Autor: admin 21 marzo 2009

Liz Jensen
Guerra en la familia
Tusquets, Barcelona, 2009

La ilustración de la portada de este libro nos ofrece una imagen que refleja hábilmente las aparentes contradicciones que surgen en momentos límite como los marcados por una guerra, el horror cotidiano junto a un deseo implacable, más allá de la mera supervivencia, de vivir de un modo intenso todas y cada una de las experiencias que la vida nos propone. En ella vemos a una mujer cuyo uniforme del Auxiliary Terriorial Services delimita sus curvas y que, sin embargo, luce con cierta coquetería las uñas pintadas y un sensual gesto en el que se mira en el espejo mientras peina su melena con orgullo, lejos de las restricciones y carencias que la guerra impone. Es en este gesto de rebeldía individual, de lucha por mantener cierta perspectiva realista pero sin descuidar esa ilusión y fe inquebrantable de toda joven, de obstinación en vivir intensamente esa juventud pese al ruido de las bombas y el deseo inquebrantable de descubrir el mundo aún entre escombros, donde encontramos las claves que describen a la protagonista de esta historia: Gloria. Se trata de una anciana deslenguada, mordaz, sarcástica, cuya memoria presenta considerables lagunas pero que mantiene intacto su sentido del humor, el gusto por contar chistes y por el sexo. Gloria recuerda fragmentos de su historia, el momento en el que la guerra cambió su vida para siempre, la relación con su hermana, la desaparición del padre, el joven soldado estadounidense del que se enamoró locamente y una serie de secretos que creía haber enterrado para siempre y a los que ha de enfrentarse ahora. Los fantasmas del pasado se manifiestan en diversas formas, en cualquier momento, tan solo es posible librarse de ellos desenterrándolos; en la sombra se hacen fuertes, con la luz se desvanecen.

Autor: admin 21 marzo 2009

María José Codes
Control remoto
Calambur, Madrid, 2008

Cuando las vidas, los lugares o las cosas se van vaciando de realidad, de utilidad o de sentido, se van al mismo tiempo llenando de fantasmas. Los fantasmas constituyen el último sortilegio del que la naturaleza en general y la naturaleza humana en particular se sirven para conjurar su horror al vacío. Uno de los fantasmas más difundidos en contra de ese horror es la creencia de que la tecnología proporciona capacidad de control sobre la realidad. La novela que aquí reseñamos, Control remoto, ópera prima de María José Codes (galardonada con el premio Río Manzanares 2008), constituye un lúcido mentís a tan divulgada superstición. Jana, protagonista y voz narradora del relato (y el nombre ya anticipa la actitud bifronte del personaje), mantiene desde hace siete años una relación con Martín, sustentada en la esperanza de que éste deje a su esposa, y acaso secretamente acomodada en la certeza de que tal cosa nunca ocurrirá. Movida por la curiosidad, el tedio o la necesidad de tomar algún tipo de iniciativa en su vida, ha entablado una relación amistosa con Elena, la esposa de su amante, que mantiene a espaldas de éste bajo el supuesto nombre de Luisa. El nódulo intersubjetivo de este triángulo constituye pues un engaño a tres bandas de cuyas implicaciones globales sólo Jana parece hallarse al corriente. Durante las vacaciones del matrimonio en Creta, Jana se comunica con ambos valiéndose de dos teléfonos móviles, uno para cada interlocutor, con los cuales piensa ejercer un control a distancia sobre su relación y sobre los seres que, de forma activa o pasiva, se hallan implicados en ella. Debido a este engaño tripartito, Jana cuenta, al menos sobre el papel, con la ventaja de que cada uno de sus interlocutores se comunicará con ella a espaldas del otro. Pero no prevé la circunstancia de que cuando uno se distancia para llamarla, el otro queda en una tesitura favorable para hacer lo mismo, lo cual provoca que a menudo las llamadas de su amante y de la esposa de este, rival y a la sazón segregada amiga, se produzcan de forma simultánea generando una enorme tensión en Jana, cuya excesiva vigilancia y obsesiva expectación le colocan de continuo en trance de quedar doblemente desenmascarada a los ojos de sus engañados interlocutores. Esta fisura en los planes de control de Jana dará lugar a situaciones de angustia e intriga y, en ocasiones, a escenas que rozan lo vodevilesco. Mensajes ambiguos que aluden a envíos previos transferidos al limbo; llamadas rechazadas o perdidas; fragmentos inconexos; ráfagas de conversación percibidas a través de aparatos que, hostilmente sumisos, se permiten todo tipo de iniciativas e insurgencias; revelaciones postergadas; interlocutores inesperados y versátiles silencios forman todo un complejo intersubjetivo cuya unidad se va alternativamente componiendo y descomponiendo, y al que Jana, colocada siempre en el borde, en la orla de la comunicación, desde la esperanza o la desesperación, trata obsesivamente de dar sentido.

