Marcus du Sautoy: La música de los números primos
Acantilado, Barcelona, 2007
«¿Quién de nosotros no se alegraría al levantar el velo tras el que se oculta el porvenir, dejando caer su mirada sobre los futuros avances de nuestra ciencia y sobre los secretos de su desarrollo?». Empezaba un nuevo siglo, y David Hilbert (1862-1943), el mejor matemático de su generación, había tomado la palabra en la Sorbona para hablar por primera vez en un Congreso Internacional de Matemáticos, no de lo que había sido demostrado, sino de lo que quedaba por descubrir. Hilbert estaba convencido de que el motor de progreso de las matemáticas era la resolución de problemas, y de que cualquier campo en el que no surgieran preguntas nuevas a diario era una rama muerta de la disciplina. Por eso, insistió mucho en qué significaba realmente resolver un problema y, para fijar sus ideas, escogió las veintitrés cuestiones abiertas «que trazarían —a su juicio— el camino de los exploradores matemáticos del siglo veinte» (pág. 10). Cien años después, en el Collège de France, un selecto grupo de matemáticos de fama mundial hizo pública, siguiendo el espíritu de Hilbert, su selección de los siete Problemas del Milenio. Solo uno aparecía en las dos listas: la «Hipótesis de Riemann», sobre la que trata este libro excepcional que reseñamos.