Autor: Rafael Suárez Plácido 9 diciembre 2010

Julián Rodríguez
Tríptico y Santos que yo te pinte
Julián Rodríguez
Errata Naturae
Madrid, 2010

Julián Rodríguez tiene clarísimo el mapa de su obra, la ya escrita y la por venir. Por una parte nos encontramos los Antecedentes, los primeros relatos y poemas que escribió. De otro lado, su obra de ficción, recogida en el volumen Lo improbable y otras novelas. Y junto a ello, ha ido creando una serie de diarios que ha llamado Piezas de Resistencia, donde ya nos ha ofrecido lo que, hasta el momento, me parece lo más interesante de su obra: Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás y Cultivos.

Cuando ya pensábamos que su obra venidera iba a discurrir por estos senderos, nos encontramos con la siempre agradable sorpresa que supone un nuevo ciclo, que titula Piezas breves, y del que nos adelanta los dos primeros volúmenes: Tríptico y Santos que yo te pinte, en la también joven, prometedora y hermosa editorial madrileña Errata Naturae, que, junto a la ya citada Periférica y otras (KRK, El olivo azul, Point de lunettes, Impedimenta…) han recuperado el deseo de editar bien buenos catálogos. Y estas Piezas breves son un buen ejemplo de ello. Porque han respetado el deseo del autor de agrupar los textos en libros breves, bien cuidados y convenientemente distribuidos a nivel nacional.

Tríptico es el primer libro del ciclo. Son tres piezas breves que escribió en 1998 y que el tiempo y el autor han ido puliendo hasta encontrarles conveniente acomodo. Dos citas aparentemente contradictorias: Marguerite Duras nos dice que no tiene ideas, sólo palabras y silencios; y Brecht incide, en cambio, en que las palabras no bastan, son necesarias las ideas. Ambos tienen razón. Julián Rodríguez no rehúye de las contradicciones que sabe que le alimentan y que le han procurado algunas de sus mejores páginas. Así nos lo hace ver desde el principio. El primer relato es “Rojo y gris”. La voz es femenina. Julián Rodríguez en su primera etapa usaba mucho la voz femenina. En Antecedentes ya es así. Aquí también. Una mujer que duda de todo, que se lo plantea todo, que no siempre sabe por qué dice lo que dice o por qué hace lo que hace. Siempre es infeliz. Siempre se queda a medias en todo. Siempre a medias porque siempre va a acabar huyendo.

El relato central de Tríptico es “Sin biblioteca”. Allí se mezclan dos voces: él y ella. Dos voces que se entrelazan en una misma historia aunque muchas veces lo dudemos. Porque ella sólo vive para él. Él, en cambio, sólo parece estar interesado en su biblioteca. Ella habla de sus actos, de sus deseos, de lo que excita sus sentidos. Él sólo se excita pensando en sus libros. Una biblioteca que ella heredó de su padre, que a su vez la heredó de su abuelo. Las mujeres de Julián Rodríguez son más valientes que los hombres. Son las que toman decisiones, las que cuando ven que las cosas van mal, abandonan el hogar. Con todas sus consecuencias. Son “vidas recién inauguradas”, usando la expresión en la que incide varias veces en el libro. El tercer relato es “La luz y las polillas”. También la voz es femenina. Una mujer que repasa los recuerdos que le quedan del hombre con el que convivió un tiempo y que apenas conoció. Ella pensaba que iba a ser más feliz si lo amaba. “Como si el futuro de una vida en común, expresión tan tonta, las atrajera igual que un imán, como la luz a las polillas.” La realidad se impuso una vez más. Nos quedan los recuerdos, o lo que creemos que son esos recuerdos.

Muy interesante es la Poética que nos ofrece en la Nota del autor. Lo que mueve estas “Piezas breves” es el deseo de encontrar una voz. Con influencias admitidas y sentidas tanto de escritores como de músicos, el principal objetivo del Julián Rodríguez de estos años es encontrar su voz. La brevedad es una constante en su obra. Aquí nos ofrece las claves. El deseo de atrapar el concepto exacto con el menor número de palabras posibles. Pero todo esto se desarrolla aun más en el segundo título de este ciclo: Santos que yo te pinte. Un solo texto más amplio que se inicia con una cita de Los Planetas, el título, que comparte posición con Bufalino. Esta es otra de las claves para entender correctamente a Julián Rodríguez. La cultura pop se mezcla con los clásicos más exigentes. Y no hablamos sólo de música. También ofrece un compromiso con el arte más comprometido, con la vida y con el arte en sí. Si entendemos esto y leemos atentamente la cita de Bufalino, es fácil que comprendamos mejor este relato. Un joven autor que siente que tiene muchas voces dentro de él. Todas son válidas, pero ninguna es la suya. Y ese es el sentido de este relato. “Si no soy, no existo.” Continuamos con el tono del librito anterior: “La grandilocuencia está reñida con la realidad. Si es que existe la realidad.” Así va mezclando sus necesidades expresivas con recuerdos que a veces son suyos y a veces inventados, por otros o por él. Y siempre las mujeres. La voz aquí es masculina. Es ya la suya, dudando más de lo que hará después. Y cuando pienso en las mujeres que aparecen en este libro, se me vienen a la cabeza las que pueblan el cancionero de Jota, el líder de Los Planetas, la banda granadina de la que toma título y cita. Las canciones del amor que ya se ha acabado y que guarda pocos recuerdos positivos de lo que fue más dolor e incomprensión que placer. El narrador es muy parecido al del ciclo de Piezas de Resistencia. Quien aún no haya leído nada de Julián Rodríguez (Ceclavín, 1968) tiene una buena ocasión para iniciarse en uno de los mundos narrativos más apasionantes que están en marcha, en España, a día de hoy. Quien ya conozca su obra, ya sabe que no puede perdérselo.

Blog de Rafael Suárez Plácido


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