Autor: Rafael Suárez Plácido 1 febrero 2011

Estos son algunos de los libros que más me han interesado este año, de entre los que se han publicado entre enero y diciembre de 2010. No pretendo ser categórico. Mis intereses son los que son. Y además soy consciente de que seguiré leyendo libros que podrían estar aquí y que aún no he leído o no han caído en mis manos.

La editorial Abada, vinculada al Círculo de Bellas Artes de Madrid, nos ha ofrecido Reflexiones sobre la postmodernidad. Una conversación con Fredric Jameson, de David Sánchez Usanos. Es un buen punto de partida para quien quiera comprender el signo de los tiempos. No de estos tiempos, de todos. Lo postmoderno es siempre lo que está por delante de lo moderno. Sánchez Usanos lleva al lector de la mano para comprender mejor el pensamiento de Jameson, con el que está de acuerdo en parte, pero no siempre. Pero hay algo en él que es esencial para comprender su obra: “mostrar la conexión que se da entre la estructura formal del texto artístico y las condiciones socioeconómicas imperantes en el momento de su producción.” Este fundamento teórico lo emparenta con el mejor Sartre y el marxismo aplicado a las artes. Una conclusión: lo postmoderno pocas veces sobrevive al paso del tiempo, pero cuando lo logra es por méritos artísticos propios que sirven para encauzar las nuevas maneras imperantes. Así el papel de la crítica no deja de ser el de señalar estas obras que, por naturaleza, no están interesadas en llegar ni al público ni a la crítica de su presente, sino en marcar cauces, señalar caminos.

Otro libro pertinente en esta misma línea es Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes, de Martín Rodríguez Gaona y editado por Caballo de Troya. Como su título indica se trata de trasladar la teoría de la postmodernidad de, entre otros, el ya citado Jameson o Lyotard al momento presente de la poesía española. Y tras un análisis interesante de los caminos del libro entre mercados y diversos escaparates, nos ofrece un catálogo de autores que, en su opinión, marcan estos caminos. Ahí es donde falla estrepitosamente. De los libros y autores que menciona nos quedaríamos con uno: Las afueras de Pablo García Casado, y con otro: Resurrección de Manuel Vilas. El resto es un catálogo de nombres que ya unos años después están olvidados o en su sitio. El autor que elabora una propuesta postmoderna lo hace inconscientemente, no amparándose en presupuestos formales que actúan como hojarasca ante la falta de ideas. Y sobre todo es preciso olvidar las amistades o los intereses grupales, si de lo que se trata es de ser objetivo. Con todo, es cierto que el libro es enriquecedor.

Dentro del catálogo de Lucina, nos encontramos otra pequeña joya, pequeña por su tamaño, no por su interés ni transcendencia, que es Cosas que hace uno, de Agustín García Calvo. Basado en la conferencia que dio el autor en la Fundación Juan March este mismo año. Es un delicioso paseo por su vida y obra en el que nos cuenta con la sabiduría oral a la que nos tiene acostumbrados sus principales recuerdos asociados a las materias que más le interesan: poesía, teatro, rítmica y prosodia, lengua, filología, versiones, enseñanza, política, realidad/verdad y algunas intervenciones interesantes que hubo al final de la conferencia. Una buena oportunidad para acercarse a uno de los pocos maestros que aún tienen cosas que decirnos.

Hace sólo unos días ha llegado a mis manos, editado por Siruela, Temperamentos filosóficos. De Platón a Foucault, de Peter Sloterdijk, un autor que sigo todo lo que puedo y que aquí nos ofrece una serie de textos sobre los autores que más han influido en la Historia del Pensamiento Occidental. La nómina es completa y los textos muy interesantes.

Dejo para el último lugar de este primer apartado del repaso a los libros que más me han interesado este año el que me ha parecido más interesante: El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa, editado por Baile del Sol. La traducción y edición es de Manuel Moya y era necesaria. La historia de este libro es curiosa, porque su primera versión castellana salió casi al mismo tiempo que en su lengua materna, obra de Ángel Crespo. Desde el primer momento se entendió que estos papeles de Bernardo Soares, uno de los heterónimos de Pessoa, eran uno de los monumentos esenciales de la literatura europea, yo diría que no sólo del siglo XX. Con el tiempo se fueron descubriendo nuevos apuntes que completaban el libro. Ángel Crespo había hecho un trabajo importante, pero ya no podía continuarlo. Seix Barral completó su trabajo con la obra de otros traductores. No apareció en castellano una versión completa y uniforme hasta la edición de Perfecto Cuadrado, en El Acantilado. Para muchos se trataba de una traducción demasiado literal. Ahora con la edición de Manuel Moya podemos disfrutar de la obra en todo su esplendor. Es una lástima que al ser Baile del Sol una editorial periférica y de no demasiada distribución, el libro no obtenga la repercusión que sin duda merece. No me cansaré de recomendarlo.


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