Archivo de enero, 2006

Escrito en el aire (testamento con pájaros)

domingo, enero 22nd, 2006

José Ignacio Foronda

Puede que dentro de unos cuantos años, cuando tengan hijos los hijos de mis hijos, no quede ningún pájaro en cielo y la Tierra sea un planeta aornos. Puede que entonces sólo crucen el aire sofisticadas máquinas, o que sólo puedan volar las personas que tengan las alas de la imaginación o que alcancen la levedad del sueño. Para ese tiempo sin plumas, para ese planeta sin pájaros, para ti, lector, que te aventuras por el cielo de papel de la literatura, escribo estas páginas con pájaros que vi volar o que otros escribieron. Y para esas personas que no conoceré pero que llevarán en algún eslabón de su código genético mi apellido, preparo este testamento, cofre de papel, tesoro de baratijas en el que nada se mueve si no es la sombra de un deseo: el vuelo.

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Libros perdidos

viernes, enero 20th, 2006

Israel Paredes Badía

Gaston Berlemont regentaba The French House, un pub situado en el barrio londinense del Soho, concretamente en Dean Street. Allí sigue, casi con el mismo aspecto que entonces a tenor de las referencias gráficas que se pueden cotejar. Su nombre no ha pasado a la historia de la literatura en mayúsculas, si no más bien como ejemplo del azar y la causalidad que en ocasiones operan dentro de ella. En verdad, su nombre es escasamente conocido. Sin embargo, ahí está. No pide a gritos el sitio que merece, que de alguna manera ya lo tiene, aunque, insisto, en minúsculas, más que nada porque ya no está entre los vivos; tampoco sus herederos parecen dispuestos a reclamarlo, quizá porque nada pueden sacar.

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Mosaico partenopeo (otoño de 2005)

jueves, enero 19th, 2006

Miguel d’Ors

(Posdata prologal: en el aeropuerto de Madrid subo al avión que va a conducirme a Nápoles. Mi asiento es el 2C, pasillo. Cuando doy con él, compruebo que en el 2D, ventanilla, hay un inconfundible italiano —un hombre maduro con una de esas caras cuatrocentistas, como de condottiero, que tanto abundan en aquel país— y que el sitio que me corresponde lo ha ocupado con su equipaje de mano. Tímida y cortésmente le insinúo al hombre que aquella es mi plaza, y que el equipaje la azafata le exigirá que lo coloque dentro del compartimento destinado a tal efecto. El tipo pone una cara muy expresiva que quiere decir “Bah, qué más da”, se levanta con su bolsa y uno y otra pasan con gran dignidad a los asientos 3C y 3D, detrás de mí. Al cabo de un momento vuelve a levantarse y se instala con su bolsa en los 1A y 1B, en la primera fila. Qué individuo más especial, digo para mis adentros.

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Los crímenes del marqués. Dandismo, parnaso y bohemia en el Oviedo de fin de siglo

martes, enero 17th, 2006

Marco Antonio Iglesias

La extraña figura del marqués de Valero de Urría fascinó en su día a quienes tuvieron el placer de conocerle y sigue fascinando hoy a quienes, degustadores de exquisitas rarezas literarias, nos hemos aventurado a bucear en las páginas más olvidadas del Parnaso. Conste que al decir “Parnaso” no me refiero aquí al habitado por las nueve musas quevedescas, ni al que cantara Cervantes en su célebre Viaje cuando “llegó al Parnaso, y fue del rubio Apolo / agasajado con serena frente”. No. Este es el Parnasse francés del siglo xix, o refinada escuela poética —helenismo, culto a la Belleza, desdeñosa impasibilidad y verso aristocratizante— que bebió en Baudelaire y tuvo en Leconte de Lisle, en Léon Dierx y en José María de Heredia a sus vates más eximios. Lo que es aquí, apenas estuvo representada por un par de diplomáticos (Juan Valera, Antonio de Zayas) y nuestro excéntrico marqués: renombrado bohemio en el Oviedo “regentado” por Clarín y quizás el parnasiano español más consciente de serlo.

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Jhumpa Lahiri. Intérprete de emociones

domingo, enero 15th, 2006

Carlos Ramos

Ganar el Pulitzer suele ser el resultado de una larga trayectoria en el ojo público. Obtenerlo es casi siempre la culminación de una carrera brillante. Jhumpa Lahiri consiguió en el año 2000 algo extraordinario: lo ganó siendo joven y con su primer libro. Sus amigos enloquecimos con la noticia. Ella parece que no.

