Autor: rafael 14 mayo 2011

Los enamoramientos (Javier Marías)Los enamoramientos

Javier Marías
Alfaguara
ISBN: 978-84-204-0713-5
Madrid, 2011
19.50 euros

Nunca es fácil explicar las ideas que se nos vienen a la cabeza, ni encontrar las palabras que nos ayuden a fijar el pensamiento y, menos aún, el enredado mundo de las emociones o las pasiones. Por eso, cuando encontramos a alguien que sí lo hace continuamente, lo agradecemos y saludamos la aparición de sus novelas con una alegría, no exenta de cierta inquietud. ¿Volverá a estar al nivel de sus libros anteriores? En este caso parecía improbable: la trilogía Tu rostro mañana, publicada entre 2002 y 2007, es la obra más importante de la narrativa española de este siglo aún joven. En torno a mil quinientas páginas que se leen con la sensación de quien escucha una música envolvente que nos ofrece la sabiduría de quien siempre duda. Somos seres contradictorios. “No debería uno contar nunca nada, ni dar datos ni aportar historias ni hacer que la gente recuerde a seres que jamás han existido…” Así comienza todo. No debería uno hacer lo que va a empezar a hacer, pero lo hace. Del mismo modo, quizá no debería uno leer esas historias, pero también lo hace.

Sigo a Javier Marías (Madrid, 1951) desde la publicación de Todas las almas en 1989, que, pese a lo que ya he escrito, es su novela que más me gusta. . Ese fue el comienzo de una larga historia de amor que me ha llevado a conocer personajes que no sabía que existían, “seres que jamás han existido”. Ahí está ya esa voz que va a continuar ofreciéndonos en todas sus novelas posteriores. Es probable que ustedes lo conozcan por ellas o por los artículos que publica semanalmente. Si siguen los de estos últimos años, les diría que el Marías que más valoro no está ahí. Sí en los anteriores. Es muy fácil no coincidir con sus opiniones; a veces, mucho más que fácil, pero siempre aporta un punto de vista diferente. Nunca repite lo que otros ya han dicho que es, lamentablemente, lo habitual en otros autores.

Autor: rafael 9 diciembre 2010

Julián Rodríguez
Tríptico y Santos que yo te pinte
Julián Rodríguez
Errata Naturae
Madrid, 2010

Julián Rodríguez tiene clarísimo el mapa de su obra, la ya escrita y la por venir. Por una parte nos encontramos los Antecedentes, los primeros relatos y poemas que escribió. De otro lado, su obra de ficción, recogida en el volumen Lo improbable y otras novelas. Y junto a ello, ha ido creando una serie de diarios que ha llamado Piezas de Resistencia, donde ya nos ha ofrecido lo que, hasta el momento, me parece lo más interesante de su obra: Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás y Cultivos.

Autor: admin 26 septiembre 2009

Miguel Barroso
Un asunto sensible
Mondadori, Barcelona, 2009

Miguel Barroso publicó en 1998 una novela sobre la revolución cubana, Amanecer con hormigas en la boca. Quiso luego escribir una continuación, Huracán sobre el azúcar, pero al documentarse para ello tropezó con un reportaje, publicado por la revista Bohemia el 20 de marzo de 1964, que le hizo cambiar de rumbo. El reportaje se titulaba «Pena capital para el delator de los mártires de Humboldt, 7» e iba ilustrado con varias fotografías, la más impactante de las cuales aparece ahora en la cubierta de Un asunto sensible: un niño, con los pies juntos y las manos en la espalda, observa el charco que ha formado en el vestíbulo del edificio la sangre que desciende por los empinados escalones.

Autor: admin 25 septiembre 2009

Giuseppe Cesare Abba
Crónica de un tiempo perdido
Traducción de Martín López-Vega Periférica, Cáceres, 2009

Sobre la escasa estatura de Napoleón Bonaparte se fueron tejiendo, reales o figuradas, multitud de anécdotas. Quizás una de las más conocidas relata cómo en cierta ocasión, durante un campamento previo a una batalla, el corso intentaba alcanzar el fruto de un árbol sin conseguirlo. Tal situación fue percibida por uno de sus oficiales, un hombre de gran envergadura que al ver cómo el emperador era derrotado debido a su corta estatura, se le acercó y le dijo con el mayor de los respetos, pues de sobra conocía el temperamento irascible de Napoleón: —Si me permite, general, yo le alcanzaré la fruta ya que soy más grande. A lo que Napoleón respondió con gesto severo: —Más grande, no. Más alto.

