Autor: admin 31 enero 2006

Rudyard Kipling: El himno de McAndrew y otros poemas
Edición de José Manuel Benítez Ariza
Renacimiento, Sevilla, 2006

Desde 1993 viene José Manuel Benítez Ariza ocupándose en traducir al castellano la poesía de Rudyard Kipling, primero en la antología Poesía inglesa del siglo XX (Llibros del Pexe, 1993) y más tarde en el volumen Poemas (Renacimiento, 1996), reeditado y ampliado en 2002. Ahora, El himno de McAndrew y otros poemas viene a culminar ese esfuerzo, con la pretensión, según el traductor, de “superar el carácter ‘impresionista’ de las muestras anteriores y ofrecer una panorámica más clara y mejor documentada de la evolución de Kipling”. Además de añadir nuevos textos, Benítez Ariza ha reordenado el conjunto y agrupado los poemas según criterios cronológicos más estrictos. El resultado es un completo recorrido por todas las facetas de la poesía de Kipling, desde la paródica y costumbrista (“El diputado Pagget”, “Mi rival”…) a la deudora de las canciones tradicionales (“La balada de amor de Har Dyal”), pasando por la moralista, la circunstancial, la elegiaca o la dramática. Kipling fue muchos poetas en uno y jamás dejó de evolucionar, al compás de un mundo que también cambiaba, vertiginosamente.

Autor: admin 27 enero 2006

Paul Auster: Ciudad de cristal
Novela gráfica adaptada por Paul Karasik y David Mazzuccheli
Anagrama, Barcelona, 2005

“La primera escena del libro coincide con algo que me ocurrió en la época en que vivía solo. Una noche sonó el teléfono y la persona que llamaba me preguntó por la agencia de detectives Pinkerton. Por supuesto le dije que se había equivocado de número, pero la noche siguiente me llamó la misma persona e hizo la misma pregunta. Esta segunda vez, cuando colgué el teléfono me pregunté qué habría ocurrido si hubiera dicho que sí. Ese fue el origen del libro, luego yo continué a partir de ahí.” Así explica Paul Auster en una de las entrevistas publicadas en Experimentos con la verdad la génesis de Ciudad de cristal.

Autor: admin 26 enero 2006

Charlotte Carter: Negra melodía de blues
Traducción de María Corniero
Siruela, Madrid, 2006

Después de El Dulce veneno del jazz (cuyo título original es Rhode Island Red) irrumpe de nuevo en el panorama de narrativa policiaca la autora neoyorkina Charlotte Carter, creadora de su álter ego femenino, la soñadora, sexy y divertida Nannette Hayes, una saxofonista callejera, afroamericana, francófila y protagonista de las dos entregas en clave negra.

Si en la primera novela, las melodías de Thelonious Monk se intercalaban con los sueños, amores y sospechas de Nannette y un extraño asesinato ocurrido en la Primera Avenida que se repetiría en toda Nueva York hasta hacerla parecer un tablero de Guija, en Negra melodía de Blues, París rebosa de nocturnidad, de música callejera y bajos fondos, siempre bajo el halo mágico de la luz reflejada en el Sena.

Autor: admin 24 enero 2006

Benjamín Prado: Mala gente que camina
Alfaguara, Madrid, 2006

No creo que haya que darle muchas vueltas a la cuestión para concluir que Mala gente que camina, la hasta ahora última novela publicada de Benjamín Prado, es, por muchas razones, una obra notable. Así lo sugiere su asunto de fondo —el robo de los hijos de presas republicanas por las autoridades franquistas en la inmediata posguerra para entregarlos a familias afectas al régimen—, pero no en menor medida la manera en que se aborda ese sombrío tema mediante las indagaciones casi detectivescas de un profesor de literatura de un instituto que, si en principio sólo busca investigar en torno a Carmen Laforet para pronunciar una conferencia en Estados Unidos, resultará favorecido por el azar, encarnado en la madre de un alumno, que le traerá la posibilidad de acercarse a la interesantísima figura —quizás sobre todo por ficticia— de Dolores Serma, militante de la Sección Femenina, colaboradora de Mercedes Sanz Bachiller en las labores del Auxilio Social, pero también, y sorprendentemente, autora de Óxido, una olvidada novela de alcance simbólico que parece denunciar las humillaciones sufridas por esos niños y madres derrotados no sólo en la contienda civil sino en la vida. Desde aquí, el intento de revelar las claves que ayuden a entender esta contradicción perfilará los trazos más generales de un relato cuyo desenlace se intuye, acaso, más de lo que debiera y es posible que demasiado pronto.

