Autor: 25 septiembre 2008

Rosa Sala Rose: Lili Marleen. Canción de amor y muerte

Globalrhythm, Barcelona, 2008

Siempre he tenido una gran predilección por un breve relato de Stefan Zweig, «El genio de una noche», incluido en Nuevos momentos estelares de la Humanidad. En él, el gran escritor vienés nos traslada a la noche del 25 de abril de 1792, cuando el magistrado y burgomaestre Dietrich le pregunta a su amigo, el joven capitán del cuerpo de fortificaciones Rouget de Lisle si no querría aprovechar la oportunidad patriótica —Francia acaba de declarar la guerra al emperador de Austria y al rey de Prusia— para componer una poesía destinada a las tropas que se dirigen al frente, una canción guerrera para el ejército del Rhin que al día siguiente deberá marchar contra el enemigo. A las pocas horas, ya de madugada y de manera casi inconsciente, «escribe las primeras líneas, que no son sino el eco, el retumbar, la repetición» de las exclamaciones que poco antes oía por las calles de París:

Allons, enfants de la patrie,

Le jour de gloire est arrivé.

En solo dos meses, ya con la Revolución desatada, La Marsellesa se convertiría en el canto de un pueblo y de un ejército.

Pues bien, ahora nos enfrentamos a una historia que en parte participa de algunos rasgos (las contradicciones, la increíble popularidad de la canción, su impacto) de la que nos cuenta Zweig, con la peculiaridad de que su autora dispone de mucha más documentación para contarla en un amplio relato. Rosa Sala Rose (gran conocedora de la cultura alemana y de quien debo destacar su excelente ensayo El misterioso caso alemán: Alba Editoria, 2007), en LiliMarleen. Canción de amor y muerte, cuenta con todo lujo de detalles la génesis y el fulgor de una canción que conmovió el mundo en una época especialmente turbulenta y que llegó a convertirse en símbolo universal de la paz.

Su autor, Hans Leip, llegaría a ser un discreto poeta del que el prestigioso crítico literario Marcel Reich-Ranicky incorporaría tan solo esa composición, Lili Marleen en su antología personal de la poesía alemana (2003). La canción había nacido en Berlín, también en una noche de abril, la del 3 al 4 de 1915, mientras su autor (joven oficial que al día siguiente debía incorporarse al frente de los Cárpatos: estamos en la primera guerra mundial) hacía guardia en una entrada lateral del cuartel, «mientras la lluvia chispeaba en el cerco de luz que proyectaba una farola», y Hans Leip susurraba Marleen (una joven enfermera con quien mantenía una fugaz relación) pero pensaba en Lili (en realidad Betty, la hija de los vecinos verduleros, a quien él había rebautizado como Lili, en memoria del primer amor de Goethe y destinataria del conocido poema «El parque de Lili», cuyos ecos naturalmente resuenan en la composición de Leip) y a la inversa, y tras haber acertado a pasar por allí la propia (real) Marleen, según recuerda él mismo en su autobiografía. «Como por arte de magia, verso a verso, se iba configurando un poema anotado musicalmente en el resplandeciente reflejo del asfalto», escribe.

Vor der Kaserne

Vor dem grossen Tor

Stand eine Laterne,

Uns steht sie noch davor,

So wolln wir uns dort wiedersehn,

Bei der Laterne woll wir stehn,

Wie einst, Lili Marleen

Delante del cuartel,

frente al portalón

había una farola,

y si esta estuviera todavía,

allí nos volveríamos a ver.

Junto a esa farola nos gustaría estar,

Como antes, Lili Marleen.

Es la primera de las cinco estrofas que llegará a tener. De la génesis, difusión y sentido de esta melancólica canción, de su historia o biografía (como si de un ser real se tratase) nos habla Rosa Sala Rose en este apasionante libro. También de sus mutaciones y asimilaciones y hasta apropiaciones indebidas (que el lector podrá escuchar en el CD Rom que acompaña al volumen).

Vean si no con qué letra la cantaban los soldados españoles de la División Azul:

Cuando vuelva a España

con mi División

llenará de flores

mi niña su balcón.

Yo seré entonces tan feliz

que no sabré más que decir:

mi amor, Lili Marlen,

mi amor es para ti.


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