José Luis Morante: Reencuentros
lf Ediciones, Béjar, 2007
Nunca como en los últimos veinte años el género diarístico está presente en la obra de un sinfín de reconocidos escritores españoles. Mucho se ha escrito, denostando o alabando esta forma de poner en entredicho la intimidad, pero el caso es que el lector se ha acostumbrado a este tipo de literatura y a leerla a gusto. Tanto es así, que el género ha tomado carta de naturaleza en los miles de blogs que pululan por Internet y en donde se hacen públicas desde las intimidades más puritanas hasta las más execrables.
El humanismo, al centrar en el hombre toda la problemática de la vida, agudiza el sentido del yo, y, en consecuencia, la necesidad de explicarse y reconocerse. Para este ejercicio de pretendido autoconocimiento, nada mejor que enfrentarse al rito cansino de registrar al hilo de los días esos instantes que se suceden y que son desplazados desde la oscuridad del secreto a la luz de la divulgación. Porque, desengañémonos, pocos escritores escriben un diario si no es con el afán de un receptor. Un lector al que hay que brindar elementos suficientes para acrecentar su curiosidad sabiendo que nada satisface más al ser humano que descubrir el mundo íntimo de un semejante, sea este ajeno o cercano.