Autor: admin 23 enero 2006

José Carlos Rosales: El desierto, la arena
Fundación J. M. Lara, 
Sevilla, 2006

En el ya bastante lejano 1988 hablaba Muñoz Molina de El buzo incorregible, de José Carlos Rosales, como “el primer fruto de una audacia que sin duda se prolongará en otros libros futuros, no sé si más hermosos pero sí, tal vez, más radicales y más sabios”. Esos libros futuros que ahora son pasado se llamaron El precio de los días (1991), La nieve blanca (1995) y El horizonte (2003), en el campo de la poesía, y Mínimas manías (1990) en el de la prosa.

Un futuro pasado y, como se ve por las fechas, pausado que conforma una obra singular que alcanza el presente con este El desierto, la arena. Quiere convencernos el autor de la rareza del libro llamando la atención sobre lo más exterior, lo que nos llega de inmediato, que es el título, un título que contiene una coma, uso bastante raro en la poesía española, y el mismo José Carlos Rosales nos recuerda el antecedente de Cernuda: Un río, un amor… Pero más allá de la anécdota, de esta manía tan mínima como una coma, lo verdaderamente raro es su condición de libro reflexivo, de una profundidad que no abunda en la poesía actual, y menos aún expuesta con una claridad expresiva que evita el discurso lento y largo y aburrido en el que tantas veces cae una poesía que quiere “pensar”.

Autor: admin 23 enero 2006

W. N. P. Barbellion: El diario de un hombre decepcionado
Alba Editorial, Barcelona, 2006

Sin duda que, con ocasión de la atrocidad inédita que supuso la I Guerra Mundial, aparecerían en su momento en Inglaterra, como en los demás países en conflicto, testimonios autobiográficos en que los protagonistas contaban su experiencia increíble, en el frente o en la retaguardia.

Este del que quiero ocuparme aquí es, sin embargo, diferente a todos los demás. De entrada su protagonista, por razones de salud, no tuvo que ir al frente; y, aunque padeció —como casi todos— las privaciones que afectaron a la población civil, y su consiguiente angustia por él mismo y por sus seres cercanos, nada de todo eso ocupa en el texto un lugar particularmente relevante. Se alude a ello, desde luego, porque forma parte inevitable del paisaje vital al que en algún momento tuvo que enfrentarse el autor; pero ni es lo más decisivo en su relato, ni en ningún sentido lo caracteriza. Sentimos claramente, al leerlo, que lo que de veras es importante aquí podría haber ocurrido en cualquier otro tiempo, en cualquier otro sitio. Los accidentes externos, aunque sean del tamaño de lo que entonces (no para mucho tiempo, por desgracia) se llamó la Gran Guerra, pueden alguna vez ser su marco; nunca su sustancia.

Autor: admin 4 enero 2006

José Ángel Gayol

Al margen de cualquier consideración pesimista, lo cierto es que a los anaqueles de bibliotecas y librerías siguen llegando volúmenes de cuentos en forma de antologías, de textos independientes, en los géneros más variados, sin medida de cantidad o calidad. Para un género, el del cuento, aparentemente en receso, cada año se editan nuevas obras, a menudo de gran valía y poca difusión, que sirven de espejos a una realidad literaria inagotable. El cuento se cultiva como un minifundio rodeado de los latifundios extensísimos de la novela y, a pesar de ello, encuentra sus lectores, que acuden como arqueólogos a la caza de las muchas joyas que nos regalan autores jóvenes o ya consagrados.