Alejandro Bekes
Por la ventanilla del avión veo algo que sólo puede ser la costa de África. La playa blanca aparece y desaparece entre las nubes. África, cuna del hombre. Apenas un retazo lejano, desde once mil metros de altura. A lo lejos, unas montañas nevadas. ¿La cordillera del Atlas? Seguramente. Las montañas nevadas que sostienen el cielo. Sólo Hércules hubiera podido relevarlas de ese eterno trabajo, y solo por un instante. El peso del cielo es excesivo aun para un superhombre. El peso del cielo… Aquello parece una ciudad costera. La mítica Casablanca, quizá. Tócala de nuevo, Sam. Si ella puede soportarlo, yo también. Todo se difumina al fin y se borra bajo una capa densa de nubes. Por los desgarros de la capa, bien abajo, brillan al sol las olas del Atlántico.