Julio José Ordovás
Antes que ornitólogo, Francisco Ferrer Lerín fue poeta, jugador de póquer, traductor, pionero del ecologismo y espía. Insaciable lector de diccionarios y enciclopedias, Ferrer Lerín es dueño también de un afilado y desconcertante sentido del humor. Este hombre, que llegó a Jaca en 1968 y que allí vive y escribe bajo las agradecidas miradas de los buitres y cuervos por cuya conservación tanto ha hecho, es, por carácter y por destino, una perfecta rara avis.
Cuando lo llamé por teléfono para concertar la entrevista me sorprendió que me preguntara por mi primer apellido: “Oye, ¿tú sabes que tu apellido es de origen templario?”. Por eso no me sorprendió, o no me sorprendió tanto, que al entrar en el salón de su casa me preguntara que si estaría interesado en comprarle la antigua mesa granadina, de madera repujada, que allí tiene.“Una ganga, oye. Si la quieres es tuya”.