Mario Levrero
La novela luminosa
Mondadori, Barcelona, 2008
Durante el año que viví en Chicago, entre 2001 y 2002, apenas pude leer. Las horas se me iban en transportes públicos donde difícilmente habría podido abrir un libro porque siempre estaban atestados, y dando clases a jóvenes sin ningún interés en aprender lenguas extranjeras. Cuando llegaba el fin de semana, apenas me quedaba energía para poder concentrarme. Aun así, los sábados solía ir a la biblioteca municipal en busca de novelas y poemarios que luego nunca terminaba. Al devolverlos a la semana siguiente, alguna vez sin siquiera haberlos ojeado, sentía que poco a poco estaba convirtiéndome en un individuo demasiado realista y eso me preocupaba. Las cosas cambiaron de forma accidental, haciendo fotografías en mi pequeño estudio. Como las posibilidades eran más bien escasas, ensayé con los libros. Primero los encuadré por separado, algo después juntos, y por último decidí agrupar fotografías que también fotografiaba, convirtiendo todo aquel torbellino de imágenes en una especie de biblioteca visual que me hizo pensar que en el fondo sólo estaba practicando un nuevo tipo de lectura.