Javier Almuzara
LA CIUDAD DE LOS MILAGROS.
Dice Félix de Azúa que después de una semana en Nápoles, hasta Estambul le parecería sereno. Graham Green va más lejos, afirmando que Nápoles es la única ciudad oriental que carece de barrio europeo. Esa gran frase, como todas las de su especie, esconde al menos una pequeña mentira. Es verdad que los mercadillos tienen aire de zoco descabalado, que los napolitanos hacen vida de calle en indolentes corrillos, que los semáforos o no están o no se respetan, y que en algunas iglesias se practican cultos de rito bizantino, pero ese pintoresquismo orientalizante no se puede extender al muy burgués y europeo ambiente de ciertos barrios, como el que luce los lujosos escaparates de Via Toledo.