Susan Sontag: Cuestión de énfasis
Alfaguara, Madrid, 2007
«No estábamos mintiendo, sino que era una cuestión de énfasis», comentaba un funcionario de la Administración Bush en la ABC News refiriéndose a la forma en que la Administración norteamericana exageró la amenaza que Saddam Hussein suponía para EE. UU. No le cayó en saco roto a Susan Sontag (1933-2004), una neoyorquina seria y tenaz, comprometida con su tiempo más allá de las medias tintas: «Si no puedes poner tu vida donde está tu cabeza (corazón) entonces lo que piensas (sientes) es un fraude». Tras su célebre artículo escrito poco después de la tragedia del 11-S, en el que criticaba acerbamente la desconexión existente entre la realidad y lo que los medios de comunicación y políticos norteamericanos decían sobre la realidad, le llovieron palos de todos los frentes, se le acusó de odiar a su país, de ser una idiota moral, se le comparó con Bin Laden y Saddan Hussein e incluso hubo alguien que propuso confinarla en el desierto. Es importante tener esto en cuenta, así como sus largas estancias en Vietnam y en Sarajevo, para comprender que la respuesta estética de su escritura ha sido inseparable de su actitud ética.