José Ángel Gayol
Al margen de cualquier consideración pesimista, lo cierto es que a los anaqueles de bibliotecas y librerías siguen llegando volúmenes de cuentos en forma de antologías, de textos independientes, en los géneros más variados, sin medida de cantidad o calidad. Para un género, el del cuento, aparentemente en receso, cada año se editan nuevas obras, a menudo de gran valía y poca difusión, que sirven de espejos a una realidad literaria inagotable. El cuento se cultiva como un minifundio rodeado de los latifundios extensísimos de la novela y, a pesar de ello, encuentra sus lectores, que acuden como arqueólogos a la caza de las muchas joyas que nos regalan autores jóvenes o ya consagrados.