Ana María Reviriego
Los grandes ausentes de este viaje serían los libros, yo para no irme huérfana, el último día, como la maleta ya rebosaba y no se podía llevar más, eché mano a la estantería y cogí uno al azar, era el libro de poemas Alas, de Inma Chacón, me pareció un buen título pensando que dentro de dos horas echaría a volar por los aires hasta Singapur, así que lo metí deprisa en el bolso de mano y se vino conmigo. Saliendo de Frankfurt, donde habíamos hecho escala, se me ocurrió abrirlo y me encontré con una foto mía y de mi hijo (al que iba a ver) en Dresde, de espaldas a la catedral y al río, y el primer poema en que Inma le dice a Dulce que se volvió a Vietnam y el segundo regálame Berlín, demasiadas coincidencias para yo no pensar que todo tenía que ver con la buena estrella que preveía para este viaje, a mi cabeza acudieron las palabras bueno y bien, de golpe. Seguro que sería el signo del viaje.