Francisco Umbral: Amado siglo XX
Planeta, Barcelona, 2007
Con la figura de Francisco Umbral viene sucediendo como con aquello que la leyenda contaba sobre el Cid: la aureola de vencedor y la fama terrible que el guerrero de Vivar tenía entre los musulmanes eran aprovechadas por las huestes castellanas para seguir obteniendo victorias incluso muerto el Campeador. El procedimiento es conocido: bastaba componer un poco el cuerpo sin vida del héroe y enderezarlo a lomos de un caballo a la vanguardia del ejército para que su simple visión despertara en las filas enemigas el horrendo pavor que los llevaba a salir huyendo, obteniendo así los de Castilla un triunfo más. Sustitúyase aquí aquella fama terrible del Cid por la no menos terrible (premio Príncipe de Asturias, el Nacional de las Letras, el Cervantes, etcétera) de Umbral; las huestes castellanas por un determinado periódico y una determinada editorial que siguen utilizando el nombre de este escritor como reclamo, las victorias sobre los moros de los unos por victorias en número de lectores de los otros, y sustituyamos, en fin, el cadáver tieso del Cid por Umbral. Obtendremos por medio de esta analogía una idea bastante aproximada del asunto, si bien algo menos épico en el caso que nos ocupa.