Autor: admin 12 marzo 2009

Richard Yates
Las hermanas Grimes
Alfaguara, Madrid, 2009

Los cinéfilos agraciados con el don de almacenar información inútil —lo que incluye a muchos o a casi todos— quizá recuerden una escena de Hannah y sus hermanas en que Barbara Hershey agradece a Michael Caine que le haya prestado un libro de Richard Yates titulado Desfile de Pascua. Bien, pues Desfile de Pascua y Las hermanas Grimes —novela objeto de la presente reseña— son el mismo libro. El motivo del cambio de título puede ser, quizá, que la novela está protagonizada por dos hermanas que se apellidan Grimes. Otro motivo puede ser que de esta forma el título suena más femenino, y como las mujeres son las principales clientas de las librerías…

Las tripas de la novela, eso sí, siguen siendo las mismas. Y es una suerte, porque se trata de una obra más que notable. Es comprensible que Barbara le agradezca a Michael el habérsela prestado.

Autor: admin 21 enero 2009

Antonio Sáez Delgado
Espíritus contemporáneos
Renacimiento, Sevilla, 2008

Antonio Sáez Delgado ha dedicado numerosos trabajos a dilucidar las relaciones entre los escritores de las primeras décadas del siglo xx en Portugal y España. Tras la publicación de Órficos y Ultraístas, el escritor extremeño continuó estudiando la relación entre los escritores españoles y portugueses durante las primeras décadas del siglo xx. El resultado ha sido este Espíritus contemporáneos, un conjunto de doce textos con los que se propone iluminar aspectos que aún no habían recibido la atención debida.

El autor está convencido de que la literatura ibérica de este periodo forma un continuum, sin rupturas demasiado radicales. Partiendo de esta convicción, propone una «revisión neutra» del periodo con el fin de entender la riqueza y pluralidad de sus manifestaciones. Se trata de un criterio comprensivo, abierto tanto a las manifestaciones que afirman la «tradición de la vanguardia», como a las que se oponen a ella, incluso cuando coinciden dentro de la trayectoria literaria del mismo autor. De este modo, el espiritualismo de Fernando Maristany o el saudosismo de Teixeira de Pascoaes no quedan anulados tras la aparición de los poetas de Ultra o de Orpheu; y así se restituyen, en lo que valen, el intimismo supranacional de Andrés González Blanco o la sobriedad cosmopolita de Godofredo Ortega Muñoz.

