Edward W. Said
Sobre el estilo tardío. Música y literatura a contracorriente
Debate, Barcelona, 2009
Se publica en español el libro que Edward Said dejó inconcluso cuando le llegó la muerte en septiembre de 2003. Se trata de un ensayo compuesto por los textos de un ciclo de conferencias y varios artículos, aparecidos en distintas revistas anglosajonas, reunidos y editados por un amigo y colaborador —Michael Wood— nombrado «albacea intelectual» por la familia para llevar a término esta labor póstuma. A pesar de la procedencia dispar de los textos el ensayo presenta una continuidad y un carácter unitario que en modo alguno revelan la fragmentariedad original. Said parte de un concepto tomado del pensamiento de Adorno, la noción de estilo tardío, que vertebra y dota de coherencia interna las reflexiones sobre la creación y la vida de los diferentes autores analizados. Theodor W. Adorno fue el intelectual europeo más admirado por Edward Said quien comenzó a profundizar en la obra del pensador alemán desde finales de los años ochenta. Hay que tener en cuenta la circunstancia personal de Said en aquel momento de su vida. Primero se produjo la muerte de su madre, antes de que publicase sus Elaboraciones musicales (1990) y el autor lamentó mucho que ella no pudiera leer el libro al que tanto había contribuido con sus conversaciones y opiniones sobre la música. Después le diagnosticaron que padecía leucemia en septiembre de 1991. En esta sintonía vital Said adopta del pensamiento adorniano el concepto de estilo tardío que el filósofo había forjado para referirse a las obras del tercer periodo de Beethoven, obras «en que el artista, a pesar de ser dueño absoluto de su medio, abandona la comunicación con el orden social establecido del que forma parte y alcanza una relación contradictoria y alienada con él. Sus obras tardías constituyen una forma de exilio» (pag. 30). Las obras tardías contienen una tensión entre lo sublime y lo vulgar, lo elaborado y el descuido del principiante, el total dominio de la expresividad y lo más incoherente e inacabado; esto produce una sensación de extrañamiento, de alienación que les otorga la condición de enajenadas. Se sitúan en una zona intersticial que es el mismo lugar que ocupa el exiliado, por eso van siempre contracorriente, se oponen a lo convencional, a lo que se podría esperar de la evolución de su autor. Poseen la condición de marginales, de estar en el límite, resultan así anacrónicas, fuera de su tiempo y precursoras de otro tiempo. Todas estas características son también propias del intelectual según la concepción de E. Said.