo su techo al hijo pequeño del gran hombre, que, por entonces, no era tan grande”. Un incidente ocurrido entonces, y que pudo haber sido grave pero que afortunadamente tuvo un desenlace feliz, hizo que, al cabo de los años —y tras ir Gedge de desgracia en desgracia, en lo que al trabajo o la profesión se refiere—, se recurra a él para encargarle “la custodia del templo”; es decir, las visitas guiadas, que exigían, naturalmente, la construcción de una historia justificadora de la genialidad del gran hombre. Y ahí ya puede el lector imaginar cómo opera el genio de Henry James (y no digo más, para que corra a leer ese relato quien no lo haya hecho ya).

Autor: admin 3 mayo 2007

Jorge Ángel Pérez

¿Cómo se habían encontrado? ¿Por casualidad? ¿Es que acaso se llama casualidad a lo que ocurrió porque estaba escrito allá arriba? ¿Tenían nombres? Claro que tenían, y claro que os importan. Se llamaban Denis Diderot y Lauren Sterne. ¿De dónde venían? El irlandés de Inglaterra. El francés, nacido en Langres, estaba en París desde hacía mucho. ¿Adónde iban? A encontrarse. ¿Y dónde ocurrió tal encuentro? Es posible que en casa del duque de Orleans o en medio del círculo del barón de Holbach, quien había ofrecido a Sterne su hotel de la rue Royal: “Puede sentirlo como su propia casa”, le aseguró el barón. El caso es que se conocieron y trabaron amistad. Era 1763, cincuenta años después de sus nacimientos, había finalizado la guerra entre Francia e Inglaterra y esta última se puso de moda en París; Hume se leyó como nunca, Garrick fue reclamado y se le recibió con grandes honores. ¿Quién, y dónde, presentó a los escritores? Pudo ser el propio Hume, se comunicaba frecuentemente con Diderot.

Autor: admin 2 mayo 2007

Manuel Neila

Se puede hacer el tonto en cualquier otra cosa, pero no cuando se trata de poesía.

Michel de Montaigne

I

Desde el romanticismo para acá, la poesía es una suerte de confesión que el poeta emplea para expresarse a sí mismo; es decir, una presentación de la realidad empírica del sujeto individual. Está regida por el principio de una identidad pura, para la cual el poema es ante todo el medio de invocación.

Pero ese sujeto trascendental, heredado de la filosofía moderna, pronto se revelaría incompatible con la realidad empírica e individual de su portador, sometido a condicionamientos sociales que no rige ni controla. Tanto es así que el poeta romántico no tardó en descubrir “le malheur d’être poète”, es decir, la alienación del sujeto empírico respecto a la realidad natural y, consecuentemente, respecto a sí mismo.

John Keats, sensible a este problema, alude al “carácter camaleónico” del poeta, que es “lo más antipoético del mundo, porque no tiene identidad, continuamente está llenando otro cuerpo.” George Büchner va más allá, y ve en la conciencia del vacío la experiencia central del moderno sujeto desdichado.

Autor: admin 19 marzo 2007

León Lasa: Por el oeste de Irlanda
Almuzara, Córdoba, 2006

Para un escritor que guste calzar botazas de homo viator, viajar a Irlanda es asunto arriesgado. Porque, tratándose de Irlanda y lo irlandés, no hay peor viaje que el conocido tránsito por los tópicos. Irlanda, como los vientos suicidas de Portugal, es un islote muy literario que se presta dichoso al poema, a la novela, a la crónica viajera. Parece que las musas hablan gaélico y que sus melenas de fina hierba las agita el ventarrón del Atlántico. Pero el escritor de viajes que se precie de serlo deberá esquivar los tópicos de Irlanda, no hablar demasiado de Joyce ni de los famosos bardos crecidos entre su verdísimo pasto, ni referirse para nada al olor a cerveza negra de sus costumbres o de su malograda historia.

Resulta agradecible que León Lasa haya evitado todo este mapa de tópicos. El suyo es un viaje a pie por el costado más occidental de la isla, desde la punta norte de Malin Head hasta el pico más meridional de Slea Head. Un viaje donde solo hacen falta dos cosas: encomendarse a la Providencia para encontrar a tiempo una cama limpia y mullida y tener a mano una tarjeta de crédito por lo que pudiera pasar en un momento de severo apuro.

Autor: admin 16 marzo 2007

Florencia Abbate

Florencia Abbate nació en Buenos Aires en 1976. Escritora, periodista y profesora de la carrera de Letras de la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado los libros de poemas Puntos de Fuga (Tantalia, 1996) y Los transparentes (Libros del Rojas, 2000), la investigación El, ella, ¿ella? —apuntes sobre transexualidad masculina— (Perfil, 1998), Literatura latinoamericana para principiantes (2003), Deleuze para principiantes (Era Naciente, 2001), el volumen de cuentos para niños Las siete maravillas del mundo (Estrada, 2006), la antología Una terraza propia. Nuevas narradoras argentinas (en Argentina: Norma; en Perú: Estruendo mudo, 2006) y las novelas El grito (Emecé-Planeta, 2004) y Magic Resort (Emecé-Planeta, 2007).

