Andrés Trapiello
Al poco de aparecer en castellano este libro que el lector tiene en sus manos, y desde luego antes de que lo hubiesen leído la mayoría de quienes empezaban a hablar de él, circularon por la pequeña sociedad literaria española algunos comentarios, recelosos unas veces y maliciosos otras.
Cierto que era una osadía «continuar» el Quijote, tanto como hacerlo en «la misma» lengua en que había sido escrito este, pero lo cierto es que mi libro ni está ni podría estar escrito en «la misma» lengua de Cervantes ni tampoco podría ser «una continuación» de algo que el propio Cervantes dejó cerrado y bien cerrado en las últimas páginas de La segunda parte del Ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.