Autor: 21 marzo 2009

Jackie Kay
The Last of the Smokers. Grace and Rose/ 
Las últimas fumadoras. Grace y Rose
Introducción y traducción de Carla Rodríguez González
KRK Ediciones, Oviedo, 2008

Acaso el nombre de Jackie Kay no diga mucho a quien no sea lector —o lectora— con pleno dominio de la lengua inglesa y manifiesto interés por la literatura escocesa contemporánea. De hecho, si usted reúne las condiciones que acabo de mencionar, es muy poco probable que esta reseña le sea de alguna utilidad y sin duda preferirá visitar por primera o repetidas veces la producción de esta polifacética y premiada creadora (poeta, novelista, biógrafa y dramaturga —sin olvidarnos de sus volúmenes para niños y jóvenes—).

Pero si no está familiarizado/a con la autora, es ya momento de advertir que la suya es una de las más potentes y singulares voces de las actuales letras británicas, constructora de atrevidas y a menudo poco frecuentadas propuestas que suelen gravitar en torno al concepto de identidad y su múltiple y problemático alcance —sea en lo tocante a la propia idea de auto/biografía y su necesaria revisión tras las teorías deconstruccionistas, sea en lo relativo a cuestiones de género, sexuales o étnicas—. Creo que su objetivo es lanzar otra mirada, componer alternativas a ese imaginario dominante que casi nunca se sitúa en un ángulo ajeno al de la colectividad blanca y heterosexual y en muy escasas ocasiones contempla siquiera la sospecha de que en la arquitectura simbólica que subyace en cualquier proyecto nacional ocupen un lugar herencias y tradiciones minoritarias, y minorizadas de modo persistente, que día a día han de luchar contra los repetidos intentos de marginación. Así las cosas y en esa línea de compromiso, está claro que el gran triunfo de esta mujer ha sido hacerse oír y lograr el aplauso de un público y una crítica que desde sus respectivas instancias han acogido con interés unos títulos que, en general, ni permiten la indiferencia ética (antes al contrario: diría que, de manera casi automática, su lectura conduce a una inquieta reflexión ligada a la quiebra de tantas verdades aparentes) ni, trazados con la fuerza de un estilo vigoroso y envolvente, consienten nuestra desatención estética.

Por lo dicho, en medio de un panorama editorial que no siempre entrega versiones estimables de obras extranjeras tampoco siempre meritorias, resulta bastante llamativo que hasta ahora no se hubiese traducido al español ninguno de los textos de Jackie Kay. Dado que el más largo camino se inicia con el primer paso, Carla Rodríguez González, profesora de la Universidad de Oviedo y destacada estudiosa de la escritora, ha comenzado a corregir esta laguna con la publicación, en cuidada edición bilingüe, de dos relatos: «Las últimas fumadoras» y «Grace y Rose».

A mi juicio, acercarse a estos dos cuentos (aquí precedidos de una breve pero completa introducción, en la que Carla Rodríguez ha sabido concentrar clara y precisamente lo fundamental para entender el universo artístico de Kay, y acompañados de una cumplida información bibliográfica) supone aprovechar como se merece la oportunidad de disfrutar del talento para narrar historias cortas de que la autora ha dado repetidas muestras y complacerse no solo en su sentido del humor, su ritmo fluido y sus eficaces diálogos de matices naturales y sencillos, que tanto comunican, sino también en la destreza para volver cotidianas vidas y experiencias que quizás en otras manos hubiesen recibido el discutible tratamiento de lo excepcional. Lo cual en el primer caso, «Las últimas fumadoras», se viste de una noche de tabaco, alcohol y conversaciones que van y vienen en medio del espeso humo para que dos amigas, una de ellas lesbiana, pasen revista a su trayectoria, en particular a la sentimental, sobre la base de la curiosa ecuación que iguala cigarrillos y amantes (ambos se asocian al puro deseo), mientras que en «Grace y Rose», que transcurre en las Islas Shetland, al norte de Escocia, un espacio alejado del bullicio urbano y habitado por gentes que hubieran sido un cómodo pasaporte al costumbrismo pintoresco —riesgo que se sortea sin problemas—, las protagonistas, a través de una eficaz alternancia de perspectivas temporales donde se superponen futuro y pasado, toman la palabra en sendos capítulos para manifestar, con delicadeza no exenta de osadía, sus profundas emociones ante la inminencia/el recuerdo de su boda, celebrada con todos los honores junto a un nutrido grupo de invitados, libres (ellos también) de prejuicios y normas acerca de las diversas opciones sexuales.

He cerrado el libro pensando en el fácil y peligroso juego de los lugares comunes; después he observado la foto de Jackie Kay con que se ilustra una de las solapas y, sonrisa por sonrisa, le he agradecido la maestría con la que ha rasgado el velo de presuntas evidencias.

Carmen Alfonso


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