Autor: admin 16 marzo 2007

Eugenio Fuentes

Ahora que se cumplen cuarenta años de la publicación de Cien años de soledad (5 de junio de 1967), resulta una experiencia muy estimulante leer al mismo tiempo dos libros complementarios: Vivir para contarla (2002), la primera parte de la autobiografía del escritor colombiano, y García Márquez: historia de un deicidio (1971), el magnífico ensayo que Vargas Llosa le dedicó antes de que ocurriera el famoso puñetazo en un cine de México DF.

Ambos libros tratan una misma materia, ambos lanzan una mirada detenida y atenta sobre los territorios narrativos de Macondo. Si el colombiano incide sobre los aspectos biográficos, no deja de lado los comentarios críticos. Si Vargas Llosa incide en la mirada crítica, tampoco desprecia los datos biográficos y dedica la primera parte del ensayo a la descripción de los episodios vitales de García Márquez hasta ese momento.

Autor: admin 15 marzo 2007

Martín López-Vega

En Notre-Dame han instalado, sustituyendo a los tradicionales confesionarios, un moderno “Centro de confesiones” que se parece más al despacho de un médico o de un abogado que a un tal confesionario. Hasta tiene un rótulo que anuncia (antes se hubiera podido decir reza, pero ahora ya no): “Dialogues. Confessions”, que parece el título de un moralista de esos que tanto abundan por estos pagos. Como uno no pertenece a la secta se queda con la curiosidad: ¿en lugar de indicar la penitencia, extenderán una receta?

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He pasado de nuevo por Gibert Jeune, que es, a mi modo de ver, el modelo de lo que deberían ser las librerías del mundo: libros nuevos y viejos apretados en amistosa compañía. Si acaso, añadiría tan solo una planta más con un café como los de las librerías Barnes & Noble de Nueva York, aunque aquí pondría una sucursal del café Le Luxembourg y el café sería otro, no mejor, no entremos ahora en discusiones sobre el café, pero sí más parisino.

He comprado algunos libros, entre ellos algunos de Claude Roy, un poeta y diarista que pensaba uno que cualquiera haría un favor descubriéndoselo a los españoles y que, a este paso, va a haber que descubrírselo también a los franceses. “La vida nunca termina sus frases”, dice. Habla también del viaje, y dice una cosa muy cuerda: “Lo que diferencia al viajero del turista es que el turista siempre anda echando pestes del turista”.

Autor: admin 14 marzo 2007

José María Merino (La Coruña, 1941) no es solo uno de los principales narradores españoles de las últimas décadas, sino que es de los pocos que ha cultivado todas las modalidades de la prosa narrativa, del microrrelato (Cuentos del libro de la noche, 2005) a la novela (La orilla oscura, 1985, premio de la Crítica), sin olvidar el cuento (Cuentos del barrio del Refugio, 1994) y la novela corta (Cuatro nocturnos, 1999). También ha publicado poesía (Cumpleaños lejos de casa, 1987 y 2006), narrativa juvenil (Las crónicas mestizas, 1992) y ensayo literario (Ficción continua, 2003). Con el resto de su obra ha obtenido el premio Novelas y Cuentos (Novela de Andrés Choz, 1976), el Nacional de Literatura Juvenil (No soy un libro. Los trenes del verano, 1993), el premio Miguel De­­libes de Narrativa (Las visiones de Lucrecia, 1997), el premio de narrativa Ramón Gómez de la Serna (El heredero, 2003) y el NH para libros de relatos (Días imaginarios, 2002). Tiene inédita una novela, El lugar sin culpa (premio Gonzalo Torrente Ballester, 2006), que aparecerá en breve en la editorial Alfaguara. Sus microrrelatos han sido incluidos en las mejores antologías dedicadas al género, tanto españolas como hispanoamericanas, y sus reflexiones teóricas son ya lectura imprescindible para cualquiera que se interese por él. Estos minicuentos, así prefiere Merino denominarlos, corresponden al libro La glorieta de los fugitivos, que será publicado por la editorial Páginas de Espuma en septiembre del 2007.

Autor: admin 13 marzo 2007

Bruno Mesa

Las letras son como las maletas de doble fondo, todos conocen su apariencia, algunos su apetecible contenido, pero solo los curiosos, los imprudentes o la policía saben encontrar el bolsillo secreto que lleva hasta los diamantes de contrabando, esos que ocultaron unos espías al cruzar la frontera prohibida que hervía en alambradas. En las letras, en el doble fondo de su maleta, envuelto en un rectángulo de terciopelo negro hay escondido un surtidor de magia que pasa inadvertido por nuestros oídos, indiferentes a ese milagro. La costumbre hace que decline su misterio como el tenue velo de los años hace que se pierda aquel rostro que iluminó una tarde azarosa, esa tarde que falsamente imaginamos inolvidable.

Las letras de cualquier idioma revelan un sonido o un sabor, anuncian un paisaje o prometen una alegría, según quién las acompañe en cada palabra. Fácil será entrever que son enemigas encaradas cuando pronunciamos heterótrofo, pero si las dejamos sosegarse en compañía, y alguien que nos estima pronuncia melancolía, entonces la batahola y el violento descampado se transforman en un claustro, en un sosiego, y el callejón de los ­tahúres se vuelve noche apaciguada frente a un café y un amigo.