Autor: admin 25 septiembre 2009

Antonio Moreno
El laberinto y el Sueño
Renacimiento, Sevilla, 2009

Como lector, una de las cualidades que más aprecio en la obra de Antonio Moreno es su virtud de cercanía; su don de ser siempre fiel a sí mismo; esa capacidad tan característica de su arte que nos permite de inmediato confiar en su palabra, y que nos mueve a aceptar sin prevención la veracidad y honestidad de lo que nos cuenta. Como escritor, Antonio Moreno está siempre, entero, en cada uno de sus libros; en cada párrafo o estrofa; en cada verso o frase, sin velo ni disfraces ni traición. Y la distancia imaginaria que parece existir siempre entre el escritor y el ser humano; entre quien escribe como personaje y la persona que sustenta esa escritura, se diluye en él con tal naturalidad que al lector, muchas veces, le resulta desarmante; y acaba teniendo la sensación de no hallarse ante un libro abierto, sino ante un hombre que nos habla y acompaña con las armas y las formas de un maestro o un amigo.

Autor: admin 24 septiembre 2009

Chris Ware
Catálogo de Novedades Acme
Mondadori, Barcelona, 2009

Si Jimmy Corrigan es la obra mayor de Ware, uno de los puntales del nuevo cómic americano, junto con Daniel Clowes y el canadiense Seth, el Catálogo de Novedades Acme supone su incursión en la cara más iconoclasta del arte secuencial. Desde los trabajos de Eisner sobre lo que teóricamente era una novela gráfica hasta la actual proliferación de tal formato ha llovido mucho, y no siempre convenientemente. Ware ha puesto de manifiesto en su trabajo más extenso, Jimmy Corrigan, el chico más listo del mundo, que tiene cosas que decir, y que no le importa sacrificar su maestría o arriesgar la presunta facilidad del medio para avanzar hacia nuevas formas de contar. Si el concepto de encapsulación explicaba la necesidad de resumir en una imagen suficientemente significativa toda una secuencia, Ware demostraba que a veces es bueno deleitarse viñetas y viñetas en presuntos tiempos muertos, o aplicar las perspectivas axonométricas, menos verosímiles pero más eficaces.

Su estilo, deliberadamente sobrio, era una manifestación más de ese falso despojamiento, pues el uso del color y sobre todo el abigarramiento de los paisajes o la multiplicación al infinito de las viñetas daban sobradas muestras de su auténtica labor de orfebrería.

En el Catálogo… da un paso más, aunque se trate en realidad de una recuperación, pues se redactó y publicó con anterioridad a su obra mayor, y de hecho de sus páginas surgiría su Jimmy Corrigan. Lo que se nos ofrece ahora es una antología de una publicación periódica elaborada exclusivamente por el propio Ware sin ningún parámetro no sólo en tamaños, sino también en contenidos. Se trata de un cajón de sastre en apariencia inconexo, donde se nos ofrecen, combinadas, series clásicas de cómic, como Big Tex, el análisis mordaz de la América profunda más cruel y descarnada, o Rusty Brown, despiadada parodia de los fanáticos del coleccionismo como manifestación del complejo de Peter Pan, o el retrofuturismo desolador de los Cuentos del mañana. Y alternando con páginas más aparente clásicas, aunque fascinantes en el uso del color, de la división en viñetas o la propia paginación, verdaderos alardes de preciosismo gratuito: un planetario fosforescente con sus personajes como constelaciones, multitud de modelos para armar de sus propias historias en miniatura, aprovechando su fascinación por las perspectivas axonométricas, propias de los manuales de instrucciones, y texto, mucho texto, verdaderos microgramas que en apariencia sirven apenas de recursos visual (el propio Ware había afirmado: «quiero tratar de traer el componente visual de los cómics a un nivel de comprensión donde las palabras operen como conceptos visuales, donde uno pueda leer las imágenes en vez de simplemente mirarlas como si fueran ilustraciones») pero cuyo contenido, la mayor parte de las veces, supone una ácida visión al american way of live de los catálogos por correspondencia: kits de drogas personalizados, globos con formas fetales, decorados de familia feliz, grandes espacios abiertos vacíos… multitud de fruslerías ofertadas con el tan conocido lenguaje teletienda. A través de tan desoladores parodias la pesimista visión de Ware pasa revista a la mayor parte de los tópicos de la América bien pensante, sin olvidarse de su propia profesión, a la que dedica duras críticas en muchas series, desde Nuestra historia del arte, pasando por los anuncios por palabras dedicados al arte, hasta protagonizar él mismo la cara interna de la fajilla del libro, después de autorretratarse como una bombilla. Esa es otra de las características de este baúl de los asombros de nunca acabar: la sorpresa te asalta en el mínimo detalle, y a la manera de los iluministas medievales y su horror vacui Ware, disciplinado y habilidoso diseñador responsable también de la recuperación del Krazy Kat de Herriman (editado por Planeta de Agostini en España), ilustra hasta los cantos del libro con la tira más pequeña de la historia. Hay que agradecer a la editorial que haya sabido mantener la fidelidad al original hasta en el más pequeño detalle, y en este caso no es sólo una expresión.

