Antonio Rivero Taravillo
Poco es lo que sabemos, aún hoy, de Serafín Fernández Ferro, el joven gallego que robó el corazón a Luis Cernuda y le inspiró uno de los mejores poemarios de su primera época, Donde habite el olvido. Y, sin embargo, ya hay un buen número de datos, dispersos aquí y allá, que juntos permiten alcanzar una imagen más o menos fiel de aquel muchacho que también llegó él mismo a componer poesía y que tras alternar con varios miembros de la Generación del 27 y luchar en la guerra civil, y ser actor en Sierra de Teruel, la película de André Malraux en la que colaboró Max Aub, se trasladó a México a llevar una vida oscura y relativamente pronto truncada. Las siguientes páginas son el ordenado acopio de todas esas informaciones fragmentarias, en parte recopiladas en 1999 por Miguel Longo Fermoso, más la incorporación de investigaciones recientes entre las que se incluyen las realizadas por el periodista mexicano Antonio Bertrán, que ya ocupó hace pocos años la atención de los estudios cernudianos al localizar en la Guadalajara de Jalisco al amor crepuscular de Cernuda, el culturista Salvador, protagonista mudo de «Poemas para un cuerpo». Son, en definitiva, los capítulos, aún en el aire, de lo que podría dar para una sugerente novela.