Kris Nelscott: Carretera peligrosa
Tropismos, Salamanca, 2006
Tenemos un detective privado, negro para más señas, una hermosa rubia llamada Laura Hathaway, nombre de magnéticas resonancias, y un escenario irrepetible: los últimos sesenta en el sur de Estados Unidos. Con semejante planteamiento Carretera peligrosa solo puede ser una novela negra, pero novela negra en el sentido más clásico del término (Hammett, Cain, Chandler…). “Algunos dirán que el comienzo del fin tuvo lugar el 1 de enero de 1968, cuando el alcalde Henry Loeb tomó posesión […] No obstante, otros dirán que el comienzo del fin tuvo lugar el 1 de febrero, cuando dos basureros negros murieron en un accidente, aplastados en el mecanismo compresor de su viejo y averiado camión […] Para mí, no obstante, el comienzo del fin tuvo lugar el lunes 26 de febrero. Aquel día fue cuando vi a Laura Hathaway por primera vez”. La reiteración de estructuras sintácticas sirve para crear una cadencia que culmina en una imagen casi fílmica, la de la mujer fatal entrando en el despacho del detective. Toda la novela está dirigida a captar un ambiente nebuloso, de indefinible peligro y ansiedad. Los personajes se van perfilando a medida que avanza la narración, y las concepciones que de ellos pudiera tener el lector se van modificando paulatinamente.