Autor: 21 julio 2009

Pelayo Fueyo
El libro de la discordia
Deva, Ateneo obrero de Gijón, Gijón, 2008

Pelayo Fueyo (Gijón, 1967), después de la publicación 
de su último libro de poemas La herencia del silencio 
(Pre-Textos, Valencia 2003) y de la recopilación por la misma editorial de su poesía completa en el año 2008, vuelve ahora a ofrecernos la inmensa calidad de su poesía en un libro que con el título El libro de la discordia publica la prestigiosa colección gijonesa «Deva», que bajo la dirección del poeta Xosé Bolado, y desde 1986, viene editando la obra de un buen número de poetas no solo asturianos, sino de otras latitudes.

Siempre he considerado a Pelayo Fueyo como uno de los mejores poetas españoles de su generación. Cada título que publica es un paso más hacia la perfección. Poseedor de una palabra llena de claves y de símbolos, cargada siempre de misterio y extrañeza, nuevamente somos subyugados por ella mientras vamos avanzando en la lectura de este libro.

El libro de la discordia se encuentra, quizá como ninguno de sus anteriores títulos, en una línea de despojamiento de sombras (buena muestra de ello podemos encontrarla en el poema dedicado al padre que aparece en la página 31) que, sin renunciar al simbolismo cercano al hermetismo tan propio de la obra pelayana, no dan tan solo claridad al poema, sino una mejor e inmediata identificación con su universo de imágenes, ritos y mitos. Los temas que nos propone Fueyo en este libro son los temas que siempre le han perseguido: el mundo perdido de la infancia, el extrañamiento, los descubrimientos que el yo hace del otro —desdoblamiento que le provoca una lucidez no pocas veces escalofriante—, el sentimiento sublimado del amor —muy presente en esta obra—,el tiempo, la metapoesía…

Los poemas que se encierran en el libro —apuntaré como algo inhabitual en este autor que estos carecen de título— nos acercan a lugares conocidos, pero siempre renovados, por donde el poeta se mueve indefenso y solitario intentando seguir los pasos de un niño «encantado por una rosa roja», de un joven que vio cómo esta se iba marchitando entre sus manos o de un hombre que en su batalla contra la oscuridad y la muerte busca pertinaz al extraño que habita dentro de nosotros: «Hoy hablé con un hombre que tiene dos cabezas: / la una alababa el orden de las cosas, / en tanto que la otra despreciaba su caos. / Yo quise interceder entre las dos opciones, / pero pronto entendí cómo ese solo cuerpo / luchaba contra sí sin poder decidirse. / Hoy hablé con un hombre que tiene dos cabezas: / si su monstruoso aspecto me hizo sonrojarme, / por su doble conciencia me golpeé a mí mismo» (pág. 36). «Gemelo, no naciste de mi madre; / hermano, eres mi rostro en el espejo. / Espejo que yo llevo de la mano; / pensamiento que dobla mi conciencia».

La poesía de Pelayo Fueyo no es una poesía complaciente. Concebida como «una manera de indagar en la naturaleza herida del hombre», sus poemas están atravesados casi siempre por la tristeza de la pérdida, por un arañazo de belleza que, como la rosa, contiene espinas que, sin duda, dañarán al lector que logre acercarse al entramado complejo del auténtico yo del poeta. Pero que ello no les impida estremecerse con este Libro de la discordia de estética perturbadora.

Herme G. Donis


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