Héctor Abad Faciolince: El olvido que seremos
Seix-Barral, Barcelona, 2007
Este libro de Héctor Abad Faciolince es un homenaje al padre que arranca de las Coplas de Jorge Manrique y termina en el verso con el que Borges comenzaba su célebre «Epitafio»: «Ya somos el olvido que seremos». Héctor Abad Gómez fue un prestigioso médico colombiano, librepensador, abierto y siempre dispuesto a exponerse demasiado por aquellas causas que le parecían justas y a estar de parte de quienes menos podían abrigarlo pero más lo necesitaban. Afirmaba abiertamente no querer perder la rebeldía: «Nunca he sido un arrodillado, no me he arrodillado sino ante mis rosas y no me he ensuciado las manos sino con la tierra de mi jardín» y este proceder recto le llevó a perder la vida en tiempos torcidos. Era el 25 de agosto de 1987 en Medellín y, como nos relata su hijo en este libro emocionante, sincero, contundente y sencillo, Héctor Abad Gómez, acompañado por la misteriosa mujer que le había pedido desplazarse hasta allí y por su querido discípulo Leonardo Betancur, llamó a la puerta de la sede del sindicato de maestros para rendirle homenaje al presidente de aquel, asesinado esa misma mañana en ese mismo lugar. Una moto viene calle arriba, cada vez más deprisa. Transporta a dos individuos de pelo rapado, dos sicarios de los paramilitares. En cuestión de segundos uno de ellos vacía el cargador de su arma sobre el doctor Abad y el otro entra al edificio del sindicato persiguiendo a Leonardo Betancour, al que da alcance y muerte. En el bolsillo de su traje el doctor Abad llevaba, copiado de su puño y letra, el soneto de Borges que mencionamos más arriba y la fotocopia de una lista de amenazados a muerte —en la que figuraban su nombre y los de algunos de sus mejores amigos— que una emisora de radio le había pasado el día anterior.