Iñaki Uriarte
Estuvimos en Benidorm el fin de semana de Todos los Santos y nos hemos traído un gato recogido en la puerta del Parador de Teruel. Suponemos que alguien lo abandonó allí. Le hemos puesto de nombre Borges, pero le llamamos Borgito. Mari, la interina, que no sabe quién es Borges, le llama Jorgito. A Borges también le llamaban en casa Georgie.
Al gato le hemos puesto la cama en el cuarto de atrás, donde tengo los libros de poesía. Releo los poemas de Baudelaire y Borges sobre gatos. No sé si este va a saber comportarse a tanta altura. Ni nosotros. No sé si él va a aprender a ser «más remoto que el Ganges y el poniente», como escribe Borges, ni nosotros somos esos de quienes dice Baudelaire: «Les amoureux fervents et les savant austéres aiment, dans leurs mûres saisons, les chats…»