Hilario Barrero
A las cuatro ya es noche total en este día con lluvia, con olor a leña quemada y a tierra mojada. Voy a la biblioteca de Brooklyn a devolver tres películas: The seventh seal, Shoot the piano player y Belle du jour. El tiempo no perdona. La única que se salva es la de Bergman. Luego me acerco a la sección de libros en español. Encontrar un libro concreto es a veces imposible. Los lectores cambian los libros intencionadamente o sin saber. La mayoría está más interesada en leer libros de sexo, de astrología, de consejos, de cocina que libros de literatura. Hoy, mirando distraídamente por los anaqueles, me fijo en un título que, evidentemente, sobresale del resto. Se llama Cómo enloquecer a su mujer en la cama, de una tal Susana Wright. Lo abro y veo que tiene la solapa marcando el apartado que habla de “Cunnilingus”. La autora describe con un lenguaje seudocientífico y erótico cómo lamer la vagina en la que aparecen jugos de diversos olores y sabores. La señora Wright aconseja que el hombre no deje de lamer los labios vaginales y morder suavemente el clítoris a la amada si realmente quiere que esta enloquezca. Me doy cuenta de que el libro está en el lugar equivocado, que algún jovencito ansioso de saber más de sexo o de calentarse con la prosa de la autora, lo ha pasado de la estantería donde están los libros de temas sexuales, y que es muy obvia, a esta más seria donde paradójicamente la obra de la mujer fogosa está flanqueada por La llama doble de Octavio Paz y El loco de Khalil Gibran y no muy lejos de Para mayores de cuarenta años, de Willa Cather.