Autor: 28 noviembre 2006

Antonio Méndez Rubio: Por más señas
DVD, Barcelona, 2005

Hay libros cuya esencia —concepto, por otra parte, sinuoso y sutil al tiempo que engañoso y en muchas ocasiones malintencionado— resiste el asedio de la mirada crítica para crear nuevas miradas, dribla a los lenguajes ramplones de las categorizaciones y las etiquetas dejándolos pasmados en sus seguridades de fieros defensores, sobrevive en el filo del peligro constante del decir incompleto para poder decir “que se puede decir” y se rebela contra lo asumido porque la escritura también escribe el mundo. Y solicita entonces una respuesta, esto es, una exigencia de lectura que coloca al lector en la tesitura de ver(se) en una nueva tradición, de confrontarse al poema para extraer de él (del poema y del lector) no solo el chato zumo de lo evidente, sino el terco vínculo con lo no visible.

La última entrega poética de Antonio Méndez Rubio ((Badajoz, 1967) opta por esta línea, por una escritura poética que aborda el empeño de irse creando en la reflexión (gradual, si se quiere) sobre el lenguaje (sus pliegues, también sus incapacidades), sobre la reconversión hacia un lenguaje poético des-retorizado, sobre la creación de un lenguaje crítico implícito en la escritura (y solidario con ella) y sobre la necesidad de un lenguaje estético que reformule el compromiso y que sea en esencia (y vuelve ahora a salir la palabra) revolucionario. La labor ensayística de Méndez Rubio (tan inseparable, por otra parte, de su obra poética) aporta datos que permiten afianzar estos juicios tentativos: “… creo que el mayor desafío del poeta debería consistir en dejar constancia de lo que no (se) vio. Esta tarea, ajena a las trampas más burdas de la metafísica, la entiendo como una forma de resistencia, de indagación en la cara escondida de lo que nos pasa, de construcción y reconstrucción de formas de mirar capaces de señalar, al trasluz, todo lo que no existe y, sin embargo, se está viendo desaparecido. Se trata, pues, de un recorrido crítico, inseguro, por las zonas de silencio creadas por las deslumbrantes proclamas institucionales al uso —políticas, económicas, culturales, literarias”. (Poesía sin mundo, Mérida, Editora Regional de Extremadura, 2004, p. 36).

Por más señas asume una reflexión acerca de lo real que pretende superar los estrechos límites del realismo, añadiendo a este no solo una nueva mirada, sino una nueva forma. La forma entonces se engrandece y se asienta: alienta inseguridades, pretende hacerse visible, es también escritura (volviendo a estar donde siempre estuvo). Las palabras se abocan a la indecisión y a la indefensión. En el silencio, en los puntos suspensivos, en los blancos, está la seña, la señal, la contraseña. Y el sujeto adquiere entonces la conciencia del privilegio de existir y del apremio por decirlo aunque las faltas, la sed, la contingencia, el descuido y lo turbio ocupen a veces los espacios de las verdades pequeñas y del futuro (incierto): “… la alegría nos reta: está esperando para comenzar”.

En Poesía sin mundo afirmaba el ensayista Méndez Rubio que “La poesía ayuda como nadie a que la subjetividad y la conciencia se abran, a que el espacio esté radicalmente disponible, a vaciarse, a dejar sitio para respirar”. El libro del poeta Méndez Rubio no persigue una sintaxis capaz de ordenar el mundo. Como tampoco —sugieren los poemas— puede hacerlo el pulso medido de los versos. La palabra renovadora, la luz y su contrario, sugieren entonces que la poesía no solo es necesaria sino ya decididamente imprescindible. Como una forma, tal vez, de resistencia.

Javier García Rodríguez


Introducir comentario

Solo se publicarán mensajes que:
- sean respetuosos y no sean ofensivos.
- no sean spam.
- no sean off topics
- siguiendo las reglas de netiqueta, los comentarios enviados con mayúsculas se convertirán a minúsculas.