Autor: admin 21 enero 2009

Silvia Ugidos
Sentar cabeza
Trabe, Oviedo, 2008

Hay prosas que están hechas Hay prosas que están hechas para curar y la de Silvia Ugidos es una de ellas. Se parece a una gasa de seda, ayuda a desinfectar el alma de la melancolía que va dejando el vivir fatigado descubriéndonos de nuevo el mundo, los paisajes: Venecia en el vagabundear de una gata, el universo entero en el baso de agua que alguien se toma en una terraza en el Lido, los transeúntes, vecinos y demás ralea de una plaza alicantina, la vida como naufragio para poder alcanzar Capri y un Nápoles visto con la ironía justa, esa que no anda muy lejos del cariño; una estatua descabezada más sabia que un oráculo. Todas esas cosas y un completo bestiario —gatos, palomas, gorriones, perros callejeros, callejeros sin perro y algún humano de vez en cuando— pasan alegres o líricas por las páginas de Sentar cabeza, la obra de quien nunca la sentará porque hacerlo significaría, no les quepa ninguna duda, dejar escapar por el desagüe el líquido amniótico que mantiene viva la imaginación.

Autor: admin 21 enero 2009

Mario Vargas Llosa
El viaje a la ficción. 
El mundo de Juan 
Carlos Onetti
Alfaguara, Madrid, 2008

En nuestras letras, y en comparación con los países de nuestro entorno cultural, se ha tomado poco en cuenta la critique d’ècrivain, pese a que disponemos de una sólida tradición desde finales del xix y principios del xx. El ensayismo o la crítica literaria de Clarín, Unamuno, Azorín, Baroja, Antonio Machado, Juan Ramón, Cernuda, Bergamín, Guillén, Salinas, etcétera, siempre me ha parecido muy sugestiva —además de oxigenante y hasta purgativa para con determinados excesos— y aleccionadora porque nos ayuda a leer la literatura guiados por una interpretación que, a la agudeza crítica, le suma una envidiable elegancia y precisión expresiva. Además, el ensayo literario firmado por grandes escritores, aparte de proponernos nuevas y fecundas aproximaciones a la obra de un autor, suelen contener reflexiones estéticas de indudable interés. Mario Vargas Llosa pertenece a esta especial estirpe de escritores que transitan por esa otra cara de la literatura pues, desde el principio de su trayectoria, ha ido simultaneando la creación narrativa con la reflexión crítica, con varios libros dedicados al estudio de autores u obras tan distintos como Joanot Martorell y su Tirant lo Blanc, Gabriel García Márquez, Flaubert y Madame Bovary, el proceso de creación de su propia novela La casa verde en la deliciosa Historia secreta de una novela, sin olvidar ese iluminador ensayo teórico que contienen las Cartas a un joven novelista, ni los más recientes La verdad de las mentiras y La tentación de lo imposible.

Autor: admin 21 enero 2009

Antonio Cabrera
El minuto y el año
Ediciones La Palma, 
Madrid, 2008

Pocos libros me han emocionado tanto como este último libro publicado por Antonio Cabrera, escritor nacido en Medina Sidonia (Cádiz) en 1958, pero ubicado hace años en un pueblo de Castellón, La Vall d’Uixó. Antonio Cabrera se dio a conocer como poeta con En la estación perpetua, publicado en el año 2000 por la editorial madrileña Visor tras ganar el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe. Ese mismo año ganaría también el Premio Nacional de la Crítica. Un año más tarde apareció en las librerías su segundo libro de poemas, de tema ornitológico, titulado Tierra en el cielo y publicado por la editorial valenciana Pre-Textos. En 2004 publicó en la editorial Visor Con el aire, libro que obtuvo el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla y el Premio de la Crítica Valenciana. Además de dedicarse a la poesía, Antonio Cabrera ha ido colaborando en varios periódicos (ABC, El País, Levante-EMV) y ha traducido a Gianni Vattimo (Poesía y ontología, Universidad de Valencia, 1993) y a Josep María de Segarra (Los pájaros amigos, Pre-Textos, 2003).

