Silvia Grijalba: Palabra de rock. Antología de letristas españoles
Editorial Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2008
Mucho, demasiado, tiempo ha transcurrido desde la publicación del extraordinario La poesía del rock (Litoral, 1989) hasta esta antología de letristas españoles de rock. Casi dos décadas donde apenas si se han tratado las evidentes conexiones que existen entre las letras de rock y sus posibilidades poéticas. La polifacética Silvia Grijalba acepta el desafío de seleccionar una muestra de autores muy diversa, por encima de preferencias personales, y con el agravante que supone abarcar más de dos décadas donde el rock español ha multiplicado estilos y artistas. El resultado es notable y digno de resaltar. En estos tiempos donde las canciones han sido denigradas al nivel de un politono telefónico y donde letras y estribillos pretenden ser reducidos hasta el más inmisericorde dadaísmo, reconforta encontrarse con un trabajo como este. Grijalba sabe establecer, sin alharacas, las distintas conexiones de una selección muy diversa: de Javier Corcobado con William Blake y John Milton a Robe Extremoduro con Henry Miller o Charles Bukowsky, pasando por el «mundo propio» del grandísimo y hoy defenestrado Poch (con los enormes Derribos Arias), la sensibilidad de otro nombre propio como el siempre controvertido Fernando Márquez, el pulso sintético de Sabino Méndez o la narrativa de Nacho Vegas —que nunca fue líder de Manta Ray, como nos hemos visto obligados a leer en algún desinformado comentario—, entre Roger Wolfe y Raymond Carver, hay un espectro amplio y diverso donde poesía y rock se abrazan. Hacía falta un libro como éste para desvelar hasta qué punto los creadores de la banda sonora de muchas vidas, de muchos momentos, poseían un talento poético que enganchaba directamente con unas inquietudes culturales solapadas por la ausencia de una tradición rockera en España y que obviaban el trazo literario de muchas de sus composiciones.
Otro de los grandes aciertos de Grijalba es no desvincular la letra a la musicalidad de la canción, a su propia estructura. Acostumbrados a los devaneos de algunos cantantes como el atribulado Alejandro Sanz, totalmente incapaces de encajar sus letras en la propia musicalidad de cada canción, resulta reconfortante comprobar que la selección de esta antología se atiene a estas reglas. De Pablo Guerrero a Julián Hernández (Siniestro Total), de Santiago Auserón (Radio Futura, Juan Perro) a Fernando Alfaro (Surfin’ Bichos, Chucho) existe una sensibilidad propia en las letras de las canciones que las sitúa en esa bizarra frontera donde se puede hallar un evidente pálpito poético. La antóloga sabe establecer ese límite sin privarnos del sabor poético que poseen la gran mayoría de las letras seleccionadas. Canciones magníficas y tan opuestas como «La fuerza de los débiles» (Esclarecidos), «Oscuro affaire» (Radio Futura), «Como uña y carne» (Poch) o la tremebunda «Ladrada del afilador» (Corcobado y Los Chatarreros de Sangre y Cielo) encuentran un lugar común que sirve para situar al rock dentro de una merecida valoración cultural.
Sin recurrir a lo evidente (no, no sale Joaquín Sabina) y apostando por ofrecer un abanico amplio de creadores, esta antología se presenta como un primer paso consistente para la reivindicación literaria de las letras del rock español. Algo merecido y trabajado a la vista de lo expuesto en esta muy recomendable antología.
Manolo D. Abad