Andrés Neuman
El viajero del siglo
Alfaguara, Madrid, 2009
La última novela de Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) plantea diversos retos para el crítico e induce al lector a una sana envidia, ese oxímoron que utilizan los envidiosos crónicos. El viajero del siglo es un libro-espejo que contiene la imagen real y su reverso literario, las mentiras de la Historia y las verdades de la ficción, los trampantojos de la ciencia y las ecuaciones del mito. Neuman propone un estudio del paisaje y del paisanaje de la improbable ciudad alemana de Wandernburgo, un microcosmos coral que convoca la evanescente densidad del Brigadoon cinematográfico, el espacio de las contradicciones históricas y el campo abierto de la ideología. Y si la geografía de Wandernburgo es difícilmente discernible, tampoco resultan evidentes las marcas cronológicas del relato, que solo se deducen por la fecha de publicación de dos obras mencionadas como novedades editoriales: el Cromwell de Victor Hugo y el Libro de canciones de Heinrich Heine, ambos impresos en 1827. En efecto, El viajero del siglo es una novela de pensamiento que no descuida las expectativas del lector contemporáneo, pues también puede interpretarse en clave de narración de aventuras, relato epistolar, intriga sentimental, cancionero erótico o fabulación detectivesca. Todo el texto es un ejercicio de funambulismo que el autor desarrolla —con la aparente facilidad del virtuoso— sobre la cuerda floja de los géneros literarios. Sin embargo, más allá de su pesquisa metateórica, se trata de un libro que reivindica el placer de contar historias y de contar la Historia, y que exige aceptar su apuesta discursiva con todas las consecuencias.