Pero tal aparente caos se rige por una coherencia basada en el abandono y la desolación: autobiográfico como muchos de sus colegas (David B, Marjani Satrapi…) todos sus personajes reflejan su propia personalidad: ausencia de seguridad y amor propio, apatía y pesimismo. El más perfilado de sus personajes, y cuya presencia en Jimmy Corrigan adquiere ahora un significado que se nos escapaba, es ese superhéroe fondón que representa al Padre ausente.

En cuanto al nombre del libro hay toda una alocada teoría, ilustrada con fotografías más o menos amañadas, sobre el surgimiento del primer artista ACME, el primer diseñador que extendería el uso de dicho vocablo por todos los Estados Unidos entre los años 30 y 50, historia que se vuelve rocambolesca al confundirse, y fundirse, el nombre y la Empresa con los experimentales años de juventud del propio Ware.

Esa misma América al estilo Hopper y John Cheever es la que aparece en la obra de Katchor. El hilo conductor de estas tiras no es tanto su protagonista, Julius Knipl, y su extravagante profesión, fotógrafo inmobiliario, como esa extraña ciudad que es y no es Nueva York. Por sus tiras, que recuerdan poderosísimamente al Kiosko de la Utopía del portugués José Carlos Fernándes, aunque le anteceden, cruzan rocambolescas profesiones (ladrones de antenas, vendedores de caramelos al por mayor, diseñadores de vestíbulos, reparadores de almohadas eléctricas, probadores de pomos…), escenarios oníricos (una penitenciaría para pigmeos que se transforma en un parque de atracciones, salones para comerse las uñas, centros de exposiciones, el hotel de los palillos, una visita guiada en autobús que es en realidad una representación teatral…), y una perturbada visión de la existencia y sus menudencias (un coleccionista de colillas, las marcas de las lavanderías en la ropa de sus clientes, vestimentas diseñadas para criminales, un conferenciante improvisador o un maestro en los sonidos de los radiadores, degustaciones de comida enlatada y amantes de los tomates adobados). Cierra el conjunto la única serie larga, dedicada a El Combinador Vespertino, periódico de la ciudad que informa no sobre lo que ocurre en ella sino en los sueños de sus moradores, investigando en los restos que de ellos quedan en los colchones.

Ángel Alonso

Autor: admin 23 septiembre 2009

Quentin Tarantino
Malditos bastardos
Random House Mondadori, Barcelona, 2009

El novelista David L. Robbins, autor de la War of the Rats que dio lugar al filme Enemigo a las puertas, escribe en su prólogo al guión de Malditos bastardos que, aun tratándose de un largometraje acerca de la II Guerra Mundial, el cómputo de muertes es curiosamente menor que en otras obras previas de Quentin Tarantino. Porque, continúa Robbins, «aunque no escasean las escenas de caos y de carnicería, parece que el marco de violencia histórica real ha constreñido la tendencia natural del director a emplearla con generosidad».

