Soledad Puértolas: Cielo nocturno
Anagrama, Barcelona, 2008
Un grupo de jóvenes, chicos y chicas, semidesnudos, alegres, risueños, casi eufóricos, se bañan en un río rodeado de frondosos árboles. Suroeste de Francia, 1962. Se abrazan, se tocan, se salpican, juguetean. Es una imagen poderosa, cine en estado puro, rebosante de optimismo, de vitalidad, de elegante sensualidad. Pertenece a Los juncos salvajes, espléndida película de André Techiné, quizá su mejor obra junto a Los ladrones, con unos soberbios y contenidos Catherine Deneuve y Daniel Auteil. Y esa imagen, la de la película, me viene a la memoria después de leer esta nueva novela de Soledad Puértolas, tan vital, tan llena de vida. El despertar a la vida de una muchacha que pasó sus primeros años en un colegio de monjas y que, de repente, tras abandonarlo, se encuentra con las revueltas sociales de un país, el nuestro, que surgen en los sectores más liberales, universitarios principalmente, después de estar acribillado durante cuarenta años por una infame dictadura, la dictadura franquista.