Israel Centeno
A sus pies
Para mí la felicidad era tenerla a ella y vivir en Hampstead. Esto lo pude haber puesto en la novela que me va tomando casi un año escribir. Volver sobre la escritura es enamorarse de nuevo.
Seis meses ansiosos, arduos, contradictorios; con las ilusiones al hilo y la desesperanza tocando a la puerta.
Estoy de vacaciones y quiero ser feliz. Para mí la felicidad se reducía a tener buenas lecturas y aislarme en Araya. Ahora no lo sé. Mi mediocridad individualista y burguesa, esto de no aspirar a liberar naciones ni salvar a raza alguna, se ha movido un tanto. Estoy por tomar en serio, como lo hizo Leon Trotsky, la novela escrita por los franceses en el siglo xix. Me ha dado por pensar que todavía en aquellos libros de grandes lomos hay códigos que nosotros, los hombres inteligentes de la posmodernidad, no hemos desentrañado; y, por eso, como en aquel relato de Julio Cortázar, caemos y r(d)ecaemos.