El primer indicio que tuvimos quienes la conocíamos de que Jhumpa podía tener por delante una carrera como escritora fue justo al acabar su doctorado, mientras disfrutaba de una beca de creación en Provincetown (Cape Cod, en la costa de Massachusetts), y todos andábamos, con distintas intensidades, preocupados por el futuro y sus incógnitas. En poco tiempo, encontró un agente, vendió su libro Interpreter of Maladies (Intérprete de emociones, Ediciones del Bronce, 2000) y publicó una historia en The New Yorker. Era el año 1998 y lo mejor estaba aún por llegar. La colección se publicó en 1999 y fue recibida con entusiasmo por críticos y lectores. En abril de 2000, la bomba: el Pulitzer.

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Una nueva claridad

sábado, enero 14th, 2006

Ted Kooser
Versión y nota preliminar de Hilario Barrero

Cuando nombraron a Ted Kooser el decimotercer poeta laureado de los Estados Unidos, reemplazando a Louise Gluck, declaró: “Intento en mis poemas tomar las cosas sencillas y mirarlas con una nueva luz”. Kooser, que es un maestro en el arte de la metáfora, escribe con una claridad que a veces deslumbra pero que nunca ciega. En sus poemas destacaríamos tres pilares básicos: precisión, claridad y sencillez, y en ellos se habla de herramientas, de un tatuaje, de un entierro o de un huracán. Es una poesía asequible, aparentemente fácil de entender. Sin embargo, no hay que dejarse engañar por la sencillez del poema. Escondidas o a flor de piel comienzan las posibles lecturas e interpretaciones.

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Noches cerradas

martes, enero 10th, 2006

Julio José Ordovás

1.

Noches en las que todos los semáforos están en blanco.

2.

En un callejón sin nombre de una ciudad inventada. Un hombre mata a otro hombre, a puñaladas. Desde detrás de un cubo de basura, contempla un gato la escena. Yo soy el gato. Yo soy el único testigo del crimen. Un gato afantasmado. Y cobarde.

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Poemas

sábado, enero 7th, 2006

Antón Arrufat

Donde el autor se cuenta

Estimados espectadores, quien se encuentra ante ustedes y tratará de corporizarse en lo posible hasta convertirse en cuerpo verbal, nació hace setenta años en una distante ciudad provinciana, Santiago de Cuba, distante de La Habana naturalmente, y que todo santiaguero, en mi juventud al menos, pronunciaba con cierta prosopopeya, dosis de envidia molesta, y como si en su entonación se encontraran mayúsculas marcadas, letras resonantes para exclamar “¡La Capital!”. Según me contaron mis padres, quienes al nacer primero que yo tuvieron la posibilidad de traerme al mundo y verme nacer, el hecho ocurrió un día del año 1935, el 14 de agosto. Yo puedo jurar que de tal nacimiento nada supe hasta pasados varios años, cuando empecé a tener eso, tan misterioso, que llamamos “conciencia”. Para aquellos aficionados al horóscopo occidental, nací bajo el signo incandescente de Leo, segundo decanato, gente que se caracteriza por su gran obstinación prepotente y voluntariosa, dada a las pasiones eróticas y políticas, y sin embargo propensa al suicidio cuando comprende que ha fracasado en sus proyectos o inclinaciones. Como resulta claro hasta este minuto, soy la negación viviente de tal afirmación zodiacal.

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Tres posibilidades para el relato

miércoles, enero 4th, 2006

José Ángel Gayol

Al margen de cualquier consideración pesimista, lo cierto es que a los anaqueles de bibliotecas y librerías siguen llegando volúmenes de cuentos en forma de antologías, de textos independientes, en los géneros más variados, sin medida de cantidad o calidad. Para un género, el del cuento, aparentemente en receso, cada año se editan nuevas obras, a menudo de gran valía y poca difusión, que sirven de espejos a una realidad literaria inagotable. El cuento se cultiva como un minifundio rodeado de los latifundios extensísimos de la novela y, a pesar de ello, encuentra sus lectores, que acuden como arqueólogos a la caza de las muchas joyas que nos regalan autores jóvenes o ya consagrados.

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