Ángel Petisme
Cinta trasportadora
Hiperión, Madrid, 2009
Cinta transportadora es un curioso libro de viajes. Casi en cada poema se mezclan retazos de biografía sentimental junto a ligeras reflexiones y tópicos de postal turística. La visión, con todo (incluyendo los tópicos, muchos), resulta personal y el interés rara vez decae. No justifica el conjunto el fácil victimismo lírico de versos iniciales: como «Mi corazón es un fósil astral. / Una maleta no reclamada / que gira en la cinta transportadora». Sí parece oportuna, leída la totalidad de los poemas, una de las citas preliminares: «Sin obscenidad, la ciudades son lugares monótonos y la vida es sombría». El deseo, como también apunta Nobuyoshi Araki, está en la dinámica del viaje; constituye además, en sí mismo, un viaje que puede ser inmóvil. Nada, pues, de corazones fosilizados ante los cuales se congelaría cualquier pulsión de aventura. Y en cuanto a ese desolador vagabundeo de perros sin dueño, o de maletas sin viajero, los destinos que elige literariamente Petisme parecen, casi todos, ávidos de reconocerse en el extraño, de integrarlo a un repertorio de delicias, y a veces de horrores.