En efecto, Malditos bastardos cuenta con restallantes latigazos de desquiciada violencia y sanguinolenta devastación, si bien no son precisamente su principal moneda de cambio narrativa para ganarse la atención del espectador. Nada más lejos de la realidad. En esta película, como buena pieza tarantiniana que es, se habla mucho y bien, a dos o más bandas, en conversaciones cocidas a fuego lento. Conforme los diálogos se desarrollan, las palabras adquieren valores añadidos, desencadenado giros narrativos o dotando de varios niveles de sentido a las situaciones.

Autor: admin 22 septiembre 2009

Joe Brainard
Me acuerdo
Sexto Piso, Madrid, 2009

Aquel que escribe, haciendo relación a sus memorias: «Me acuerdo de arco iris que me defraudaron» nos puede llevar a deducir, como lectores, varias cosas: que se trata de un hombre sensible por cuanto, al parecer, no solo repara, al mirar, en lo que existe abajo, sino también en aquello que está más arriba, esto es, a las nubes, al cielo y sus colores, a los significados del cielo… Y es que el mirar implica el hacerlo no solo hacia fuera, sino también hacia adentro. Otra cosa que podemos deducir de quien escribe así es que tiene una mirada con un sentido muy gráfico, muy plástico y representativo. Mira en imágenes, quizá por ello no en vano la ocupación de nuestro inteligente autor fue el mundo de lo gráfico: la pintura, las instalaciones artísticas… A la vez, quien lea esa frase-sentencia-aforismo ha de reparar, necesariamente, que es un hombre que piensa, por cuanto un color o una imagen la transforma en una emoción. A buen seguro que es un hombre introspectivo, inteligente sin duda, y que para él la imagen es una representación que evoca o sugiere un pensamiento. Es, pues, o pudiera ser, un filósofo de la vida.

Autor: admin 19 septiembre 2009

Rosario de Acuña
Obras reunidas, volúmenes III, IV y V. Edición de José Bolado
KRK, Oviedo, 2009

«Estima a los buenos, ama a los débiles, huye de los malos, pero no odies a nadie». «En la senda del honor y de la justicia está la vida, mas el camino extraviado conduce a la muerte». «Lee y aprovecha, ve e imita, reflexiona y trabaja, ocúpate siempre en el bien de tus hermanos y trabajarás para ti mismo». He aquí tres recomendaciones del código masónico que alumbran el pensamiento y la vida de Rosario de Acuña, hermana Hipatia, una de las figuras más atractivas de la literatura española del último cuarto del siglo xix. Figura que se va recuperando, como lo demuestran, aparte de sus reediciones, los artículos y estudios que suscita su obra desde hace treinta años. El más sobresaliente en esta labor de rescate es, sin ninguna duda, José Bolado, que ahora, por fin, ha podido dar cumplimiento a su sueño de realizar la edición de sus Obras Reunidas. Nadie podía haberlo hecho como José Bolado.

Autor: admin 19 septiembre 2009

Raúl Pérez Cobo
Game Over
Premio Villa de Cox 2008. Pre-Textos, Valencia, 2009

Entre la articulación, el músculo y la sudoración; Game Over se escribe como una anatomía del cuerpo en forma de poética incisiva. La poesía recorre, en este teatro anatómico, el paisaje americano (Boulder Campus, Varsity Lake: Locus Amoenus, Centro Comercial, Estadio, Una playa en los Ángeles) y escruta los cuerpos que lo habitan (Modelos; Una vieja belleza americana; Animadora; Pandora, cajera de supermercado) que se fraccionan y semejan la realidad americana: «tobillos para un márketing salvaje:/la caja ya registra / lo que es perecedero, transitorio»; «Tus ojos son como un atleta joven / perdido en la derrota, avergonzado, / él ya no es uno de los elegidos». No es difícil ver en estas fracciones las de la sociedad ni hacer que estos cuerpos individuales sean reflejo del cuerpo social y entero de Norteamérica: los tobillos se entregan al márketing; los ojos, al éxito sin condiciones. En los títulos de cada poema —tipos, categorías— hay un afán de abarcar la totalidad, de hablar de un cuerpo a través de muchos cuerpos. Los poemas, a su vez, adoptan un tono sentencioso, de máxima, que busca simetrías con autores latinos y griegos presentes en casi todo el poemario.