Autor: admin 21 enero 2009

Julia Barella
Aguas profundas
Huerga & Fierro, Madrid, 2008

Dos son los recuerdos más inmediatos del mar: su olor, que nos persigue desde la distancia, y su sonido. El sonido del mar que siempre va más allá de la simple evocación poética. Pero, ¿qué ocurre cuando ese sonido se vuelve un silencio elocuente, un lenguaje que no miente y es espejo de nuestra propia lucidez? Cuando eso ocurre encontramos este último libro de Julia Barella: Aguas profundas, editado recientemente por la editorial madrileña Huerga & Fierro.

Es un poemario que se inicia con un viaje, un viaje hacia lo que acaba de perderse, un viaje que se guía por las huellas de un éxodo, una marcha por el desierto que podría tener reminiscencias bíblicas, pero que la autora reinterpreta. Comienza este libro diciendo: «Elijo el desierto para que nada me distraiga, / en él ha dejado su huella el mar / y un ancla con inscripciones». La voz poética, delicada y sincera, se sitúa en un paisaje que no es antesala de algo nombrado que se espere, sino que es fiel testigo de algo extinto, como esa ruina que resiste al paso del tiempo no para ser contemplada, sino para recordarnos que solo ella sobrevive, no nosotros. Las ruinas a las que se refería alguna vez André Malraux en su museo imaginario no son este paisaje. Este libro se inicia en la muerte de lo que ya no está. Una doble extinción donde la voz poética inicia su íntima peregrinatio. Del desierto presente parte hacia un mar antiguo que es la memoria y la soledad; imagen acertada, ya que la propia inmensidad del mar es la figura que mejor podría definir nuestra propia condición solitaria.

Autor: admin 21 enero 2009

Pere Gimferrer
Tornado
Seix Barral, Barcelona, 2008

«Volverán los oscuros venecianos / de tu balcón sus versos a colgar…» Sí, lo confieso: la lectura de Tornado de Pere Gimferrer es una reincidencia. Quizás pertenezca yo a esa legión de lectores que por inercia, o por el canto de sirena de los antiguos oropeles, se obstina en no negarle al poeta catalán el beneficio de la duda. Y eso que Amor en vilo más que una Razón de amor, o un envío etéreo, era todo un peso pesado; un argumento, en sí, inapelable.

Pero vayamos a Tornado, al libro que ahora nos deleita. Digo bien, deleite, pues las moradas del placer pueden ser muchas y la comicidad es una de ellas. ¿O es que acaso es posible leer en clave de erotismo versos como «el bronce y el badajo que me propones», «yo quisiera vivir para que me empales», «y en tus nalgas de oro un polvorín», «me descalzan los labios de charol de tu vulva» y etcétera? Un auténtico jardín de las delicias, ya digo, pero pasado por la óptica más delirante del Bosco.

Autor: admin 14 enero 2009

Gianni Stuparich
La isla
Minúscula, Barcelona, 2008

El tema de la enfermedad recorre todas las edades de la literatura universal. Tanto así que la ósmosis ha dado lugar a una ubérrima exégesis en consonancia. Unas veces, los personajes enfermos fueron instrumentos narrativos para individualizar y recortar el mundo. Otras, por lo que la escritura tiene de catarsis, el trasfondo de la enfermedad sirvió de desaguadero de padecimientos personales: la epilepsia de Dostoievsky recayó más de una vez sobre sus personajes, el tormento que le infligía su tuberculosis llevó a Kafka hasta Gregorio Samsa y su fábula de alienación. En cualquier caso, el censo es largo y divergente e integraría a autores como Thomas Mann, Moliére, Tolstoi, Byron, Nietzsche, Allende, Cela, Baroja, Màrai, Pasternak, Onetti, Saramago o Philip Roth. España, siempre hiperbólica, aportó hace cuatro siglos a Alonso Quijano, el enfermo mental por excelencia de la ficción universal. De la cosecha nacional más reciente persisten en la memoria el desgarrador y sublime Mortal y rosa de Francisco Umbral; Con mi madre, de Soledad Puértolas, y La piedra en el corazón, de Luis Mateo Díez.