Junichiro Tanizaki
Retrato de Shunkin
Traducción de
María Luisa Balseiro
Siruela, Madrid, 2009
El período que va de 1868 a 1912 en Japón, el reinado del emperardor Meijí, supone la revolución más importante que ha vivido una sociedad para reformar su estilo de vida en los últimos siglos. El esfuerzo de todo un país por salir de siglos de aislamiento, marcados por una economía primaria y un sistema social feudal, y colocarse a la cabeza del continente asiático, como primera economía y gigante técnológico a escala mundial. Y esta revolución es tan importante no sólo por «a donde llegó», sino, y muy especialmente, por «de dónde venía». Japón se tenía por una primerísimo potencia en lo espiritual y en su forma de ver la vida, su organización, sus leyes, su sentido del honor, aún hoy están presentes en muchos aspectos de la vida de sus ciudadanos. Imagínense un país que en 40 años crea un sistema moderno de escuela y universidades, una red ferroviaria que atravesaba cada una de las principales islas, un sistema judicial próximo a los derechos humanos, hospitales, fábricas, barcos… cuando antes no existían ni las palabras ni los conceptos de universidad, tren, derechos humanos o tecnología. Pero lo que a nosotros nos interesa más es el lado espiritual y el hecho literario, que también sufrió una enorme renovación.