Mario Vargas Llosa
El viaje a la ficción.
El mundo de Juan
Carlos Onetti
Alfaguara, Madrid, 2008
En nuestras letras, y en comparación con los países de nuestro entorno cultural, se ha tomado poco en cuenta la critique d’ècrivain, pese a que disponemos de una sólida tradición desde finales del xix y principios del xx. El ensayismo o la crítica literaria de Clarín, Unamuno, Azorín, Baroja, Antonio Machado, Juan Ramón, Cernuda, Bergamín, Guillén, Salinas, etcétera, siempre me ha parecido muy sugestiva —además de oxigenante y hasta purgativa para con determinados excesos— y aleccionadora porque nos ayuda a leer la literatura guiados por una interpretación que, a la agudeza crítica, le suma una envidiable elegancia y precisión expresiva. Además, el ensayo literario firmado por grandes escritores, aparte de proponernos nuevas y fecundas aproximaciones a la obra de un autor, suelen contener reflexiones estéticas de indudable interés. Mario Vargas Llosa pertenece a esta especial estirpe de escritores que transitan por esa otra cara de la literatura pues, desde el principio de su trayectoria, ha ido simultaneando la creación narrativa con la reflexión crítica, con varios libros dedicados al estudio de autores u obras tan distintos como Joanot Martorell y su Tirant lo Blanc, Gabriel García Márquez, Flaubert y Madame Bovary, el proceso de creación de su propia novela La casa verde en la deliciosa Historia secreta de una novela, sin olvidar ese iluminador ensayo teórico que contienen las Cartas a un joven novelista, ni los más recientes La verdad de las mentiras y La tentación de lo imposible.